La vuelta al cole no sirve para el cese de los bombardeos rusos
La reportera y periodista María Senovilla, colaboradora de Atalayar, analizó desde el terreno el aumento de bombardeos producidos tanto en infraestructuras energéticas, como contra edificios civiles, y ahora también escuelas militares.
Además, analiza la profunda remodelación del Gobierno que ha hecho el presidente Volodímir Zelensky.
Ha arrancado el curso escolar, pero siguen los bombardeos. ¿Cómo está siendo el impacto de la Guerra?
Ha sido el arranque de curso escolar más sangriento que ha vivido Ucrania desde que accedió a la independencia hace más de 30 años. Esta semana arrancaban los colegios en aquellas partes donde la situación de seguridad permite ir físicamente a los niños, porque en otras muchas partes la educación sigue siendo online.
También hay que contar con esos millones de niños que están fuera de Ucrania, en otros países, y muchos de ellos también acceden de forma telemática a la educación. Pero para esas ciudades en las que sí que se han abierto los colegios, siempre y cuando tengan un refugio, el lunes es el primer día de clase.
Un par de horas antes de que empezaran los colegios, Rusia lanzó un nuevo ataque masivo en Kiev, que fue una de las ciudades donde más universidades se destruyeron. También hubo ataques en calles, en edificios civiles donde había colegios. Al día siguiente bombardeó de nuevo la universidad, esta vez en Sumy, y un día después bombardeaba un centro educativo.
Una escuela militar en Poltava, que era el equivalente a lo que tenemos en España como formación profesional. Era una escuela militar, pero para cadetes a partir de 16 años, que iban a estudiar cosas relacionadas con la comunicación, a la vez que aprendían la carrera castrense. En ese ataque se han confirmado más de 50 muertos y más de 220 heridos, aunque no han dado detalles, porque al ser una institución de carácter militar no se dan detalles.
Ha sido el arranque escolar más sangriento que se recuerda. Viene precedido de varias semanas de bombardeos contra esas infraestructuras eléctricas, contra esos edificios de carácter civil, que se están intensificando un 30%.
Se han intensificado los bombardeos rusos contra ciudades, contra objetivos civiles, en un 30%, sin que nadie haga nada contundente para poder pararlo. Y es una destrucción que se va acumulando, porque, precisamente, con motivo de que arrancaba el curso escolar, se publicaban cifras del impacto que ha tenido la guerra y los bombardeos en la educación, y se hablaba de más de 3.500 escuelas bombardeadas desde que empezó la invasión a gran escala en febrero de 2022. Son daños que se acumularán, será imposible reparar la mayor parte de esas escuelas, habrá que volver a construir. Mientras tanto, afortunadamente, tienen ese soporte para recibir las materias en línea, siempre que estén en un sitio donde tengan acceso a Internet y donde no estén bombardeados.
En cualquier caso, el impacto de la guerra en la educación está causando estragos. Ahora mismo, no se puede ver, porque es muy reciente, pero para las generaciones a las que ahora mismo les ha pillado en etapas críticas de su formación, el tremendo mazazo que supone esta forma de interrumpir sus vidas, sus carreras, el miedo que tienen que sentir los que siguen yendo de manera presencial a la escuela cada día cuando suenan las alarmas sabiendo lo que sucede es un daño que veremos a lo largo de la próxima década. Respecto a esta generación a la que le ha pillado la guerra en su etapa de formación académica, a ver las secuelas que les quedan y cómo se logran sobreponer a esta terrorífica situación.
Seguimos con penurias, María, porque llevas varios días conviviendo con personas evacuadas de zonas del Donbás ante el avance ruso. ¿Ha durado poco el optimismo de la ofensiva ucraniana en la región rusa de Kursk, o siguen manteniendo el optimismo a pesar de que les han tenido que evacuar?
En el Donbás la situación es absolutamente crítica. Se pensaba que, con esa ofensiva en suelo ruso, el Kremlin iba a trasvasar tropas hacia el norte y se iba a aliviar un poco la presión en el Donbás, pero ha sucedido justo lo contrario. Rusia ha pisado el acelerador, está avanzando en dirección a la ciudad de Pokrovsk, que hace unos pocos meses era una ciudad en la que ni de lejos se pensaba que iban a llegar las tropas rusas, y ahora mismo de Pokrovsk, que era una ciudad de 60.000 habitantes, han evacuado más de 35.000.
A eso se le suman las poblaciones de alrededor, que están todavía más pegadas a la línea del frente, a los que hay que sacar en coche blindado de sótanos prácticamente, porque la mayoría, como ahora la técnica de Rusia consiste en ablandar el objetivo, en bombardear la ciudad para luego tomarla, no queda títere con cabeza y están todas las casas bombardeadas. La gente que aún resiste y que espera la evacuación, normalmente, la esperan en sótanos. Eso me han contado estos días cuando he podido estar con ellos.
Desde hace ya un mes se están produciendo evacuaciones masivas, decenas de miles de personas de este trocito del Donbás, que aún sigue bajo el control del Gobierno de Ucrania. Se estaban haciendo estas evacuaciones por tren. Voluntarios y policía conseguían extraer a esas personas de los lugares más críticos en coches blindados. Los llevaban hasta Pokrovsk, hasta la estación de tren, y desde ahí partían a empezar una nueva vida, la mayoría no sabía ni dónde.
Pero es que hace dos días se deterioró tanto la situación de seguridad en Pokrovsk, las tropas ya están a menos de 10 kilómetros, se tuvieron que suspender esas evacuaciones en tren. Cuando llegué a esa ciudad a cubrir lo que estaban siendo las evacuaciones en tren me dijeron que estaban suspendidas, porque había riesgo de que Rusia tirara un misil en la estación de tren, como ya ha hecho otras veces en medio de las evacuaciones. Así que hubo que reconducir a centenares de personas para poder sacarlos por carretera.
Yo me subí a uno de esos autobuses que salían de Pokrovsk en dirección a la cercana provincia de Dnipró y pude compartir el viaje con esas personas que me contaron de dónde venían, cómo se había deteriorado la situación a lo largo de las últimas semanas, de qué forma de un momento, de un día para otro, lo habían perdido todo. Habían perdido su casa, su trabajo, su círculo social. Habían cogido lo que habían podido meter en un par de bolsas y la policía, los voluntarios, les habían sacado de ciudades como Selydove, como Ukrainski, que son ciudades en las que ya se están produciendo combates urbanos y hay tropas rusas. La extracción fue muy delicada. Y cuando llegaron a Pokrovsk, les metieron en otro autobús.
Ahora mismo están en Pavlohrad y estuve con ellos en el centro de transición para evacuados. Muchos de ellos no sabían dónde iban a ir. Otros pretendían irse con familiares. Algunos estaban pensando en abandonar Ucrania porque dicen que, si ya lo habían perdido todo, gente joven, sobre todo, que a lo mejor podían empezar en Europa una nueva vida, empezar a buscar trabajo y criar a sus hijos sin la angustia de las sirenas antiaéreas y de esos bombardeos que, como te estoy diciendo, no están dando tregua desde hace más de un mes.
Quería incidir en eso, en esos bombardeos. Putin elige una vez más las infraestructuras energéticas pensando en el tercer invierno que está a punto de llegar. Machaca a los civiles, a esa escuela militar... Es una guerra de desgaste muy complicada. ¿Cómo están los ánimos?
La gente sigue aguantando, sobre todo a los que no les han bombardeado la casa, se aferran a lo que tienen. Aunque hay muchos problemas; la población de desplazados hacia el oeste, estas ciudades cercanas a Polonia, y el nuevo éxodo de refugiados que se puede producir cuando empiece ese tercer invierno, si la gente no tiene electricidad, no tiene calefacción, en un país donde se llega a los 20 grados bajo cero.
Hay mucha incertidumbre, sobre todo, en esas familias con niños pequeños. Una pareja joven me contaba que, en el Donbás, donde la guerra empezó en 2014, han crecido, han vivido todos estos años allí, y me decían que no tenían miedo hasta que llegó el bebé. Cuando llegan los niños ya no se piensa en ellos, se piensa en la seguridad de los chiquitines, y te replanteas la vida entera para que no les pase nada.
Estamos a las puertas de un nuevo éxodo de refugiados de cara al próximo invierno, porque lo que los ucranianos consiguen reparar, esas subestaciones eléctricas, esas infraestructuras de energía, llega Rusia en tres noches, te tira 100 misiles y 50 drones Shahed, y te lo vuelve a destruir. Y ya hay cosas que no se pueden reparar, que habría que empezar a construirlas desde cero. La infraestructura energética de Ucrania pende de un hilo.
María, ¿hacía falta la profunda remodelación del Gobierno que ha hecho el presidente Zelensky?
Ha sido una remodelación, pero no ha echado a nadie a la calle. La mayoría de los cargos que ha destituido van a ocupar otro puesto dentro del Gobierno. Eso significa que no lo estaban haciendo mal y que no han perdido la confianza de Zelensky. Esta remodelación es un cambio en busca de nuevas perspectivas, de nuevas ideas, de nuevas soluciones para capear esta etapa tan crítica de la guerra que a mí me recuerda por momentos a los primeros meses de la invasión a gran escala y que toda pinta a que se va a poner peor durante los próximos meses.
Los dos Ejércitos están pisando el acelerador con vistas a las elecciones de Estados Unidos que generan también mucha incertidumbre, porque si sale electo el presidente Trump, a lo mejor se deja de apoyar a Ucrania. Están poniendo toda la carne en el asador en estos meses que tienen por delante para ver si consiguen dar un giro a lo que está sucediendo en el campo de batalla, a que Ucrania deje de ir detrás de lo que hace Rusia y pueda tomar la iniciativa en algunos campos.
Tenemos que ver cuando publiquen ya cómo quedan conformados los nuevos nombres del Gobierno, por dónde va, pero muchos ministros que ahora se van ocuparán otros cargos, no es que les hayan despedido. Lo que se busca es eso, darle una nueva perspectiva, buscar nuevas ideas, buscar nuevas soluciones para la terrible crisis en medio de la guerra que se está desatando.