El referéndum de AMLO se estrella con un 7% de participación
México guarda un historial de poder ennegrecido. Los ocupantes de la jefatura del Estado azteca han estado envueltos en sospechas de deshonestidad, los que menos; y evidencias de corrupción, los que más. Este factor, sumado al rampante populismo del actual líder, provocó que el propio presidente Andrés Manuel López Obrador convocara el domingo un referéndum con un objetivo claro: matar dos pájaros de un tiro. Por una parte, cerrar filas en torno a su figura; por otra, perseguir judicialmente a sus predecesores en el cargo.
“¿Está de acuerdo o no que, dentro del marco constitucional y legal, se deben realizar acciones para aclarar las decisiones políticas tomadas por los políticos en el pasado, con el objetivo de garantizar la justicia y los derechos de las víctimas potenciales?”, rezaba la pregunta emitida en la consulta. Para algunos, una cuestión del todo ambigua. Sin embargo, así lo decidió la Suprema Corte de Justicia para evitar que esta señalara explícitamente a particulares.
López Obrador emplazó para el domingo 1 de agosto la celebración de una votación popular para decidir si se procesa o no a los cinco últimos mandatarios mexicanos: Carlos Salinas de Gortari, presidente entre los años 1988 y 1994; Ernesto Zedillo, en el cargo desde 1994 hasta el 2000; Vicente Fox, jefe de Estado entre 2000 y 2006; Felipe Calderón, líder hasta 2012 y, por último, Enrique Peña Nieto, predecesor directo de AMLO. El actual mandatario acusó a todos ellos de tomar decisiones en contra de los intereses del país, y han sido señalados por malversación, enriquecimiento ilícito y corrupción.
El propio López Obrador avanzó que votaría “no” en la consulta, aunque después admitió que no participaría: “No es mi fuerte la venganza”, añadió. Sin embargo, el líder ha tratado de promover la participación. Un impulso que no ha demostrado ser suficiente. El plebiscito ha supuesto un mazazo a sus expectativas porque, a pesar de que el 90% de los electores ha votado “sí”, la afluencia a las urnas ha resultado mínima. Tan solo el 7% de los mexicanos ha participado en la consulta.
Para ser vinculante, el referéndum exigía una participación superior al 40%. Más de 37 millones de mexicanos debían acudir a las urnas para proyectar la suficiente legitimidad al plan de López Obrador. Por el contrario, los colegios electorales apenas han estado transitados. Muchos de ellos, incluso, completamente vacíos. La consulta pretendía saciar las exigencias de una parte de la sociedad mexicana compuesta, al menos, por dos millones de personas que firmaron en 2020 una petición firmaron una petición para imputar a los expresidentes. Sin embargo, las preocupaciones de los mexicanos parecen diferir de la interpretación de AMLO. Algunos consideran la votación como un mero ejercicio de propaganda.
La consulta ha provocado la colisión entre Morena, la formación política del presidente, y el Instituto Nacional Electoral (INE). El director de la institución, Lorenzo Córdova, fue acusado por el representante de Morena ante el organismo de querer sabotear el plebiscito tras reducir el número de mesas de votación con respecto de los últimos comicios. Las fricciones de AMLO y el oficialismo han sido constantes desde su llegada al poder. En cualquier caso, Córdova ha puesto en valor el resultado de la consulta por “ser la primera con certeza y legalidad”.
La secretaria general de Morena, Citlalli Hernández, ha tildado la votación de éxito simplemente por el hecho de haberse celebrado: “Ganó el sí y comienza una nueva etapa contra la impunidad en nuestro país en donde las víctimas estarán en el centro. El clamor de justicia de la gente superó enormemente el no. ¡Que su voz nunca sea olvidada!”. El tono de la oposición no se ajusta a este marco. El líder nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Jesús Zambrano, ha calificado la consulta como farsa y ha puesto de relieve el fracaso del envite populista de López Obrador.
Coordinador América Latina: José Antonio Sierra.