Por qué Turquía no puede permitirse un enfrentamiento con Rusia
Las conversaciones de paz en Moscú entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y el presidente ruso Vladimir Putin se caracterizaron por el hecho de que dos grandes potencias se alejaron del borde de la guerra. Al igual que en Libia, Rusia y Turquía apoyan a los bandos opuestos en la guerra civil de Siria. En Idlib, en la frontera con Turquía, Ankara respalda a varios grupos rebeldes y mantiene puestos de observación. Moscú apoya al Gobierno sirio del presidente Bachar al-Asad, una continuación de una alianza anterior a la caída de la Unión Soviética.
Rusia se ha comprometido a apoyar a Al-Asad en su objetivo de recuperar “cada centímetro” de suelo sirio. A Erdogan le preocupa la posibilidad de que millones de refugiados atraviesen la frontera turca, así como el riesgo de que una potencia hostil establezca una fortaleza en su frontera.
Es indiscutible que el incremento de las diferencias entre los dos países ha aumentado en las últimas semanas. Tras la muerte de 36 soldados turcos en un ataque aéreo el 28 de febrero en Idlib, incidente del que Ankara se esforzó en no culpar a Moscú, miles de soldados turcos entraron en la provincia y los ataques aéreos turcos golpearon las defensas sirias.
Las diferencias entre Ankara y Moscú se han puesto de manifiesto en el creciente vínculo económico, que casi ha servido de freno a la marcha hacia la guerra y que, probablemente, ha desempeñado un papel clave en la conducción de Erdogan y Putin a la mesa de negociaciones en Moscú.
“Ninguno de los dos lados quiere un conflicto serio, ambos lados querrán finalmente resolver las cosas”, dijo Anna Borshchevskaya, miembro senior del Instituto de Washington, antes de la reunión Erdogan-Putin del 5 de marzo. “La cuestión clave aquí es que Putin tiene más influencia sobre Erdogan que al revés. En el pasado, los dos han hecho tratos en Siria, pero en última instancia fueron más ventajosos para la posición rusa y sospecho que un escenario similar se desarrollará aquí”, añadió.
Las relaciones económicas entre Turquía y Rusia han crecido casi a la par que su rivalidad regional. Lo más importante de las relaciones fue la venta del sistema de defensa aérea S-400 fabricado por Rusia, que da a Turquía un poderoso arsenal independiente de la OTAN. También hay lucrativos contratos rusos disponibles para el sector de la construcción de Turquía.
“Están muy cerca”, dijo Borshchevskaya, “Rusia es un socio comercial clave para Turquía. El comercio bilateral es de decenas de miles de millones, he visto estimaciones de aproximadamente 30.000 millones de dólares anuales y, lo que es crucial, el año pasado los dos países comenzaron a comerciar en sus monedas nacionales; pero, aquí también, Putin tiene más influencia”.
Aunque Turquía sea una potencia regional importante, las relaciones comerciales entre Rusia y Turquía siguen estando firmemente inclinadas a favor de Moscú.
“Los turistas rusos son muy importantes para la economía turca, al igual que el comercio de energía - Turquía es el tercer mayor comprador de gas ruso”, dijo Borshchevskaya, “y la construcción del TurkStream (gasoducto) tiene implicaciones estratégicas más amplias”. Todas estas son herramientas de política exterior que Putin utiliza como un grifo que puede abrir y cerrar”.
Tal vez el mejor ejemplo de cómo ninguna de las dos partes puede permitirse un conflicto abierto fue el derribo de un avión de guerra ruso Su-24 en noviembre de 2015. Las circunstancias de ese incidente siguen siendo controvertidas, pero poco después del derribo del avión, Moscú interrumpió todas las comunicaciones con Turquía e impuso amplias sanciones económicas a Ankara, incluida la suspensión de todos los vuelos chárter a Turquía, lo que en esencia puso fin al lucrativo comercio turístico de Turquía con Rusia.
En junio de 2016, Erdogan escribió a Putin expresándole sus condolencias, comunicación que fue interpretada por los medios de comunicación rusos como disculpa. “Al final Erdogan tuvo que disculparse con Putin”, dijo Borshchevskaya. “Por lo tanto, Erdogan tiene más que perder que Putin”, apostilló.
Aunque las circunstancias han cambiado drásticamente en los últimos cinco años, la balanza comercial permanece inalterada. Si bien es cierto que la balanza favorece en gran medida a Rusia, también es cierto que Moscú no puede permitirse el lujo de enfrentarse directamente a Turquía en relación con Siria.
Sin embargo, mientras su alianza con Al-Asad permanezca intacta, es probable que cualquier acuerdo entre Erdogan y Putin marque un aplazamiento de una nueva confrontación sobre Idlib, en lugar de una garantía. “El principal problema de Idlib es el deseo del presidente Bachar al-Asad de establecer un control total de la zona y bloquear la frontera con Turquía, mientras que también ha empujado a 3 millones de la población suní, poco amistosa con Al-Asad, a suelo turco”, dijo Vladimir Frolov, un analista de asuntos exteriores ruso, al periódico The Guardian.