La Siria post-Assad: una nueva era de caos e inestabilidad

El líder del grupo yihadista sirio Hayat Tahrir al Sham (HTS), Ahmed Husein al Shara, conocido como Abú Mohamed al Golani
Los acontecimientos de las últimas dos semanas en Siria han sorprendido a todo el mundo, incluidos los principales actores involucrados en el conflicto sirio, entre los que están Estados Unidos y Rusia
  1. Vacío de seguridad y venganza colectiva
  2. El futuro de Siria: en el aire

El desmoronamiento y el colapsó a una velocidad que nadie esperaba dejó vía libre a las organizaciones armadas extremistas de tinte islamista que tomaron Damasco sin ninguna batalla.

Después de casi 14 años de un conflicto sangriento en Siria, el régimen cayó y su cabeza, Bachar al Asad, huyó a Rusia después de haber sido pieza clave de este conflicto que adquirió dimensiones regionales.

Pero con el fin de la era Asad, comienza una nueva etapa de caos y violaciones, ya que muchas agresiones sexuales fueron registradas a los pocos días de tomar el control de las organizaciones armadas.

Vacío de seguridad y venganza colectiva

Muchas regiones sirias, especialmente en Damasco y sus alrededores, Homs y Alepo, fueron testigos de represalias y ejecuciones sobre el terreno contra exfuncionarios y oficiales acusados ​​de cometer violaciones.

Estas violaciones culminaron con escenas de la quema de la tumba de Hafez al Asad, padre de Bachar al Asad en Qardaha, su ciudad natal, un acto dee profanación que fue considerado una provocación y un insulto a la minoría alauita a la que pertenece el clan Asad.

Escenas de violencia y violaciones: informes de organizaciones de derechos humanos y testigos presenciales confirmaron múltiples crímenes durante los últimos días, entre ellos:

Ejecuciones fuera de la ley: las redes sociales recogieron imágenes de ejecuciones sobre el terreno y torturas en las inmediaciones de Damasco, Hama y Homs, y se grabaron varios casos de ejecuciones de personas que se creía que trabajaban para los servicios de seguridad del régimen caído.

Saqueos y robos: el primer día de la caída de Damasco, las cámaras captaron a civiles y hombres armados saliendo por las puertas del Banco Central sirio cargando miles de millones de libras sirias, estas imágenes se repitieron en varias instituciones gubernamentales.

Detenciones arbitrarias: se detuvo a civiles sin cargos claros, en medio de denuncias de tortura y malos tratos.

Ataques sectarios: en zonas multi confesionales se produjeron actos de violencia contra grupos específicos, en una dolorosa reproducción del conflicto de sectario que desgarró a Siria, al mismo tiempo que miles de familias de la minoría alauita huían hacia los países vecinos, especialmente hacia el Líbano, donde no se les permitió cruzar las fronteras, algo que presagia una nueva crisis de refugiados que recuerda al éxodo de millones de sirios que en el año 2015 se dirigieron hacia los países europeos, entre los que se encontraba España.

Reacciones internacionales: varios países, incluidos europeos, anunciaron que siguen de cerca la situación y los pasos de las facciones armadas, encabezadas por Hayat Tahrir al Sham, la facción más grande y dominante que debía lealtad declarada a Al Qaeda. HTS, la organización predominante en Siria sigue estando en la lista de las organizaciones terroristas para muchos países, incluidos los dos principales actores en Siria, Estados Unidos y Turquía.

El futuro de Siria: en el aire

Las escenas de hombres armados de la organización terrorista ISIS desfilando por las calles y ondeando la bandera de la organización generaron temores locales e internacionales de que se repita el mismo escenario ocurrido en la ciudad iraquí de Mosul en el año 2014, esta organización controló la ciudad iraquí y llevó a cabo violaciones que están todavía presentes en la memoria.

Con la ausencia de un gobierno central o una autoridad de transición para gobernar el país, y con los militantes marchando hacia Damasco en busca de funcionarios del régimen de Asad para hacer que rindan cuentas, Siria parece estar enfrentando un futuro desconocido, y las facciones armadas, la mayoría de ellas extremistas islámicos y hombres barbudos y vestidos cortos que se unieron contra Assad, enfrentan ahora el desafío de mantener su cohesión en medio de una proliferación sin precedentes de armas ligeras y pesadas en el país.

Finalmente, la caída de Bachar al Asad abrió un nuevo capítulo en la historia de Siria, pero no puso fin al sufrimiento del pueblo sirio. El mayor desafío al que se enfrentan ahora los sirios es cómo pueden superar el legado de violencia y conflictos sectarios y construir un país basado en la justicia y la igualdad en un contexto dominado por organizaciones extremistas conocidas por su sangrienta historia contra las minorías y en medio del odio y los deseos de venganza que no se esconden, lo que respalda especialmente los temores es el ataque a las zonas de minoría kurda en la región de Deir ez-Zor, que presagia un nuevo conflicto étnica, además de las guerras sectarias que llevan aproximadamente una década y media junto al terrorismo y a la violencia que han dejado al país destrozado.

La comunidad internacional está llamada a intervenir urgentemente para garantizar la protección de los civiles y desarrollar una hoja de ruta para lograr la estabilidad y la reconstrucción de Siria, pero estas esperanzas parecen descabelladas a la luz del control de HTS y de las facciones islámicas extremistas en todo el país, especialmente a la luz de las aterradoras prácticas terroristas que estas facciones han demostrado hasta ahora.