La pandemia no ha interrumpido la conflictividad bélica
El 2020 fue un año marcado por la crisis del coronavirus. Esta pandemia ha alterado nuestra forma de vida en todos los aspectos. Incluso los conflictos se han visto afectados por esta enfermedad que hace un año paralizó el mundo entero. No obstante, aunque muchos ámbitos se hayan detenido, las guerras y conflictos no cesaron durante ese año. El virus no ha dado tregua a la violencia.
Hemos visto cómo la guerra continuaba en lugares como Libia, donde la gente combatía con mascarilla. Hemos vivido una confrontación durante 44 días entre Armenia y Azerbaiyán, la segunda guerra del Alto Karabaj. Según Naciones Unidas, más de 1.000 personas murieron y decenas de miles de civiles se han visto obligados a desplazarse ante el recrudecimiento de los ataques. En Oriente Medio continúan las guerras de Yemen y Siria, que, desde todas las perspectivas, incluida la humanitaria, generan muchos desafíos. En la guerra siria, en concreto, se ha vivido también un aumento de influencia extranjera a través de actores regionales como Turquía o Irán, u otros como Rusia. Asimismo, siguen creciendo las tensiones entre potencias como Estados Unidos, Rusia y China.
Además de estos enfrentamientos, el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE) ha presentado un documento detallando cuales han sido los conflictos más relevantes del 2020. Conflictos que, además, debemos tener muy en cuenta por su evolución y por la importancia que tienen para los actores involucrados.
Como ya se ha señalado, el coronavirus ha afectado a los conflictos, aunque “no haya interrumpido la conflictividad en absoluto”, tal y como indica Carlos Echevarría, subdirector del Instituto Gu-tiérrez Mellado sobre la paz, la seguridad y la defensa. Aunque el virus de la COVID-19 no es el único factor para tener en cuenta a la hora de crear o modificar conflictos. El cambio climático es identificado en la Estrategia de Seguridad Nacional como un “potenciador de conflictos”. Una de las zonas clave, según el IEEE, respecto al calentamiento global es el Ártico. Aunque en el Ártico no exista no conflicto armado los actores interesados en sus recursos demuestran su presión. “El deshielo va a afectar a las necesidades e intereses de los países, además de endurecer los conflictos o crear nuevos”, explicó Claribel de Castro, profesora de Derecho Internacional. El calenta-miento global podría suponer la desaparición de ciudades y el movimiento de 1 millón de personas, creando desplazados internos o refugiados climáticos. Uno de los grandes problemas que tiene el Ártico es que no existe un texto jurídico internacional que establezca un régimen específico en la zona, como ocurre en la Antártida.
Otro desafío que causa el cambio climático es el conflicto del agua. En varios puntos del planeta como China, India, África u Oriente Medio encontramos problemas de acceso a agua. El gigante asiático es uno de los países que más necesita recursos acuíferos, aunque solo cuenta con 7% de esos recursos. Por este motivo, Pekín mira con interés a la zona del Tíbet y el Himalaya, con el objetivo de gestionar estos recursos a su favor. Esto, sin duda, podría suponer un conflicto con la comunidad internacional.
Aproximándonos más a nuestra área de influencia encontramos el Magreb, nuestra “frontera inmediata”, mientras que el Sahel es la “frontera avanzada”, tal y como señala Carlos Echevarría. Esta zona es una de las regiones más inestables. El cambio climático ha hecho que la vida cada vez sea más difícil; el desmoronamiento del Estado libio, causado por las revueltas árabes ha agudizado los conflictos. “Es un desafío en el que estamos implicados como españoles”, declara Echevarría. En el Sahel es importante atender a la amenaza terrorista, ya que se ha incrementado el número de grupos radicales influenciados por el Boko Haram.
Rusia también es un país que nos afecta directamente y con el que tenemos que cuidar las relaciones diplomáticas. Según Claribel de Castro, “desde que estalla crisis de Ucrania y la posterior ocupación de Crimea las relaciones entre Rusia y la Unión Europea sufren un enfriamiento”. Para de Castro es fundamental “una visión única por parte de los miembros de la UE”, aunque entiende que no todos tenemos los mismos intereses respecto a Moscú.
Alejándonos un poco de Europa, Echevarría explicó la situación en Oriente Medio, que según el experto en la zona es “volátil y peligrosa”. La región está viviendo un proceso de cambio desde las revueltas árabes; además, cada vez hay más actores que intentan influir en esta zona tan relevante. “Aquí la geografía manda”, sentencia el coronel Ignacio Castro. Castro recuerda la importancia de los tres pasos de la zona: el canal de Suez, ahora atascado y creando problemas a nivel mundial, el estrecho de Ormuz y el estrecho Bab El-Mandeb. El coronel también hace hincapié en la peligrosidad de la proliferación nuclear que se está llevando a cabo en la región. “Arabia Saudí ha anunciado que si Irán se configura como potencia nuclear ellos seguirán los mismos pasos”, advierte Castro. Asimismo, es apropiado destacar la influencia cada vez mayor de China.
Por último, es necesario tratar la situación en Iberoamérica. América es el continente con mayor número de organizaciones, no obstante, no triunfan. La profesora de Castro considera que se debe a la “heterogeneidad que existe en el continente americano”. También cree que la perspectiva social juega un papel importante, ya que no existe confianza entre la población. “Hay distancia entre los problemas reales y de lo que hablan los dirigentes en sus reuniones”, indica de Castro.
Hay que esperar un tiempo para ver cómo evolucionan todos estos conflictos y conocer las posibles negociaciones que se lleven a cabo para no llegar a un enfrentamiento a gran escala. Asimismo, hay que tener en cuenta los efectos que tengan a nivel regional e internacional. No obstante, hemos visto cómo el cambio climático es un factor determinante en los conflictos, por lo que debería ser tratado con la importancia que merece.