Los talibanes ahogan las reivindicaciones de igualdad e inclusión expresadas por las mujeres
A falta de cinco días para que se cumpla un mes de la caída de Kabul, los talibanes tratan de imponer su régimen con las miras puestas en echar a rodar cuanto antes el autodenominado Emirato Islámico. Sin embargo, aquel Afganistán en que gobernaron con mano de hierro desde 1996 hasta 2001 no es el mismo país. Algo parece haber cambiado en la actitud de una buena parte de la sociedad afgana. Aquellos que han decidido quedarse o, por el contrario, no han tenido opciones de abandonar su tierra están dispuestos a defenderse y cuentan con la ayuda de una nueva y poderosa arma que no existía a principios de siglo: internet.
Con móvil en mano y grabación en marcha, centenares de personas han tomado las calles en varios puntos del país para protestar contra los insurgentes. El miércoles, un grupo de mujeres se concentró en un barrio al noroeste de Kabul habitado por la minoría hazara, una etnia de confesión chií históricamente marginada en Afganistán, para defender sus derechos y exigir un hueco en el gabinete interino anunciado por el portavoz talibán, Zabihullah Mujahid. “Queremos igualdad, queremos mujeres en el Gobierno”, coreaban las asistentes. Los fundamentalistas acallaron las proclamas a golpes y con disparos al aire.
Si no perdidas, sus libertades civiles están en juego. Los rostros femeninos dibujados en los muros han sido escondidos a brochazos y su presencia por las calles ha sido escasa tras la toma de la capital. De hecho, una de las últimas decisiones de los fundamentalistas ha sido la de prohibir a las mujeres practicar deporte. Naciones Unidas ha denunciado los hechos al tiempo que ha puesto en duda los cantos de sirena de los insurgentes. Las promesas de defender sus derechos no se han cumplido, y la ONU asegura que los talibanes han desechado “la primera oportunidad” de demostrar su compromiso.
Las protestas en Afganistán no han estado protagonizadas únicamente por mujeres. Las concentraciones han venido reproduciéndose a lo largo de la semana a pesar de la agresiva reacción de los fundamentalistas y muchas han ido dirigidas contra la injerencia pakistaní en el país. Un secreto a voces que se avivó con la visita del director del Servicio de Inteligencia de Pakistán (ISI), quien mantuvo un encuentro con los altos cuadros del organigrama talibán.
Al menos dos manifestantes murieron y otros siete resultaron heridos durante una protesta en Herat, la tercera ciudad más extensa del país, después de que los talibanes abrieran fuego contra la multitud. Además, la represión contra los medios de comunicación también se ha recrudecido tras los malos tratos ejercidos sobre cinco periodistas del periódico kabulí Etilaatroz, retenidos por cubrir las manifestaciones. Los informadores han publicado a través de Twitter una serie de imágenes mostrando las marcas de los reiterados latigazos.
El desarrollo de las concentraciones ha trascendido fronteras gracias a los corresponsales y plataformas digitales, que han puesto de relieve la falta de apoyos talibán dentro del país centroasiático. Para mitigar su imagen de debilidad interna, el grupo insurgente prohibió el miércoles todas las concentraciones alegando una “alteración del orden público”. A partir de esta semana, todo aquel que desee convocar protestas deberá trasladar una petición a los departamentos de Seguridad con 24 horas de antelación, según trasladaron los talibanes a través de un comunicado. Los insurgentes deberán conocer, además, la hora y el lugar, así como los eslóganes y exigencias de los organizadores.
El aeródromo internacional Hamid Karzai, inutilizado desde el despegue del último vuelo estadounidense a finales de agosto, ha reanudado sus operaciones. El primer viaje comercial procedente de Kabul tomó tierra el jueves en Doha. A bordo de un Qatar Airways, hasta 115 pasajeros afganos y de otras nacionalidades han dejado atrás el país centroasiático. En principio no serán los únicos, ya que en los próximos días se repetirá el mismo trayecto. El Gobierno talibán aprobó una nueva expedición conformada por 200 personas, en su mayoría ciudadanos estadounidenses.
El emisario qatarí en Kabul, Mutlaq al Qahtani, adelantó la reanudación de las operaciones y aseguró que habrá más vuelos entre Doha y la capital afgana. “El aeropuerto de Kabul está en pleno funcionamiento. Nuestra primera preocupación es la seguridad de la navegación aérea”, trasladó. Al Qahtani matizó que “no estamos hablando de evacuación, sino de libre movimiento”. “Aquellas personas que tienen pasaporte o documentos de viaje y una tarjeta para subir al avión, podrán viajar”, sentenció.