La OTAN, víctima de varios ataques simultáneos de desinformación durante la pandemia
En sociedades polarizadas los choques de relatos alimentan las realidades confusas. Una de las formas más efectivas de desestabilizar a un país es a través de la manipulación y la difusión de menajes e informaciones falsas con el objetivo final de desestabilizar y aumentar la polarización de la sociedad. Esto ha llevado a un aumento de los populismos, tanto de izquierdas como los de derechas que se sirven de estas incertidumbres para aumentar sus apoyos.
Estos abusos resultan corrosivos para los valores democráticos y son susceptibles de debilitar instituciones u organizaciones internacionales como la Unión Europea o la Alianza del Atlántico Norte (OTAN).
Se vio con el referéndum del Brexit y las elecciones presidenciales de Estados Unidos, ambos en 2016, pero también ahora en plena pandemia del coronavirus, donde el uso de la propaganda y los mensajes falsos, - las conocidas como fake news- suponen una amenaza para los estados. ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación, las Fuerzas Armadas, las empresas y los servicios de inteligencia? ¿Qué estamos haciendo para combatir la desinformación interesada y desinteresada?
Estas son algunas de las cuestiones que se han tratado en la séptima sesión del XXXII Seminario Internacional de Seguridad y Defensa organizado por la Asociación de Periodistas Europeos, que bajo el título ‘La política de la desinformación. La mentira que mata’. La directora general de Política de Defensa (DIGENPOL), María Elena Gómez Castro; la subsecretaria general adjunta de la OTAN para diplomacia pública, Carmen Romero; y el director del Instituto Español de Estudios Estratégicos, el General, Francisco José Dacoba.
En el contexto de la pandemia de la COVID-19 como fondo, la desinformación y la posverdad se han convertido en una de las principales amenazas. “Hemos sido objeto la (OTAN) de ataques en el periodo de marzo a junio. En solo 48 horas, los días 21 y 22 de abril detectamos tres ataques coordinados contra la presencia de tropas aliadas en Letonia, Estonia y Polania”, ha señalado Romero.
La respuesta coordinada de la Alianza con las autoridades de los países afectados: Letonia, Estonia y Polonia, así como la coordinación con los medios de comunicación locales hicieron que estas agresiones no supusieran un conflicto mayor, según Romero. La desinformación es hoy parte de un todo que llamamos la guerra híbrida.
Las características de la desinformación y la posverdad son la intencionalidad y causar efectos distorsionadores, es decir, el uso de las noticias falsas tiene un dolo y la simplicidad del menaje que hacen posible la creación de realidades paralelas que pueden ser el caldo de cultivo para teorías conspiratorias. “La desinformación en la crisis de la COVID-19 ha venido de fuera, pero ha sido la ciudadanía la que ha propagado” esta desinformación “y este es uno de los elementos clave”, ha apuntado la directora general de Política de Defensa.
La DIGENPOL ha puesto el punto de mira de en la responsabilidad en tres niveles: “la individual, la estatal y la multilateral”, ante las campañas de desinformación. Ahora mismo, “la guerra es en la gente y el objetivo somos las personas, que, a veces inconscientemente nos convertimos en soldados en esta guerra de la desinformación”, ha dicho el general Dacoba.
Es por ello por lo que, a través de la colaboración entre las diferentes instituciones, OTAN-UE y los países aliados, así como el comportamiento de las propias personas a la hora de compartir y difundir los menajes se hace vital para el control de la propagación de las fake news.
El daño de estos ataques puede ser mayor para el statu quo y los valores que las sociedades occidentales defienden y “sobre todo, en la seguridad de los ciudadanos a través de las noticias falsas”.
Desde la directiva nacional de defensa apuntan múltiples actores estatales y no estatales en esta guerra hibrida en el ciberespacio, así como la presencia de actores transversales que tienen un impacto sobre la ciudadanía. “La desinformación se ha convertido en una parte integral en las estrategias políticas de aquellos que quieren desestabilizar. Desde Rusia y China, ya veces desde sus propias fuentes oficiales, han quiero confundir a la sociedad occidental”, ha advertido la subsecretaria general de la OTAN.
El enfoque de la Alianza Atlántica implica una doble estrategia: una centrada en entender y analizar el espacio informativo y una segunda, centrada en comunicar activamente y de forma deliberada. “Al conocer el espacio informativo hemos identificado actores estatales y no estatales que han explotada la situación de la pandemia para difundir información falsa” señala Romero.
China y Rusia han sido los más activos en esta estrategia de desestabilizar a los países occidentales y a las tropas desplegadas en los países aliadas. Ejemplos como Lituania, Polonia, Ucrania o Líbano, han sido algunos de los casos que el General Dacoba ha recordado.
Para hacer frente a esta desinformación, la OTAN lleva a cabo una comunicación activa para contrarrestar estas fake news basada en hechos y en acciones reales. “Comunicar tres mensajes: que la OTAN sigue preparada para disuadir a los atacantes; mensajes de solidaridad y mantener a la población segura han tenido el objetivo de evitar que la crisis sanitaria se convierta en una crisis de seguridad”.
El reto es complejo y, a pesar de todas las medidas que, desde gobiernos, organizaciones internacionales y las Fuerzas Armadas, la lucha contra la desinformación y la propaganda en un mundo interconectado donde un mensaje falso en escasos minutos puede llegar a miles de personas, se ha convertido en una de las principales preocupaciones. La desinformación va siempre un paso por delante sobre cualquier medida o legislación que pretenda regular sus efectos. “Los estados son los primeros que tienen que tener preparadas unas respuestas para estas amenazas, pero es el individuo el vector clave para el freno de la propagación”, apuntó Gómez Castro.