Siria, una lucha continua contra los rebeldes
Deraa, la ciudad que fuera la cuna de la revolución en 2011, ha vuelto a ser protagonista estos días por nuevos choques entre los grupos rebeldes y las fuerzas gubernamentales. La situación en esta localidad se deterioró de manera brusca cuando el pasado 26 de mayo la población local decidió boicotear las elecciones presidenciales, en las que el eterno presidente Bachar al-Asad salió victorioso con el 95% de los votos.
El boicot a las elecciones despertó la alarma de una posible insurrección en esta región, uno de los mayores bastiones rebeldes, durante la guerra civil que aún continúa y que hasta 2018 el régimen sirio no consiguió controlar. El Ejército sirio, respaldado por Rusia, retomó el control de la ciudad de Deraa, así como de la provincia homónima del suroeste, de manos de los rebeldes después de siete años de guerra.
En virtud de un acuerdo de reconciliación mediado por Moscú en julio de 2018, los rebeldes afincados en Deraa aceptaron entregar sus armas y, a diferencia de otras zonas de la oposición recuperadas por Asad, la mayoría de los habitantes de esta ciudad permanecieron en sus casas en lugar de ser trasladados en autobús a la provincia de Idlib, en la frontera con Turquía, último bastión rebelde. A pesar de este acuerdo, dos años después, el régimen sirio desconfía de la lealtad de los ciudadanos de la ciudad de Deraa, y más tras el boicot y las protestas que tuvieron lugar en esta región tras las elecciones presidenciales del pasado mes de mayo. Miles de manifestantes se reunieron en Deraa al-Balad así como en otros puntos de la región para denunciar la “falsedad” de los comicios y exigir el fin del régimen.
Este hecho ha tenido sus consecuencias y es que desde finales del mes de junio el Ejército sirio ha cercado el distrito de Deraa al-Balad, según indican desde el Gobierno de Damasco, como consecuencia de la negativa por parte de los rebeldes a entregar sus armas ligeras y permitir la creación de puestos de control de las fuerzas leales a Al-Asad en Deraa al Balad. "Decenas de miles de civiles de la ciudad de Deraa están al borde de una crisis humanitaria después de estar bajo el asedio de las fuerzas del régimen y Rusia, que han empezado a bombardear indiscriminadamente los barrios residenciales del distrito", indicó la Defensa Civil Siria o como es comúnmente conocida los famosos Cascos Blancos en su cuenta de Twitter.
Tras más de 35 días de asedios, los enfrentamientos entre los grupos insurgentes y las fuerzas leales al régimen han llegado a su punto más álgido causando la muerte de al menos 18 personas en lo que el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) ha calificado como "los enfrentamientos más violentos desde que se halla bajo el control del régimen".
Según ha hecho público el Observatorio Sirio, los opositores armados han conseguido tomar "más de 18 puestos de control" de la zona, mientras que las tropas sirias se han retirado de tres localidades, por lo que la cifra de ciudades recuperadas por las facciones asciende ya a 11. Asimismo, recogen que los rebeldes han logrado "capturar al menos a 40 fuerzas del régimen y milicias leales" durante los combates.
La provincia de Deraa es uno de los muchos puntos calientes que existen en Siria. A pesar de estar bajo el control del régimen de Bachar al-Asad desde 2018 aún existen muchas zonas donde el Ejército sirio no ha logrado entrar y aún sigue existiendo fuerte presencia rebelde. En un primer momento, el Comité Central de Deraa y el Gobierno sirio alcanzaron un acuerdo para el levantamiento del cerco y la aceptación de las principales demandas de Damasco, pero el Ejército sirio sufrió una serie de ataques tras entrar a la zona para implementar el pacto, que finalmente ha provocado su fracaso y el inicio de una ola de violencia.
Siria continúa siendo un país en guerra donde el régimen controla alrededor del 80% del territorio y mantiene una fuerte campaña de represión contra opositores y disidentes. Las elecciones presidenciales del pasado mes de mayo, a parte de tratar de legitimar un cuarto mandato de Bachar al-Asad bajo un procedimiento supuestamente democrático, han buscado ofrecer una imagen de normalidad tras diez años de guerra civil.
De esta forma, Bachar al-Asad pretende colocar al país árabe en el plano internacional y volver a jugar un papel determinante en la región, así como establecer relaciones con sus países vecinos, unas relaciones estancadas desde el inicio de la guerra.