El terrorismo yihadista pone al Gobierno francés contra las cuerdas
Paco Soto
Pie de foto: Unos gendarmes patrullan en las calles de Niza después del atentado terrorista del 14 de julio.
El atentado terrorista que el pasado 14 de julio acabó con la vida de 84 personas y provocó un centenar de heridos en Niza, ha puesto al presidente de la República francesa, François Hollande, y al Gobierno de Manuel Valls contra las cuerdas. La segunda potencia de la Unión Europea (UE) se encuentra en una difícil situación política, institucional, económica y social. El feroz terrorismo yihadista ha convertido a Francia en el principal blanco de sus ataques, aunque no en el único en el Viejo Continente. Ningún país del mundo occidental y musulmán está a salvo de la barbarie terrorista, que tiene sólidos apoyos en regímenes antidemocráticos del Golfo. Países con los que Francia mantiene excelentes relaciones diplomáticas, económicas y militares. El presidente Hollande y el Gobierno socialista de Valls se encuentran en una situación muy delicada; tratan de convencer a la deprimida opinión pública francesa que controlan la situación e intentan parar los golpes políticos de la derecha conservadora y la extrema derecha xenófoba. En materia antiterrorista, el Ejecutivo galo defiende su balance frente a las acusaciones de Nicolas Sarkozy, que dentro del partido de centroderecha Los Republicanos (LR) representa una corriente ‘dura’ y netamente conservadora. Tres días después del atentado de Niza, Sarkozy aseguró a la cadena de televisión TF1 que el Gobierno de Valls “no ha hecho todo lo que pudo haber hecho en 18 meses” en la lucha contra el yihadismo.
La “guerra total” de Sarkozy
El presidente de LR y exjefe del Estado defendió la idea de “guerra total” contra el terrorismo y se pronunció a favor de expulsar del país a los yihadistas extranjeros fichados por las fuerzas de seguridad y vigilar estrechamente a los que “representan un riesgo de radicalización”. Además, Sarkozy defendió la intervención militar terrestre de estados “aliados” de Francia en Irak y Siria, y celebró la alianza con Rusia. El primer ministro Valls y el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, se defendieron de los ataques de la derecha diciendo que “ningún gobierno ha hecho tanto hasta ahora en la lucha antiterrorista”. Ambos responsables gubernamentales hicieron un llamamiento a la “unidad nacional” contra el yihadismo combatiente, y valoraron positivamente una serie de medidas tomadas en la actual legislatura por Matignon, como la reforma de los servicios de información, la adopción de tres leyes antiterroristas y un nuevo despliegue policial en todo el territorio nacional. En una entrevista con Le Journal du Dimanche, Valls criticó a “ciertos políticos irresponsables que han dicho que el atentado [de Niza] pudo evitarse”. Valls fue muy duro con el exalcalde de derecha de Niza y actual presidente del Consejo Regional de Provenza-Alpes-Costa Azul, Christian Estrosi, y el dirigente de LR Alain Juppé, y calificó sus críticas al Gobierno en la lucha antiterrorista de “deriva demagógica”.
Pie de foto: El primer ministro francés, Manuel Valls.
Unidad nacional
Christian Estrosi no tuvo en cuenta la posición de Valls y Cazeneuve y declaró al semanario Le Point que “el pueblo no está en la unidad nacional”. Por su parte, Juppé, alcalde de Burdeos, manifestó al diario Le Parisien que “el fatalismo [del Gobierno] no es una política” adecuada para combatir el terrorismo. Asimismo, el diputado Eric Ciotti, un político cercano a Sarkozy, consideró que “los franceses se dan cuenta que la unidad nacional es indispensable si es eficaz”, porque “necesitamos un rearme jurídico, militar y moral” en Francia. La derecha francesa, que a finales del próximo mes de noviembre celebrará elecciones primarias de cara a los comicios presidenciales de 2017, quiere convertirse en fuerza hegemónica y capaz de canalizar el enorme descontento social de los franceses y la angustia que genera el terrorismo. En este sentido, LR mantiene un discurso guerrero de cara al terrorismo, porque quiere quitarle votos al extremista Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen.
Como ha ocurrido tantas veces en España, el terrorismo también se ha convertido en Francia en un instrumento de combate electoral entre adversarios políticos. La derecha vio con buenos ojos que Hollande decidiera prolongar el estado de urgencia decretado para hacer frente al terrorismo, pero pide más control y vigilancia del territorio por parte de las fuerzas policiales y militares. Algunas diputados socialistas, como Sébastien Pietrasanta, también. Los conservadores piensan que “el estado de urgencia no tiene que ser virtual” y se decantan por una estrategia antiterrorista contundente y sin concesiones. Jean-Luc Mélenchon y otros dirigentes de la izquierda radical cuestionan esta estrategia porque la consideran peligrosa para la democracia.
Pie de foto: El dirigente conservador y expresidente Nicolas Sarkozy.
Desconfianza de los franceses
En este contexto de enorme crispación y división, Marine Le Pen acusa a “Hollande, Valls, Cazeneuve, Sarkozy y consortes” de debilidad frente al terror yihadista. Utiliza la tragedia de Niza para golpear y debilitar a la derecha y la izquierda institucionales, agitar el espectro de “un islam agresivo y antifrancés” y sacar rédito de la crisis política, social y económica y de los atentados terroristas. Sin lugar a duda, Le Pen está consiguiendo sus objetivos. El FN ha ganado muchas batallas en el terreno de las ideas sin que ni las derechas ni las izquierdas políticamente debilitadas y ética y moralmente desarmadas hayan podido frenar el auge del ultraderechismo xenófobo. Las retorcidas y antidemocráticas ideas del FN se han normalizado socialmente y gozan de buena salud. La mayoría de los franceses no se cree lo que dice el Gobierno de Manuel Valls. Según un sondeo de IFOP publicado por el diario conservador Le Figaro, apenas 33% de los franceses confían en lo que hace el Gobierno en materia antiterrorista. En cambio, la confianza en la Policía, la Gendarmería y los servicios de información sigue siendo alta: 84%, tres puntos menos que en noviembre de 2015. 88% de los franceses creen que el Gobierno no hace lo suficiente en el área judicial contra los terroristas detenidos, y 50% de la población está a favor de que siga vigente el estado de urgencia.
Una pregunta a los gobernantes
Así las cosas, François Heisbourg, investigador y consejero especial en la Fundación para la Investigación Estratégica, en una entrevista con el diario de centroizquierda Le Monde, se muestra crítico con la lucha antiterrorista llevada a cabo por el Gobierno francés. Coautor del documento La France face au terrorisme (Francia frente al terrorismo), hecho público en 2006, y de sucesivos Libros Blancos sobre seguridad y defensa, Heisbourg se pregunta: “¿Cuántos muertos y heridos, cuántas familias destrozadas, cuántos franceses asustados y aliados desconcertados vamos a necesitar para que las autoridades de nuestro país reaccionen?” El investigador reconoce, sin embargo, que “el antiterrorismo, como la lucha contra otras formas de criminalidad extrema, es un combate a largo alcance, sin recetas milagrosas”. Por su parte, el politólogo, especialista en el islam y el mundo árabe y académico francés Gilles Kepel, en declaraciones a Le Figaro, recalca que ha nacido y consolidado en el seno del yihadismo combatiente “una tercera generación” en Francia.
En su editorial del pasado domingo, el diario de izquierda Libération se interroga sobre el drama de Niza. Titulado ‘Después de Niza, una carta a los que saben’, el periodista David Garzon reconoce que “estamos desamparados” frente al terror yihadista. El editorial de Libération critica las “polémicas inútiles” sobre cuestiones como el mantenimiento del estado de urgencia, y destaca que “hacemos frente a una amenaza nueva y desconocida que golpea aún más fuerte cuando creemos que está debilitada”. El diario parisino advierte de que “la mayor victoria” de Daesh sería “dividir a nuestra sociedad y hacer creer que unos actos aislados o preparados pueden derribar una democracia entera”. “En un periodo de incertidumbre y caos”, pone de manifiesto el citado rotativo, “lo esencial es que hoy tenemos que levantar un frente común” contra el yihadismo.
Pie de foto: Manifestación contra el terrorismo en Niza tras el atentado contra Charlie Hebdo, en enero de 2015.
“Vivero de yihadistas”
Mientras seis personas permanecen detenidas en el marco de la investigación del atentado de Niza llevado a cabo por Mohamed Lahouaiej Bouhlel, un joven de 31 años de origen tunecino, violento, maltratador, bebedor de alcohol, adicto al juego y pendenciero, además de ligón y poco religioso, centenares de personas han sido interrogadas por las fuerzas de seguridad en calidad de testigos de la matanza. La investigación será larga y difícil, y los servicios antiterroristas tratarán de no dejar ningún cabo suelto en su trabajo. La relación de Lahouaiej Bouhlel con redes yihadistas en Francia y otros lugares es clave para la investigación. Cabe destacar sobre esta cuestión que Niza, según diversas informaciones periodísticas, es un feudo yihadista. “Niza: un vivero de yihadistas”, tituló el diario catalán La Vanguardia en su edición del 18 de julio. Según cuenta dicho medio: “La Niza que conocemos es la ciudad azul, el paraíso del turismo más chic de la Riviera. Pero en las entrañas de la ciudad, en Saint-Augustine, en Saint-Roch y en l’Ariane, se encuentra la otra Niza: unas zonas deprimidas donde los jóvenes frustrados parecen tenerlo fácil para caer en las garras del yihadismo. En una de estas zonas, llamadas barrios ‘sensibles’, residía estos últimos meses el terrorista que el pasado día 14 arrolló a 84 vidas en el paseo de los Ingleses.
Según el ministro del Interior, Bernard Cazeneuve, Mohamed Lahouaiej Bouhlel, de 31 años y origen tunecino, habría sufrido una ‘radicalización exprés’. Si bien la premisa no coincide con el perfil del atacante –un delincuente de poca monta, que apenas asistía a la mezquita, bebía alcohol, fumaba hachís y comía carne de cerdo– ayer unos testigos aseguraron que era religioso y ‘últimamente llevaba barba’. Unas cámaras de seguridad lo filmaron estudiando el lugar [del atentado] dos días antes”. Recuerda La Vanguardia que en 2015 “el entonces alcalde, el conservador Christian Estrosi, dijo que al menos cien personas han partido rumbo a Siria o Iraq. Según Le Figaro, otras 515 están fichadas por radicalización y entre 2.000 y 3.000 respaldan la yihad ideológicamente”.