Mozambique se ha convertido en el nuevo terreno de juego de los yihadistas
La situación en Mozambique se ha deteriorado notablemente en los últimos meses. La zona norte del país, la región de Cabo Delgado ha sido un área frecuentada por narcotraficantes, que aprovechaban la cercanía con la frontera con Tanzania para realizar sus movimientos. La presencia de reservas de gas en esta zona y esa base de delincuencia vinculada al narcotráfico atrajo el interés del yihadismo, que encontró en esa inestabilidad que ya había en la zona un apoyo enorme para asentarse.
Al menos 180 personas, entre ellas trabajadores expatriados, quedaron atrapadas desde el miércoles en un hotel de la ciudad de Palma, norte de Mozambique, asediada por insurgentes yihadistas, informaron el viernes trabajadores y fuentes de la seguridad. El ejército trataba de evacuar por vía aérea a los trabajadores hacia un lugar seguro desde esta zona que alberga un gigantesco proyecto de gas natural licuado, según trabajadores atrapados. Los insurgentes empezaron a atacar la ciudad costera el miércoles por la tarde que llevó a los aterrados habitantes a huir a los bosques vecinos y a los trabajadores a refugiarse en el Hotel Amarula.
"Casi toda la ciudad ha sido destruida. Muchas personas han muerto", dijo un trabajador por teléfono el viernes después de ser evacuado. Sin embargo, no dio detalles de las víctimas ni de sus nacionalidades. La organización no gubernamental (ONG) Human Rights Watch afirmó que varias personas murieron, citando a testigos que "vieron cuerpos en las calles". Entre ellos, al menos un sudafricano, confirmó Pretoria.
Las circunstancias de esta evacuación siguen sin estar claras. Y la comunicación por teléfono móvil es especialmente aleatoria en la zona. Un primer grupo de 80 personas salió del hotel Amarula a bordo de 17 camiones del ejército, según una fuente de seguridad que participó en las operaciones. Pero "el convoy fue atacado poco después de salir del hotel. Varias personas murieron, la mayoría logró escapar", dijo la fuente.
El Gobierno ha confirmado el ataque y aseguró que fuerzas de seguridad lanzaron una ofensiva para expulsar a los extremistas de la ciudad. El ataque se produjo el día del anuncio por el gigante francés Total de la reanudación de los trabajos de construcción en el yacimiento de gas que debería estar operativo para 2024.
Total, es el principal inversor del proyecto, con una participación del 26,5%. Otros seis grupos internacionales están implicados, entre ellos el italiano Eni y el estadounidense ExxonMobil. "Casi la totalidad de la ciudad ha sido destruida. Mucha gente ha muerto", dijo un trabajador evacuado de la planta de GNL por teléfono. No dio detalles de las víctimas ni de sus nacionalidades.
El ataque sorpresa del miércoles hizo que cientos de personas aterrorizadas huyeran al bosque circundante, mientras que los trabajadores vinculados a la construcción del complejo de gas, incluidos los extranjeros, se refugiaron en el interior de la obra cercana pero también en el hotel de Palma.
Desde entonces, la violencia no ha dejado de aumentar, ya sea contra civiles o contra militares. Se han capturado varias localidades, como Mocimboa da Praia, atacado enclaves militares y hostigado los apoyos de contratistas, según diferentes análisis rusos y sudafricanos, con los que Mozambique trató de hacer frente a una situación. Algo que claramente no ha conseguido.
Mozambique es, según el último Global Terrorism Index de 2020, el tercer país en el que el número total de víctimas por terrorismo más ha ascendido. Se encuentra sólo por detrás de Sri Lanka, cuyo incremento se debe a un único ataque terrorista, y de Burkina Faso, cuya situación sí es debida a una prolongada actividad terrorista.
Las cifras de 2019, en las que se triplica el número de muertos que hubo en 2018, son preocupantes. Sin embargo, las que está dejando 2020 son todavía peores. Hasta el 31 de octubre, ACLED ha recogido la muerte de más de 1.500 personas en Mozambique, de las que más de 1.200 han ocurrido en la citada provincia de Cabo Delgado. Esta cifra es superior a los 9 años anteriores juntos, lo que ha hecho saltar todas las alarmas ante el miedo de que pueda ser un nuevo foco de inestabilidad en África como ya lo son la cuenca del lago Chad o la zona de las tres fronteras en el Sahel.
La ciudad de Palma, situada en la provincia de Cabo Delgado, en el noreste de Mozambique, y a sólo diez kilómetros del megaproyecto de gas del grupo francés Total, está ahora en manos de los yihadistas que la atacaban desde el miércoles, anunciaron fuentes de seguridad. "Las fuerzas gubernamentales se retiraron de Palma" anoche, dijo una de estas fuentes a la AFP el sábado 27 de marzo. "Palma está en manos de los atacantes", añadió otra fuente que pidió el anonimato.
Los proyectos en esta zona, rica en gas, se ven constantemente frenados por las sangrientas y crecientes operaciones de Al-Shabaab. El grupo energético francés, que "no lamenta ninguna baja" en las instalaciones de Afungi, ha tomado la decisión de "reducir al mínimo estricto el personal" de las instalaciones por razones de seguridad. A raíz de este ataque, la petrolera francesa anunció anoche la suspensión de la reactivación del proyecto y redujo al mínimo su fuerza de trabajo en la zona.
Esta formación, que no guarda relación con el grupo yihadista homónimo de Somalia, aterroriza el norte de Mozambique desde 2017 y ha causado, hasta la fecha, miles de muertes y casi 700.000 ciudadanos desplazados.
La crisis humanitaria en Mozambique va en aumento mientras los yihadistas queman pueblos enteros, decapitan a personas, incluidos menores, y cometen otros crímenes, según advirtió el pasado día 22 la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados.
El conflicto ha matado al menos a 2.600 personas, más de la mitad de ellas civiles, según la ONG ACLED, y ha obligado a más de 670.000 personas a abandonar sus hogares, según Naciones Unidas.
Los directores para África del Sur y del Este de siete organismos de las Naciones Unidas manifestaron gran alarma por el deterioro de la situación humanitaria y la seguridad alimentaria en el norte de Mozambique, donde se ha registrado una escalada de violencia que ha desplazado a cientos de miles de personas en la región de Cabo Delgado.
En un comunicado conjunto, los responsables regionales señalaron que la creciente inseguridad y la infraestructura deficiente hacen que sea cada vez más difícil llegar a las familias que dependen completamente de la asistencia humanitaria, en medio del temor de que las lluvias inminentes y la amenaza de ciclones puedan agravar aún más estos desafíos.
Según ACNUR, la situación humanitaria en el norte de Mozambique es “desesperada”. En este país de 30 millones de habitantes, sólo en la región de Cabo Delgado hay 670. 000 desplazados. Y varias zonas son inaccesibles. La mayoría de estos refugiados huyen, sobre todo a pies, en un intento de escapar de los combatientes iniciados por el grupo Ansar al-Sunna, que reivindica su afiliación a Daesh. No tienen trabajo ni mucho que comer. La región está amenazada por ciclones, inundaciones, epidemias y la COVID-19.
Aproximadamente 100.000 personas internamente desplazadas han buscado seguridad en Pemba y sus alrededores en refugios temporales, como edificios escolares, o con familias de acogida; aumentando en un tercio la población de la ciudad. Muchas de estas personas desplazadas internamente carecen de agua potable y están expuestas a la malaria sin apenas protección mientras permanecen en condiciones insalubres y de hacinamiento, lo que aumenta el riesgo de un brote de sarampión, diarrea o COVID-19, según Médicos Sin Frontera.
Sin un final a la vista, los enfrentamientos que iniciaron en octubre de 2017 han seguido aumentando en intensidad, obligando a casi una quinta parte de la población de la provincia a abandonar sus hogares y reduciendo a casi nada el acceso a la atención y otros servicios en la zona.