La “oportunidad” de desintoxicarse en tiempos de pandemia
La época actual de crisis sanitaria ofrece la oportunidad de salir de las drogas.
Hoy Elena puede decir orgullosa y con la cabeza bien alta que ha sacado algo muy positivo de esta pandemia. Después de años de indecisión, ha empezado a ver la luz al final del oscuro túnel de las drogas. Un bucle que te va llevando poco a poco y que es capaz de manejar tu voluntad hasta convertirte en otra persona. Y en su caso, el confinamiento fue clave para darse cuenta de que debía dar un giro de 180 grados a su vida.
Elena está convencida es de que las restricciones por la COVID-19 están siendo clave en su recuperación. “Personalmente -tras 3 meses de ingreso- creo que me está resultando más llevadera la recuperación porque pienso que todo el mundo está parado”. Porque “dejar las drogas no es sólo dejar de consumir, es cambiar radicalmente de estilo de vida”.
Esta madrileña cree que la pandemia ha sido el detonante de una situación que ya se había convertido en insostenible. “En mi caso el confinamiento me influyó para mal. Y fue cuando empecé a consumir casi a diario”, asegura. “Las drogas van directamente al sistema de recompensa del cerebro y generan una sensación de placer temporal, que evita que te centres en lo malo que te está ocurriendo”. Elena nos cuenta además que fueron meses muy difíciles en los que comenzó a aislarse de los demás, cada vez se sentía más sola, más deprimida e incluso que estuvo prácticamente 5 meses sin dejar de llorar.
Elena decidió dar el paso más importante de su vida en septiembre de 2020. Desde entonces ha aprendido nuevas rutinas y a vivir sin sustancias que alivien el malestar. “Mi cabeza hizo clic después del verano porque había entrado en un bucle del que sola no podía salir. Todos los días me repetía que ese día iba a ser el último, pero a la mañana siguiente mi cabeza sólo podía pensar en consumir de nuevo”.
Llegó a tocar fondo y le sobraba todo aquello a su alrededor que no tuviera que ver con el consumo. “Había apartado de mi lado a toda la gente que me quiere -como mi familia y amigos- y lo que más me dolía era que me estaba perdiendo la vida de mi hija de 8 años”. Por eso, reconoce que su paso por el centro de rehabilitación Árbor le ha ayudado a comprender lo que realmente le ocurría. Tenía que iniciar una nueva vida. “Lo primero que he aprendido es que la adicción es una enfermedad crónica y recurrente del cerebro, que busca la recompensa o alivio del malestar a través de una sustancia o conducta”, explica.
A pesar de llevar cinco meses en recuperación, Elena nos cuenta que aún es pronto para ver grandes cambios porque el tratamiento dura cinco años para politoxicómanos y tres años para alcohólicos. Pero donde ya va notando cambios es en sus relaciones personales, sobre todo con sus padres y con su hija”. “También noto que ahora afronto las cosas con más calma y desde otra perspectiva, tengo mejor autoestima y también ha mejorado mi aspecto físico”, añade. Hoy su principal objetivo es no volver a consumir.
Echando la vista atrás, esta madrileña está convencida de que pedir ayuda ha sido la mejor decisión de su vida. “Ha sido muy duro porque no sabía cuánto tiempo iba a estar ingresada, ni cómo funcionaba el tratamiento, pero más duro era ver cómo se me escapaba la vida sin poder hacer nada o ver cómo mis padres estaban sufriendo impotentes ante mi situación”.
Según un estudio del Observatorio Español de las Drogas y las Adicciones, el 71,9% de los adictos cesó o redujo el consumo durante el primer estado de alarma. Mientras que el 16,3% no modificó sus hábitos, y el 11,9% incluso aumentó ese consumo durante el confinamiento. Las urgencias atendidas por sustancias psicoactivas han disminuido desde que comenzó la pandemia en marzo de 2020, con un descenso menor en el caso de las mujeres que sobre todo acudieron a urgencias por intoxicación alcohólica e hipnosedantes. Aunque la mayoría de los atendidos en urgencias son hombres, generalmente por alcohol y cocaína.
Aunque la tendencia durante la pandemia ha sido la de reducir los consumos en general, con el cannabis ha sido diferente con un mayor porcentaje de personas que no han variado sus hábitos. Tal y como desvela el Observatorio Europeo de las Drogas y las Adicciones, las razones para reducir el consumo han sido la menor disponibilidad para encontrar drogas, seguido del hecho de tener menos oportunidades para consumirlas y la preocupación por los efectos en la salud. Los motivos económicos son minoritarios.
Parece evidente que la depresión y la ansiedad están siendo los peores aliados en tiempos de pandemia. Según el informe Psicología y terapia online en ‘España en la era de la COVID-19’, de la plataforma de psicólogos iFeel, las consultas por ansiedad se han disparado en el último año un 168,6%, mientras que las consultas por depresión suponen un 80,9% más desde que comenzó la crisis sanitaria.
El doctor Javier P.P., médico en un centro de atención de adicciones de Marbella, constata que las consultas por el consumo de ansiolíticos se han multiplicado. Afirma que durante la primera fase de la pandemia fue muy notable el aumento del consumo de las benzodiacepinas (ansiolíticos) y alcohol. El objetivo de estas personas es calmar su ansiedad, pero este tipo de fármacos no se pueden tomar a la ligera porque también crean adicción.
Este médico especializado en adicciones advierte también de que si ha habido en este tiempo un aumento de las consultas en general es “porque las circunstancias de la pandemia dan lugar a que la gente pueda reflexionar y acabe accediendo a un tratamiento sobre su adicción”. Es algo que llevan observando varios meses los profesionales. Aunque eso no quiere decir que haya disminuido el consumo, si no que los adictos son más conscientes de su problema ya han comenzado a tomar medidas.
También desde la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) creen que el confinamiento ha sido clave para que muchos adictos hayan abiertos ojos, como Elena. La responsable del equipo de formación de la FAD, Celia Prat, afirma que “es posible que el confinamiento nos haya hecho reflexionar sobre la relación que mantenemos con cualquier sustancia. E incluso la dificultad de conseguir esas sustancias les ha podido llevar a pensar que las necesitaban más”.
Celia Prat avisa de que la falta de la sustancia lo que les genera esas situaciones de tensión, de mayor consumo y de posterior arrepentimiento. Añade que “el confinamiento pasa por una mayor convivencia con la familia y eso muchas veces crea conflictos”. Y la falsa creencia de que los problemas desaparecerán consumiendo, ha provocado que muchos adictos hayan tocado fondo. Y tocar fondo es el paso previo al largo camino de la recuperación.