El presidente ruso anunció la nueva planificación para crear nuevas bases militares navales en el mar Mediterráneo, la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el Golfo para afrontar la considerada como amenaza de Estados Unidos

Putin y su nueva doctrina naval: el anhelo de Rusia de convertirse en una potencia marítima mundial

PHOTO/FILE - Vladimir Putin en un buque de la Armada rusa

Nuevo paso hacia delante de Rusia en su postura beligerante ante el resto del mundo después de la ya infausta invasión de Ucrania. Ahora el presidente ruso, Vladimir Putin, ha anunciado la nueva doctrina naval nacional. Una nueva planificación que, según el máximo mandatario ruso, tiene como objetivo contrarrestar la amenaza que supone para la seguridad el posicionamiento de Estados Unidos y sus aliados occidentales. 

Rusia ha anunciado recientemente la planificación de crear nuevas bases militares navales en el mar Mediterráneo, la región de Asia-Pacífico, el océano Índico y el Golfo dentro de la nueva doctrina naval que ha recibido el visto bueno de Vladimir Putin, con el pretexto de la consideración de Estados Unidos y sus aliados occidentales como una amenaza para la seguridad propia. 

Este peligroso argumento ya fue utilizado por el máximo dirigente ruso como excusa para invadir Ucrania. El 24 de febrero Vladimir Putin ya anunció la operación militar especial en territorio ucraniano orientada a “desnazificar” y “desmilitarizar” Ucrania, ya que consideraba al país vecino una amenaza para las fronteras y la integridad de Rusia. Ahora vuelve a alegar la necesidad de protección y mantenimiento de la seguridad rusa para anunciar el nuevo plan de creación de bases navales en diferentes puntos estratégicos del globo terráqueo. 

La nueva doctrina naval de Vladimir Putin se dirige principalmente contra Estados Unidos y la OTAN, y anuncia la creación de nuevas bases navales en el extranjero. La directiva, compuesta por 55 páginas, plantea una ambiciosa apuesta marítima que engloba zonas cruciales como el Ártico y el mar Negro. Además, asegura una flota fuerte y un aumento del arsenal de misiles.

En su discurso con motivo del Día de la Armada rusa realizado este domingo en San Petersburgo, antigua capital imperial fundada por Pedro el Grande, Putin elogió al antiguo zar por haber convertido a Rusia en una gran potencia marítima y haber reforzado la posición mundial del Estado ruso.

Tras pasar revista a la Armada, Putin pronunció un breve discurso en el que prometió los misiles de crucero hipersónicos Tsirkon de Rusia, dejando claro que Rusia puede derrotar a cualquier enemigo. Antes de este discurso, Vladimir Putin firmó la nueva doctrina naval, que determina la estrategia de la Marina rusa, incluido el objetivo de convertir a Rusia en una “gran potencia marítima”. 

Desde Moscú se ve un importante riesgo para la Marina rusa la falta de bases fuera de las fronteras nacionales que permitan recibir y abastecer buques y realizar trabajos de reparación y mantenimiento. Rusia considera que el "mayor desafío" para su seguridad nacional es el plan estadounidense de cortar el acceso ruso a las principales rutas oceánicas.

La nueva doctrina naval menciona el interés en desarrollar la cooperación militar-naval con la India, Irán, Arabia Saudí e Irak. India es un país muy relevante por su membresía dentro del grupo de los BRICs al igual que la propia Rusia, naciones consideradas economías emergentes, con un gran potencial, que pueden llegar a estar entre las economías dominantes a mediados de siglo. Mientras, Arabia Saudí es el país más potente de Oriente Medio en términos económicos y de recursos energéticos y últimamente tuvo desencuentros con el Gobierno estadounidense de Joe Biden por diferencias mutuas en torno a los niveles de producción de petróleo para hacer frente a la actual crisis energética y de precios mundial y sobre la falta de interés del Ejecutivo norteamericano en Oriente Medio. Por su parte, la República Islámica de Irán es el gran rival político de Estados Unidos en la región, y también de los principales aliados diplomáticos del gigante norteamericano. El régimen de los ayatolás es señalado por muchos analistas como el principal elemento desestabilizador regional debido a su postura agresiva y a la interferencia en los asuntos de otros Estados a través de grupos chiíes afines, como es el caso de Hizbulá en el Líbano o de los rebeldes hutíes que actúan en la guerra civil de Yemen para socavar el Gobierno legítimamente establecido. Por otro lado, Irak es un país con relevancia en el ámbito del Golfo gracias a sus reservas petroleras, más aún en la difícil situación actual del mercado energético, marcado por las consecuencias de la guerra de Ucrania, lo que ha provocado un conflicto con Rusia, que venía siendo el principal suministrador de hidrocarburos de Europa antes de que la Unión Europea decretase sanciones contra el país ruso por la invasión de Ucrania. 

La nueva doctrina naval resalta como "zonas importantes", en las que la flota rusa debe garantizar los intereses nacionales desde el punto de vista económico y de la seguridad nacional, los mares Negro y Azov, el Mediterráneo oriental, el Báltico y la zona de las islas Kuriles (cuya soberanía reclama Japón) y las comunicaciones marítimas que dirigen a Asia y África.

La principal base naval fuera de Rusia es la situada en Tartús, Siria. Rusia es el principal aliado del régimen sirio de Bachar al-Asad en la guerra que se lleva a cabo para acabar con los últimos reductos terroristas yihadistas alojados en Idlib y en la contienda que también se desarrolla contra la oposición al Gobierno de Al-Asad. El apoyo militar y diplomático ruso es básico para que el Ejecutivo sirio mantenga el orden y el poder sobre el terreno. Por lo tanto, siempre ha dispuesto de esta base naval en Tartús como punto estratégico para abastecimiento y logística. Ahora, Rusia quiere desarrollar otras infraestructuras navales en “territorio de otros países de la región”. Oriente Medio es un tablero de juego importante para los intereses diplomáticos internacionales y Rusia quiere estar más presente allí. 

La región de Asia-Pacífico también es de vital importancia. Sobre todo, con la relevancia que ha adquirido la zona ante la disputa por la hegemonía mundial que están llevando a cabo Estados Unidos y China, también aliada de Vladimir Putin en materia diplomática y económica. El Gobierno norteamericano de Joe Biden ha perdido interés recientemente en zonas como Oriente Medio, aunque ahora ha vuelto a retomar importancia la región por la crisis energética global derivada de la invasión rusa de Ucrania, y la escena de la principal pugna está ahora en la región de Asia-Pacífico para hacer frente al expansionismo de la República Popular de China, que quiere disputar al gigante norteamericano la posición como primera potencia mundial. 

Esas nuevas bases se abrirán por lo tanto en países de la cuenca del Pacífico y del Índico, y en el mar Rojo, con cuyas naciones Rusia intenta establecer una colaboración estratégica como alternativa a sus tradicionales socios europeos, a los que está enfrentado por la mencionada guerra de Ucrania. 

Como apuntaba la agencia EFE, el Kremlin busca ahora solventar también uno de sus principales hándicaps, que es el de la construcción de portaaviones, un ámbito en el que EE. UU. lleva bastante ventaja. 

También es prioritario para Rusia convertirse en el principal referente de la explotación de recursos en el Ártico, algo que persiguen otros países como Estados Unidos, los cuales acusan al Kremlin de militarizar la región.