China y la doctrina de Mahan

Vista aérea de barcos pesqueros que se dirigen al mar en Zhoushan, en la provincia oriental china de Zhejiang - PHOTO/ AFP
El mar tiene un papel imprescindible, no sólo como fuente de alimentos, sino como vía por la que circula el 90% del comercio mundial 

Hay ciertos hechos que permanecen inmutables a lo largo de los siglos y que, a pesar del paso del tiempo y de los avances en todos los órdenes, continúan condicionando el mundo en que vivimos. Y uno de esos hechos, que además olvidamos con demasiada frecuencia, es que nuestro mundo, tal y como lo conocemos, nuestro sistema económico, descansa sobre las comunicaciones marítimas. 

El mar tiene un papel imprescindible, no sólo como fuente de alimentos, sino como vía por la que circula el 90% del comercio mundial según datos de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Transporte (UNCTAD).  

Ya en su momento, Mahan, en su obra "The Influence of Sea Power upon History, 1660-1783" (1890), expuso sus teorías al respecto de la importancia del dominio del mar, las cuales son fundamentales en el campo de la estrategia naval y la geopolítica. 

Su principal argumento era que el control de los mares es crucial para el poder y la influencia de una nación. Según Mahan, las naciones que han dominado los océanos han tenido un impacto decisivo en la historia global. Pero este poder marítimo no sólo se basa en una marina de guerra potente y eficaz, sino también en el comercio marítimo, las bases navales y una industria naval fuerte. 

El autor defendía que el pilar fundamental para controlar y gobernar la distribución del poder político a través de la tierra siempre ha sido y será la capacidad de dominar los océanos y pasos internacionales lo largo de las rutas del mar. Mahan tenía la firme convicción de que las comunicaciones marítimas serían siempre más eficientes, de mayor capacidad que las terrestres. Por esa misma razón consideraba que eran la piedra de toque para el desarrollo económico y el desarrollo del poder de las naciones. Aquellas que entendieran esto y supieran beneficiarse de ello prevalecerían sobre el resto. 

Alfred Thayer Mahan

Cinco eran los factores que Mahan consideró determinantes para lograr ese poder marítimo. La posición geográfica - las naciones con una posición geográfica favorable tienen una ventaja natural para proyectar poder naval. La extensión de territorio - las naciones con costas extensas y múltiples puertos pueden desarrollar un poder naval más fuerte. La población - una población grande es esencial tanto para tripular la marina como para sostener el comercio marítimo. El carácter nacional - Mahan enfatiza la importancia del espíritu emprendedor y la disposición de la nación hacia el comercio y la navegación. Y el gobierno - un gobierno que apoya la expansión marítima y el comercio es crucial para desarrollar y mantener un poder marítimo efectivo. 

Otro aspecto clave para Mahan es el control de lo que él denomina “rutas comerciales” y que hoy denominamos SLOC,s (Sea Line of Communication) en su acrónimo en inglés. Ejerciendo ese control se protege el comercio propio y se tiene la capacidad de influir sobre el del posible enemigo o adversario, pudiendo, llegado el caso, cortar sus rutas o incluso ejercer el bloqueo sobre puntos clave de estas. 

Trabajadores cargan un contenedor en el puerto de Aktau, en el mar Caspio, en Kazajstán - AFP/TALANT KUSAIN

Y esa es la clave de lo que pretendemos exponer. La doctrina de Mahan sigue tan vigente como el primer día, y aunque tengamos los ojos puestos en otros conflictos que por diversos motivos atraen más nuestra atención, la verdadera lucha de poder se continúa dando a caballo de las olas de los mares y océanos. 

El ejemplo más claro lo tenemos en China. Su economía es totalmente dependiente de esas SLOC,s que hemos mencionado, de que se mantengan abiertas y de que la navegación sea segura. De ahí el gran proyecto conocido como “Nueva Ruta de la Seda”, que a su vez lleva aparejado lo que se denomina “collar de perlas”, que no es sino una serie de bases navales a caballo de esa ruta que sirven, no sólo como puntos seguros o de mantenimiento si fuera necesario de los buques que transportan todo tipo de mercancías, sino que a su vez son bases militares donde posicionar los elementos que dan seguridad a las rutas para garantizar que éstas se mantienen abiertas. Atendiendo a lo expuesto, parece que China sigue uno a uno todos los postulados de la doctrina Mahan. No hay más que repasarlos y compararlos con los pasos de Pekín. 

Mapa que muestra la Nueva Ruta de la Seda, un enorme proyecto de infraestructura chino que incluye rutas de carreteras, ferrocarriles y barcos - AFP/ LAURENCE CHU 

Pero la evolución que hemos sufrido desde los tiempos de Mahan ha hecho que, aun estando vigente su visión geopolítica, la tecnología y la aparición de nuevos actores, ya no sean sólo las potencias las que puedan “aplicarla”, al menos algunos de sus puntos. 

Las SLOC,s están jalonadas de numerosos puntos críticos o “choke points”, cuyo control no es que sea clave, sino es imprescindible. Este hecho provoca que, o bien aquellos actores que necesitan del uso de las rutas se esmeren en tenerlos asegurados, o bien que se busquen rutas alternativas que eviten dichos puntos. Y merece máxima atención uno de esos enclaves geográficos que posiblemente en la actualidad sea el más crítico. Este no es otro que el golfo de Adén.  

Situado justo en la intersección entre el mar Arábigo y el mar Rojo, conecta ambos mares a través del estrecho de Bab el Mandeb.  Es probablemente el punto más estratégico que se ubica en la que es la principal ruta comercial del mundo, la que conecta Asia con el Mediterráneo a través del Canal de Suez. Evidentemente el canal es un punto quizás incluso más crítico, pero al estar bajo el control de una potencia regional relativamente estable como es Egipto, el peligro de que éste pueda quedar bloqueado es relativamente menor y se circunscribe a posibles accidentes, como el sucedido hace pocos años, o a alguna acción por parte de algún actor no estatal, lo cual es posible pero no probable. 

Esta fotografía tomada el 6 de marzo de 2024 y publicada por la Armada de la India muestra al granelero con bandera de Barbados después de un ataque de los rebeldes hutíes de Yemen, en el Golfo de Adén - AFP / ARMADA DE LA INDIA

Pero Bab el Mandeb y el golfo de Adén tienen una situación totalmente diferente. Y la prueba la tenemos en la misión que se ha debido desplegar para asegurar la libre navegación debido a los constantes ataques de los rebeldes hutíes. Esto prueba que en el mundo actual actores no convencionales, al servicio o no de potencias en litigio, pueden llevar a cabo acciones con un impacto literalmente imprevisible.  En este caso concreto, los movimientos de los hutíes se enmarcan en el contexto del conflicto de Israel con Hamás y la posición de Irán como potencia que financia, ampara y adiestra a sus milicias proxies como Hamás o los propios hutíes. 

Por el momento las consecuencias de los ataques en el entorno de este “choke point” no están siendo de mucho calado, por un lado, debido a la acción internacional, pero, por otro, por la contención, en este caso de los agresores. A nadie se le escapa la enorme dificultad de controlar toda la costa que dominan los hutíes y de contrarrestar un ataque de cierta entidad que combinara el empleo de drones marítimos, aéreos y misiles. Si una acción, o dos a lo sumo, de ese tipo tuvieran éxito, el impacto para la navegación sería enorme. La mayoría de las navieras casi al cien por cien evitarían ese paso, lo cual significaría bordear todo el continente africano para subir por el Atlántico y llegar así al Mediterráneo. Situación que también afectaría de pleno a Egipto, pues invalidaría de facto el canal de Suez. 

Un barco de la Guardia Costera de China es visto desde el buque de la Guardia Costera filipina BRP Cabra durante una misión de suministro a Sabina Shoal en aguas disputadas del Mar de China Meridional el 26 de agosto de 2024 - AFP/ JAM STA ROSA

Si algo así no ha sucedido aún se debe en gran parte a la presión ejercida por China sobre Irán, con quien mantiene unas relativas buenas relaciones. China sería probablemente el país más perjudicado de un cierre de Bab el Mandeb. Y, de nuevo, enlazando con lo que sucede en otras latitudes, podemos encontrar la explicación al tibio apoyo de China a Rusia en su conflicto con Ucrania. La llamada “Ruta del Norte” tarde o temprano será una realidad. En parte ya lo es, pero año tras año el tránsito de buques a través de ésta aumenta, y cuanto más débil sea Rusia, país con mayor número de kilómetros de costa en el Ártico, más fácil será para China obtener ventajas a la hora de usar dicha ruta. China necesita una vía que, no sólo reduzca tiempos de navegación y por ende costes, sino que actúe como trayecto alternativo viable y rentable en caso de incidencia en los itinerarios actuales. 

El Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, habla durante una ceremonia que conmemora los 60 años de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en la sede europea de las Naciones Unidas en Ginebra el 12 de junio de 2024 - AFP/ MARTIAL TREZZINI 

Y no podemos desatender el hecho de que China se ve a sí misma como la nueva gran potencia mundial. Entiende que el tiempo de la hegemonía de EE. UU. ha terminado, y todos sus esfuerzos en materia económica, social, militar, etc. van dirigidos hacia esa finalidad. Mahan argumentó que la historia muestra que el control de los mares es la clave para la grandeza nacional. Una nación que aspire a ser una potencia mundial debe desarrollar un poder marítimo formidable, algo en lo que China lleva centrada muchos años, focalizándose en la protección de su comercio y bases estratégicas, y buscando la supremacía naval mediante una flota poderosa y bien posicionada.  

Un barco cargado de contenedores atraca en un puerto de Lianyungang, en la provincia oriental china de Jiangsu - PHOTO/ AFP

Una teoría expuesta en el siglo XIX está sirviendo de base para el desarrollo y expansión de una nueva potencia en el siglo XXI. Ahora más que nunca deberíamos volver la mirada a los clásicos y repasar la historia. A veces en nuestra soberbia consideramos que hemos inventado la rueda, y ésta hace mucho tiempo que comenzó a girar.