Sednaya desde dentro: la cárcel más cruel e inhumana de Siria
- Majda logró escapar del horror, aunque es incapaz de olvidar las terribles torturas que sufrió
- Pasaban las 24h con los ojos vendados para evitar una muerte segura
- Los muros de Sednaya han sido testigos de unas 30.000 ejecuciones desde 2011
- A muchos presos acababan ejecutándolos los carceleros con sus propias manos
- En las celdas de Sednaya es como si el reloj se hubiera parado
- Más de 150.000 sirios permanecen desaparecidos en todo el país
Sin check point ni autorización para visitarla, Sednaya ha pasado de ser una fortaleza infranqueable a una prisión de puertas abiertas. Entramos en una de las cárceles que la Dinastía Al-Assad convirtió prácticamente en un campo de exterminio, y en la que las palizas formaban parte del comité de bienvenida.
Tras más de cinco décadas de represión y brutalidad, el pasado 8 de diciembre se abrieron las puertas de muchas prisiones sirias- entre ellas la de Sednaya- una de las más herméticas, violentas e inhumanas del régimen del dictador Al-Assad. En lo alto de una colina, a poco más de 30 kilómetros de Damasco, tres plantas de hormigón prácticamente sin ventanas forman una enorme mole en medio de la nada. Una prisión que ha llegado a albergar entre 10.000 y 20.000 detenidos en dos edificios, el blanco para militares rebeldes y el rojo destinado a civiles.
Majda Hamdan, un joven que pasó los peores días de su vida en la cárcel de Sednaya antes de ser trasladado la prisión de Al-Jatib, denuncia que les trataban “mucho peor que si fueran animales, y por eso era conocida popularmente como el matadero humano”, recuerda emocionado. “La gente que trabajaba aquí no tenía ni sentimientos ni corazón”, asegura este joven sirio.
Majda logró escapar del horror, aunque es incapaz de olvidar las terribles torturas que sufrió
Cuentan quienes han sobrevivido a la cárcel de Sednaya que entre las torturas más habituales estaban las electrocuciones y las violaciones, aunque desgraciadamente había muchas más fórmulas. “Me torturaban, me metieron en una rueda de un camión y empezaron a jugar conmigo, pero con maltrato. Tienes que taparte los ojos porque si ellos ven que les has visto la cara, termina tu vida”, reconoce Majda Hamdan visiblemente emocionado en el acceso principal a la cárcel. Nos cuenta además que ha regresado por primera vez a Siria después de 13 años de guerra para reencontrarse con sus familiares, pero que lamentablemente muchos ya no están, son víctimas del dictador.
Pasaban las 24h con los ojos vendados para evitar una muerte segura
Los prisioneros eran obligados a llevar día y noche los ojos vendados porque si cruzaban veían la cara de los carceleros, los mataban ipso facto. Pero una de las cosas que más temían, admite este joven ahora con estatus de refugiado en España, era cuando le obligaban a limpiar la sangre de sus compañeros de prisión. “Los soldados cogían a gente como nosotros para limpiar las salas donde mataban a nuestros compañeros. Limpiamos un palmo de sangre en una habitación de 50 metros cuadrados. Me tocaba vaciar las habitaciones de sangre y meterlo todo en bolsas”, lamenta Majda entre lágrimas.
Los muros de Sednaya han sido testigos de unas 30.000 ejecuciones desde 2011
El olor a muerte nos acompaña durante todo el recorrido, es muy fuerte e impactante cuando sabes lo que ha ocurrido entre los muros de Sednaya. Hay celdas con capacidad para 5 o 6 personas que albergaban más de una treintena de reos sin ningún tipo de medida higiénica, mientras que en las celdas grupales vivían hacinadas hasta 70 personas.
Según desvela un informe de Amnistía Internacional, los ahorcamientos en la cárcel de Sednaya se llevaban a cabo una o dos veces por semana, siempre de madrugada. Y si este método no resultaba y los prisioneros no morían, los funcionarios se encargaban de partirles el cuello con sus propias manos.
Ahora, el nuevo Gobierno sirio ha prometido desvelar los nombres de los torturadores y perseguirlos.
A muchos presos acababan ejecutándolos los carceleros con sus propias manos
Amnistía Internacional estima que unos 30.000 presos habrían muerto ejecutados desde 2011, por las torturas, la falta de atención médica o el hambre. Y casi la mitad de ellos eran civiles, como lamenta Kamil. “La guerra es mala, en la guerra todo el mundo pierde. Es como los conflictos de pareja en los que las víctimas son los niños. Y ahora las víctimas somos el pueblo”, asegura Kamil, que nos confiesa que en estos 13 años de guerra ha perdido a dos de sus hermanos. “No hay una sola persona en Siria que no haya perdido a alguien cercano”.
Sobre el futuro de Siria, Kamil lamentablemente ve “un camino oscuro”. “Hemos pagado un precio caro, pero así es la vida. Espero que la paz llegue a nuestras casas, a nuestros trabajos, a nuestro país y vuelvan las generaciones de sirios que huyeron al exterior”, afirma.
Amnistía Internacional lleva años denunciando -por activa y por pasiva- que la población siria ha sido objeto de un espantoso catálogo de violaciones de DDHH, causando un sufrimiento humano indescriptible: hablan de bombas de barril, ataques con armas químicas y otros crímenes de guerra, como asesinatos, torturas, desapariciones forzadas y exterminio. Violaciones, apuntan desde la organización, que suponen crímenes de lesa humanidad. En 2008, recordemos, un motín en esta prisión de alta seguridad destapó las torturas y los asesinatos de Sednaya.
Cuentan los testigos, que antes de huir los carceleros de Al-Assad se afanaron en eliminar todos los documentos que les podían incriminar y desactivaron las cámaras con el fin de intentar borrar el rastro de sus tropelías e impedir el visionado de sus masacres.
Casi dos meses después del derrocamiento del dictador Bashar Al-Assad y la puesta en libertad de cerca de 3.000 presos, nadie custodia la entrada a la prisión de Sednaya, más conocida como “la cárcel de los horrores” o “el matadero humano de Al-Assad”.
En las celdas de Sednaya es como si el reloj se hubiera parado
Este centro penitenciario permanece abierto al público tal cual quedó el día de su liberación: los enseres personales acaparan las celdas, ropa, mantas, vasos, cuencos para la comida, alimentos en descomposición e incluso prótesis de piernas que han quedado abandonadas en las oscuras salas de Sednaya.
Desde Sednaya, Majda Hamdan fue trasladado a la prisión de Al-Jatib, incluso más violenta, nos confiesa. Y después de varios meses logró escapar. “La frontera está a pocos kilómetros en línea recta. Tardé en recorrer 5 kilómetros aproximadamente un mes, escapando del Ejército y los puntos de control. Llevaba muy poca comida, pero me daban cosas por el camino. Gracias a eso sobreviví. Llegué casi muerto hasta el Líbano”, relata este joven recordando uno de los peores momentos de su vida.
Más de 150.000 sirios permanecen desaparecidos en todo el país
Después de que los equipos de rescate y los cascos blancos peinaran en busca de supervivientes todas las instalaciones de Sednaya, los familiares han perdido la esperanza y ya no buscan a sus seres queridos. En las fosas comunes de esta prisión -convertida en símbolo de la represión de la Dinastía Al-Assad- las nuevas autoridades sirias lideradas por el islamista Al-Golani han localizado decenas de cuerpos, mientras que otros han aparecido abandonados a su suerte en las salas de torturas o emparedados en habitaciones sin salida. Según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, se han recuperado al menos 40 cadáveres.
Los rebeldes fueron los encargados de transportar los cuerpos a la morgue del hospital Al-Moujtahed, en el centro de Damasco. Los cadáveres, según los forenses, tenían aspecto famélico, estaban mutilados, irreconocibles, a algunos les faltaban ojos, tenían las mejillas hundidas o presentaban enormes cicatrices alrededor del cuello compatibles con quemaduras de cuerda. Y otros, tal y como admiten los forenses, estaban llenos de cicatrices probablemente causadas por planchas.
El centro penitenciario de Sednaya ha sido denunciado durante años por organizaciones de derechos humanos como epicentro de crueles torturas y ejecuciones extrajudiciales. Hoy -gracias al devenir de los acontecimientos- ya conocemos o nos podemos hacer una idea de las terribles atrocidades cometidas en su interior durante décadas.