Felipe VI llama a evitar que el germen de la discordia vuelva a instalarse entre los españoles, en un mensaje de Navidad donde pide que las instituciones del Estado se respeten mutuamente en el ejercicio de sus competencias

El Rey advierte de que fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles, ni paz ni libertad

El Rey durante el Mensaje de Navidad © Casa de S.M. el Rey

El rey Felipe VI envía un contundente y claro mensaje a todos los actores políticos españoles sobre la necesidad de unidad para solucionar problemas y afrontar el futuro y de respeto a la Constitución. 

En su mensaje de Navidad, en un escenario en el Palacio de la Zarzuela donde destacaba la foto de la Princesa Leonor en la ceremonia de su jura de la Constitución, el jefe del Estado utilizó un gesto serio y firme de acuerdo a la gravedad de las circunstancias que denunciaba y un tono político equilibrado para garantizar la neutralidad que precisamente le impone la Constitución a la que puso en un valor máximo para la democracia, la convivencia, la paz y la libertad en España. 

Acto de jura de la Constitución por la Princesa Leonor  © Casa de S.M. el Rey

El monarca reconoció que había muchos problemas cotidianos de los ciudadanos españoles que debían ser objeto de su atención, pero en este momento argumentó que su deber era referirse a lo que está ocurriendo con la Constitución y con España

Las referencias a la unidad y al consenso, a la división como causa de muchos errores de nuestra historia, a la conciencia del gran país que tenemos, al respeto entre las instituciones cada una en el lugar que le corresponde, a conservar la identidad e integridad de la Carta Magna como garantía imprescindible para los españoles, el respeto a la Constitución porque fuera de ese respeto “no hay democracia ni convivencia posibles... Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad”.

El Rey durante el Mensaje de Navidad
© Casa de S.M. el Rey

Felipe VI utilizó una pausa significativa, un silencio muy valorativo, para lanzar una relevante advertencia mirando fijamente a la cámara al señalar el mandato al que estamos obligados todos “evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir…”

El Rey insistió una vez más en llamar la atención sobre el gran país que tenemos y en asegurar que España seguirá adelante en un camino donde “siempre estará la Corona, no solo porque es mi deber como Rey, sino también porque es mi convicción”. 

El Rey durante el Mensaje de Navidad
© Casa de S.M. el Rey

  
Frases destacadas
 
"...Fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad..."
 
«La razón última de nuestros éxitos y progresos ha sido la unidad de nuestro país. Será la clave para afrontar con éxito los complejos retos de futuro a los que España se enfrenta hoy…».
 
«Evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir…».
 
«Uno de nuestros grandes activos en democracia es, precisamente, esa convivencia basada en sentimientos compartidos y en la búsqueda común del bienestar y la prosperidad de todos…».
 
«Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos, para así sentirlo más y cuidarlo entre todos…».
 
«Cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde…».
 
«Debemos respetar también a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio. Debemos velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país…».
 
«España seguirá adelante. En ese camino estará siempre la Corona; no sólo porque es mi deber como Rey, sino también porque es mi convicción…».

 

El Rey durante el Mensaje de Navidad
© Casa de S.M. el Rey

 
TEXTO ÍNTEGRO DEL MENSAJE DE NAVIDAD DEL REY
 
Como cada Nochebuena, tengo la oportunidad de felicitaros la Navidad y de transmitiros, junto a mi familia, nuestros mejores deseos. Es una tradición que me agrada mantener y que también me permite hacer llegar a vuestros hogares algunas reflexiones sobre nuestro presente y sobre los retos que se nos plantean como país.

Las dificultades económicas y sociales que afectan a la vida diaria de muchos españoles son una preocupación para todos. Una preocupación que se manifiesta, especialmente, en relación con el empleo, la sanidad, la calidad de la educación, el precio de los servicios básicos. Desde luego también con la inaceptable violencia contra la mujer o, en el caso de los jóvenes, con el acceso a la vivienda.

Así pues, son muchas las cuestiones concretas que me gustaría abordar con vosotros hoy, si bien esta noche quiero centrarme en otras que también tienen mucho que ver con el desarrollo de nuestra vida colectiva. Es a la Constitución y a España a lo que me quiero referir.

Este año, nuestra Constitución ha cumplido 45 años. Durante estos años de vida democrática, la Constitución, que la Princesa de Asturias juró el pasado 31 de octubre, ha estado presente ininterrumpidamente en nuestras vidas. Y es, sin duda, el mejor ejemplo de la unión y convivencia entre españoles.

No podemos olvidar que uno de nuestros grandes activos en democracia es, precisamente, esa convivencia basada en sentimientos compartidos y en la búsqueda común del bienestar y la prosperidad de todos.

En Asturias en octubre pasado, señalé -y así lo creo-, que es con la unión, con el esfuerzo colectivo y con las actitudes solidarias como se construyen las grandes obras, las que trascienden a las personas, las que duran y permanecen en el tiempo. Es así como un país progresa.

Naturalmente, en España todo ciudadano tiene derecho a pensar, a expresarse y defender sus ideas con libertad y respeto a los demás. Pero la democracia también requiere unos consensos básicos y amplios sobre los principios que hemos compartido y que nos unen desde hace varias generaciones.

Y esa unión, que tiene profundas raíces históricas y culturales, debe descansar sobre todo en los valores que rigen toda convivencia democrática: la libertad, la justicia, la igualdad, el pluralismo político.
Esos son los valores que nos cohesionan, que le dan fortaleza y permanencia a un sistema democrático como el nuestro.

Y así los define y establece nuestra Constitución, que ha sido el mayor éxito político de nuestra reciente historia, y que supuso la culminación de un proceso que mereció una admiración y un reconocimiento internacional extraordinarios.

Gracias a ella, España consiguió construir y consolidar una democracia plena, abierta e integradora, un Estado Social y Democrático de Derecho, que ha asegurado nuestra convivencia y que nos ha permitido superar diversas y graves crisis en los últimos años. Esa es la evidente realidad de nuestra historia reciente constitucional.

Gracias a la Constitución conseguimos superar la división, que ha sido la causa de muchos errores en nuestra historia; que abrió heridas, fracturó afectos y distanció a las personas. Superar esa división, por tanto, fue nuestro principal acierto hace ya casi 5 décadas. Por eso, evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros es un deber moral que tenemos todos. Porque no nos lo podemos permitir.

Y hay otra dimensión de la Constitución en la que a menudo no reparamos, y que sin duda es también muy importante: La que nos permite asegurar nuestro modelo de vida, nuestra forma de vivir y de entender la vida. Expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad, es sin duda clave en nuestro día a día. También lo es, acceder a una vivienda, formar una familia, contar con ayuda social o disponer de un retiro digno... Todos esos hechos diarios -y muchos más- son los que la Constitución ampara, garantiza y protege.

Por ello, quiero reivindicar la Constitución no solo como valor democrático de presente y de futuro, sino también como instrumento y garantía imprescindible para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo con confianza, con estabilidad, con certidumbre. Para que podamos disfrutar libremente de una vida en la que cada uno -con sus circunstancias- pueda ver razonablemente satisfechas sus legítimas expectativas, sus ambiciones, proyectos y necesidades.

Pero es evidente que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido no solo se requiere que la respetemos, sino también que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa; su razón de ser como pacto colectivo de todos y entre todos para un propósito compartido.

Y, finalmente, exige que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro aprobado por todos los españoles, como legítimos titulares que son de la soberanía nacional.

Por tanto, fuera del respeto a la Constitución no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad. Fuera de la Constitución no hay una España en paz y libertad.
Y junto a la Constitución, España.

Los españoles iniciamos hace ya casi medio siglo un nuevo camino; lo hicimos juntos, democráticamente, en un proyecto común. Aprobamos una visión compartida de España que reconoce el derecho de todos a sentirse y a ser respetados en su propia personalidad y en su cultura; con sus lenguas, tradiciones e instituciones.

Y hoy, España es una sociedad fuerte, que ha demostrado muchas veces los valores que forjan nuestro sentido como comunidad política:

Hemos sido solidarios con quienes han sufrido la adversidad;

Hemos tenido un comportamiento cívico ejemplar en la superación de la COVID;

Hemos demostrado coraje, dignidad y principios frente al terrorismo;

Y hemos expresado y -sobre todo- defendido nuestros valores constitucionales cuando estos han estado en cuestión o se han puesto en riesgo.

Y todo ello, también lo hemos hecho juntos y de acuerdo con el marco constitucional, decidido por todos los españoles.

La razón última de nuestros éxitos y progresos en la historia reciente ha sido precisamente la unidad de nuestro país, basada en nuestros valores democráticos y en la cohesión, en los vínculos sólidos del Estado con nuestras Comunidades Autónomas y en la solidaridad entre todas ellas... Basada también en nuestra apertura al exterior con una profunda vocación iberoamericana y europea. Precisamente, España ha presidido el Consejo de la UE durante el último semestre, en el que se ha reforzado la unidad de Europa.

No tengo duda de que la unidad, será también la clave para que podamos afrontar con éxito los serios y complejos retos de futuro a los que España se enfrenta hoy.

Para abordar ese futuro, todas las instituciones del Estado tenemos el deber de conducirnos con la mayor responsabilidad y procurar siempre los intereses generales de todos los españoles con lealtad a la Constitución. Cada institución, comenzando por el Rey, debe situarse en el lugar que constitucionalmente le corresponde, ejercer las funciones que le estén atribuidas y cumplir con las obligaciones y deberes que la Constitución le señala.

Debemos respetar también a las demás instituciones en el ejercicio de sus propias competencias y contribuir mutuamente a su fortalecimiento y a su prestigio. Y finalmente debemos velar siempre por el buen nombre, la dignidad y el respeto a nuestro país.

España ha tenido a lo largo de su historia, durante siglos, la responsabilidad de influir en el rumbo de la Humanidad. Como también ha atravesado períodos de tragedia, silencio, aislamiento y dolor. Pero el pueblo español los ha superado siempre; ha conseguido sobreponerse, sabiendo elegir su camino con fortaleza y con el orgullo de los pueblos que son y quieren ser.

Deberíamos tomar mayor conciencia del gran país que tenemos, para así sentirlo más y cuidarlo entre todos. Así podremos cumplir mejor con la obligación de la que hablé hace unas semanas en las Cortes: la de garantizar a las jóvenes generaciones el legado de una España unida, cohesionada, con voluntad de entendimiento, y sólida en sus convicciones democráticas, cívicas y morales; el legado de una España respetada, de una Nación querida, en la que puedan continuar desarrollando sus vidas de manera libre, de manera segura en un entorno de estabilidad y confianza.

España seguirá adelante. Con determinación, con esperanza, lo haremos juntos; conscientes de nuestra realidad histórica y actual, de nuestra verdad como Nación. En ese camino estará siempre la Corona; no solo porque es mi deber como Rey, sino también porque es mi convicción.

Gracias por vuestro tiempo en esta noche y junto a la Reina, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía os deseamos una feliz Nochebuena, con un recuerdo muy especial para quienes, en este momento, con dedicación y entrega, velan por la seguridad de todos, y por el funcionamiento de los servicios públicos.

A todos, Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal y Boas festas.  Muy buenas noches; y Feliz y próspero año 2024.