Los comicios de este domingo han tenido que ser aplazados en dos ocasiones debido a la expansión de la COVID-19

Los sirios acuden a las urnas en medio de una profunda crisis económica y social

AP/HASSAN AMMAR - Una mujer siria vota en un colegio electoral durante las elecciones parlamentarias sirias en Damasco (Siria), el 13 de abril de 2016

El país se encuentra económicamente exhausto y devastado tras nueve años de guerra civil

Rawan al-Aziz tiene seis años y vive en un campamento para refugiados en Atmeh, una ciudad al norte de Siria. Afirma que aún recuerda su casa, al sur de Idlib. “Un hogar para mí es un lugar donde están mis amigos y familiares. Traje mis juguetes conmigo, pero nada es agradable aquí”, ha explicado a la agencia Reuters. Rawan es una de las niñas que ha posado para el reportaje fotográfico de Khalil Ashwi para la agencia Reuters. En el noveno aniversario del inicio de la guerra civil en Siria Ashwi ha retratado a un infante por cada año que se ha prolongado la contienda.

Aunque muchos sirios aún no han conseguido regresar a sus hogares, este domingo, dos meses después de lo previsto, se celebran elecciones parlamentarias. El país llega a estos comicios sumido en una profunda crisis política y económica y un conflicto armado sin concluir. El presidente sirio, Bachar al-Assad, decidió a principios de mayo posponer por segunda vez esta cita como medida preventiva frente al coronavirus. Tendrían que haberse celebrado el 13 de abril, cuando todavía no se había detectado ningún caso de COVID-19, pero posteriormente se volvieron a aplazar hasta el 20 de mayo, cuando se registraron 45 contagios y tres muertes en el país árabe. 

La última vez que los sirios expresaron su voluntad en las urnas fue en abril de 2016. En esta ocasión solo se pudieron celebrar en aquellas áreas bajo control del Gobierno. Los habitantes de las provincias norteñas de Al Raqa e Idlib, por aquel entonces controladas por el grupo yihadista Estado Islámico y por la exfilial de siria de Al Qaeda, no pudieron participar en los comicios. 

Esta vez la situación es diferente, ya que el Ejecutivo tiene un mayor control del territorio. Los últimos rebeldes contra Al-Assad se encuentran atrincherados en un reducto de la provincia de Idlib mientras que en un área del noroeste de Siria los kurdos han establecido una administración autónoma que Damasco no reconoce. El Gobierno trata de acabar con esta resistencia para unificar el país y poner fin a la contienda

Falta de pluralismo político

En las elecciones de 2016 se presentaron 3.450 candidatos, pero el partido Baaz del presidente Al-Assad acaparó casi todos los escaños. Aunque la pluralidad política se reconoce en la actual Constitución de 2012, la mayoría de la oposición siria se encuentra exiliada desde 2011. El próximo año se celebrarán elecciones presidenciales a las que la oposición se podrá presentar, aunque Al-Assad parte como favorito para ser reelegido.

Este sábado se cumplirán dos décadas desde que Bachar Al-Assad realizó su primer discurso como mandatario. No era su destino, ya que el padre del actual presidente había designado a su primogénito, Basel, para sucederle en la presidencia. Pero su muerte en 1994, al estrellar su Mercedes contra un muro mientras conducía a gran velocidad y sin cinturón, dejó el destino de Siria en manos de su hermano menor. 

En julio del 2000, el joven Bachar Al-Assad dio su primer discurso. Se tuvo que cambiar la Constitución para que alcanzase el poder con solo 34 años. No lo ha abandonado desde entonces. Su objetivo fue convertir a Siria en un país un poco más europeo y occidental con una ligera apertura económica, aunque manteniendo el control político y militar en las mismas manos. Las reformas trajeron el turismo e internet, se simplificó la burocracia y se modernizó el país. A pesar de ello, el sistema político no se ha reformado en este tiempo y Al-Assad ha tenido que hacer frente a uno de los peores conflictos bélicos de Oriente Medio de principios de siglo. El mandatario se ha erigido como la única opción frente al caos para Siria y ha dominado el país con un puño de hierro en los últimos 20 años, a pesar de los pequeños espacios que se ha dejado a la oposición.

Un país devastado por la guerra

Nueve años después del estallido de la Guerra Civil, que ha dejado cerca de medio millón de muertos, el país se encuentra económicamente exhausto y devastado por el conflicto. La libra siria ha colapsado y ha perdido gran parte de su valor. Los sirios acumulan otras divisas, como la lira turca o euros, para hacer frente a sus gastos

A principios de julio se han llegado a cambiar 3.000 libras sirias por un dólar. Hace un mes cada dólar se obtenía por 1.000 libras. Se trata de una subida astronómica del tipo de cambio, teniendo en cuenta que antes de la guerra 47 libras equivalían a un dólar. La pérdida de valor de la moneda local ha sido tan brutal que, con el salario medio mundial en Siria, unas 50.000 libras, solo se puede comprar una sandía o una bolsa de limones. Según las últimas estadísticas, la pobreza llega al 85% de la población siria. 

Muchos comercios, como gasolineras o panaderías, también han cerrado con el colapso de la moneda. “Estamos viendo algo que no había pasado nunca. La gente está más fatigada que nunca y esta crisis está haciendo que mucha gente que antes no se había atrevido a criticar a Al-Assad ahora comienza a hacerlo”, ha explicado Danni Makki, experto en el Instituto de Oriente Próximo (MEI) en declaraciones a El Periódico de Cataluña. “Muchos intentarán escapar del país, nos preocupa que se pueda producir una segunda ola de migración hacia Europa”, advierte. 

El desplome de la libra le ha abierto un nuevo camino al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, para intervenir en Siria con la inyección de la lira turca, que se ha convertido en la divisa en circulación en las zonas del norte intervenidos por el Ejército de Turquía. Los ciudadanos la utilizan para sus pagos y han desechado la libra, que solo se utiliza para cambiarla en los bancos por otra euros, dólares o liras

Los ciudadanos fuera de estas zonas de influencia se ven obligados a utilizar la libra, ya que el uso de otras divisas está prohibido. Por tanto, la crisis está afectando, especialmente, a las zonas que controla el Gobierno de Damasco. El delicado panorama económico también es una amenaza para el presidente Al-Assad, que se encuentra más débil que nunca

El mandatario se enfrenta a graves problemas económicos. El más grave de todos es la crisis bancaria en Líbano, ya que el dinero de muchos comerciantes sirios se encuentra en esos depósitos y si se produjera un corralito no podrían recuperar su dinero. Los cierres ocasionados por el coronavirus, la corrupción, las disputas de la familia Assad o las nuevas sanciones de Estados Unidos suponen un mazazo más para la debilitada economía siria. Los expertos advierten de que, si no hay una recuperación a finales de año o principios de 2021, si las cosas no cambian, podría haber una hambruna.

La nueva tanda de sanciones estadounidenses contra Al-Assad, bajo el nombre de Ley César, tiene por objetivo castigar a personas e instituciones sirias y extranjeras que hacen cualquier tipo de negocio con Damasco y aislar a Al-Assad. Se espera que estas medidas empeoren aún más la delicada economía siria. 

Rusia, uno de los principales aliados de Al-Assad, ha solicitado que se levanten las sanciones económicas impuestas a Damasco por Estados Unidos y Europa. El Alto Representante de la UE para Política Exterior, Josep Borrell, ha asegurado que las sanciones no deben impedir la entrega del equipamiento esencial y los suministros a las zonas más necesitadas durante la pandemia y así evitar que perjudique a la población civil.

Organismos como el Comité Internacional de la Cruz Roja ya han advertido de que nueve millones de personas no cuentan con suficiente alimento diario. La ONU estima que un 83% de los sirios vive bajo el umbral de la pobreza, con menos de 100 dólares al mes. Los ciudadanos no se han quedado quietos ante esta crisis y desde hace unas semanas se registran protestas en todo el territorio, según ha informado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, con sede en Londres, aunque con una gran cantidad de colaboradores sobre el terreno. La agencia oficial ha recogido en sus informaciones que se han producido concentraciones a favor de Al-Assad y en contra de las sanciones estadounidenses, pero no ha informado de manifestaciones contra el Ejecutivo. 

La desastrosa situación económica también se ha trasladado a la política. En medio de la galopante crisis que asola el país, Al-Assad decidió destituir por sorpresa y apenas un mes antes de las elecciones al primer ministro, Imad Khamis, que ocupaba el cargo desde 2016. Fue sustituido por Husein Arnous, que desde 2018 ocupa el puesto de ministro de Recursos Hídricos. Este nuevo primer ministro, de 67 años y nacido en Idlib, también sigue como ministro de Recursos Hídricos. Arnous también ha sido titular de Obras Públicas y Vivienda desde 2013, un periodo en el que su nombre apareció en la lista de sancionados por la Unión Europea y Estados Unidos. 

Repunte del terrorismo

El repunte de los ataques del Daesh en Siria también resulta preocupante. La semana pasada, en menos de 48 horas, se produjeron varias emboscadas de este grupo terrorista contra efectivos del ejército regular sirio que ocasionaron más de 50 muertos, 20 soldados y 31 yihadistas, según ha informado el Observatorio Sirio de Derechos Humanos. La nueva estrategia del grupo terrorista para recuperar terreno pasa por practicar las emboscadas y las técnicas de guerrilla. El Daesh ha llegado expandir su radio de acción, ahora muy centrado en Idlib, hacia el oeste hasta las ciudades de Homs, Alepo y Raqqa, según ha podido documentar el Observatorio. 

El grupo está aprovechando el escenario de inestabilidad política, económica y social para recuperar su fuerza. En el último bastión de las fuerzas rebeldes, el grupo yihadista Tahrir al-Sham y el Ejército Libre Sirio (FSA), mantienen sus posiciones, respaldadas por las fuerzas militares turcas. Las hostilidades en esta región llevaron a Ankara y Moscú a firmar un documento que precisa los términos del cese de hostilidades. En virtud de este acuerdo, las fuerzas armadas rusas y turcas comenzaron a realizar patrullas conjuntas a lo largo de la autopista que conecta Alepo con Damasco o la carretera que une Alepo con Lataquia. 

Contagios en el enclave rebelde

A la violencia en Idlib se suma al descontrol de la crisis sanitaria. Las nuevas infecciones elevan a tres el número de casos confirmados en la zona, donde las instalaciones de atención de la salud han sido devastadas por años de guerra civil y donde las pruebas han sido limitadas debido a la escasez de recursos. Los observadores temen que el virus pueda propagarse fácilmente por toda la provincia de Idlib, preocupación que se agrava a medida que Rusia, aliada del gobierno sirio, se moviliza en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para reducir la ayuda transfronteriza procedente de Turquía.

Los grupos de ayuda y los organismos de las Naciones Unidas afirman que esa reducción obstaculizaría la prestación de asistencia para salvar vidas en medio de una pandemia mundial. Los médicos que hacen el seguimiento de los casos dicen que se están haciendo pruebas y rastreando contactos para intentar aislar y prevenir la propagación del virus. Los dos nuevos casos han estado en contacto con el primer caso confirmado de la zona: un médico que se había desplazado entre diferentes hospitales y ciudades.

"La anticipación no sirve de nada si no hay una contención adecuada de los casos iniciales o un aislamiento apropiado", ha explicado Naser AlMuhawish, de la Red de Alerta Temprana y Respuesta de Alerta en declaraciones a Arab News. "Estamos en una zona de conflicto. Así que los médicos ya escasean y necesitan moverse entre más de un lugar".

El primer caso fue reportado el jueves de la semana pasada y el hospital donde trabajaba el doctor ha suspendido sus operaciones y puesto en cuarentena a los pacientes y al personal de apoyo para realizar las pruebas. Mientras tanto, los hospitales del noroeste de Siria anunciaron el viernes que suspenderían los procedimientos no urgentes y los servicios ambulatorios durante al menos una semana. Las escuelas iban a cerrar hasta nuevo aviso. Antes de los casos confirmados, sólo se habían hecho pruebas para el virus a unas 2.000 personas.

Bloqueo en el Consejo de Seguridad de la ONU

Mientras tanto, el Consejo de Seguridad de la ONU trata de renovar el mandato del organismo para que llegue la ayuda humanitaria a Siria. Rusia está tratando de cerrar por lo menos un cruce fronterizo entre el enclave controlado por los rebeldes y Turquía, argumentando que la ayuda debe ser entregada desde el interior de Siria a través de las líneas de conflicto.

Pero la ONU y los grupos humanitarios dicen que la ayuda para casi tres millones de personas necesitadas en el noroeste no puede llegar por esa ruta. La división en el Consejo de Seguridad no ha podido acordar la ampliación de las entregas de ayuda humanitaria desde Turquía, ya que el actual mandado de la ONU ha terminado

Kevin Kennedy, el coordinador regional humanitario de las Naciones Unidas para el conflicto de Siria, ha afirmado en declaraciones a Associated Press que dejar abierto un solo cruce haría que la entrega de ayuda fuera más lenta, más costosa y más peligrosa en un territorio controlado por diferentes grupos armados

"Hemos tomado muchas medidas, proporcionado muchos equipos, pero en una zona con hacinamiento, con 2,7 millones de personas desplazadas, el distanciamiento social es difícil", ha asegurado Kennedy. "La infraestructura sanitaria es débil, muchos (hospitales) han sido bombardeados o destruidos, los funcionarios de salud han abandonado el país o han muerto en los combates. Así que la situación está madura para más problemas en caso de que el Covid-19 se extienda".