A vueltas con el Daesh

Un miembro del Daesh ondea la bandera de Daesh en Siria - PHOTO/REUTERS
Una semana más, cuando los ojos de todo el mundo están fijados en el preocupante conflicto entre Irán es Israel, que ya aventuramos que no va a ir a más, aunque eso será objeto de otro trabajo, hoy nuestra mirada se dirige a un actor olvidado, pero que no ha dejado de estar presente y que por desgracia más pronto que tarde volverá a ser protagonista. Nos referimos, como no podía ser de otra manera al Daesh.

Comenzaremos con una contextualización rápida a través de una breve recapitulación de la historia reciente. El conocido como Estado Islámico de Irak y Siria, también llamado ISIS, aunque la denominación correcta es Daesh, es un grupo terrorista yihadista que, en su época de máximo esplendor, entre 2014 y 2019, controló vastas extensiones de territorio en Siria e Irak, llegando a establecer estructuras protoestatales y formas de gobernanza basadas en el miedo y en la brutalidad. 

En su apogeo, llegó a gobernar a unos 12 millones de personas; estableció ciertas instituciones estatales; un sistema de recaudación de impuestos; acuñó su propia moneda; y construyó estructuras militares empleando una combinación de tácticas de guerra irregular y convencionales. Sin embargo, tras años de intensas operaciones militares por parte de la Coalición Global contra el Daesh, el grupo perdió su control territorial en 2019. Y es aquí donde encontramos el primer error.

Militares pertenecientes a las fuerzas de Coalición Global contra el Daesh - PHOTO/ARCHIVO

A pesar de la derrota territorial, el Daesh ha demostrado una notable capacidad de adaptación, transformándose en una fuerza insurgente descentralizada, con un enorme potencial para la captación de nuevos miembros e incluso la adhesión de grupos anteriormente ligados a Al-Qaeda, capaz de buscar nuevas zonas de asentamiento y que sigue representando una amenaza persistente, no sólo en la región, sino mucho más allá. 

Desde su derrota territorial en 2019, el grupo terrorista se adaptó y abandonó su modelo de califato territorial para convertirse en una fuerza insurgente móvil y altamente descentralizada. Esta transformación ha sido fundamental para su persistencia, permitiéndole adaptarse a la presión militar y explotar su principal activo, las vulnerabilidades y las carencias en cuanto a gobernanza y seguridad en amplias zonas de África. 

A principios de 2024, se estimaba que el Daesh mantenía entre 2.500 y 3.000 combatientes activos en Irak y Siria, cuando estimaciones de la ONU en 2021 sugerían la presencia de hasta 10.000 militantes en ambos países. 

El grupo opera principalmente en dos regiones clave de Siria: el Desierto Sirio (Badiya Al-Sham), que abarca más de la mitad del país, y la Región de Jazira (noreste de Siria), controlada en gran parte por fuerzas kurdas. Estas áreas remotas, con poco o casi ningún control estatal, y una total carencia de infraestructuras que las convierte en zonas de muy difícil acceso, sirven como refugio seguro para que el grupo se reagrupe, establezca nuevos campamentos de entrenamiento para nuevos adeptos y como base de partida para lanzar ataques terroristas. 

Miembros de las Fuerzas Armadas kurdas durante la guerra contra el Estado Islámico - PHOTO/ARCHIVO

La capacidad del Daesh para operar en células clandestinas, independientes y de explotar los vacíos de poder demuestra que tienen una estudiada estrategia de supervivencia a largo plazo que desafía los enfoques militares convencionales. El grupo ha sabido aprender de sus errores. Su adaptabilidad es un factor crítico en su persistencia, ya que le permite aprovechar la inestabilidad regional y las divisiones internas para ir implantándose cada vez en zonas más amplias, pero sin dar esa apariencia de actor “cuasi estatal” que lo situó en el punto de mira internacional provocando una respuesta conjunta y coordinada. Esta nueva forma de actuar dificulta aún más su erradicación completa. 

La pregunta que nos hacemos y que se considera clave es: ¿Cuál ha sido la evolución del Daesh tanto en Siria como Irak y cuál es su situación actual? 

En Siria, la amenaza ha escalado bruscamente en los últimos años, especialmente tras la caída del régimen de Bashar al-Assad en diciembre de 2024. El grupo ha explotado la situación de inestabilidad e incertidumbre, así como los vacíos producidos en materia de seguridad resultantes para reconstituir sus capacidades y, en algunos casos, apoderarse de armamento y material del antiguo Ejército de Assad y posiblemente del Ejército ruso. 

Retratos del presidente sirio Bashar al-Asad, a la derecha, y del presidente ruso Vladimir Putin en la ciudad de Rastan, Siria, el miércoles 15 de agosto de 2018 - AP/ SERGEI GRITS

Las acciones del Daesh en Siria han tenido como objetivo principal, hasta su caída, a las fuerzas de Assad, sus aliados chiíes y los grupos armados kurdos (Fuerzas Democráticas Sirias, SDF), empleando todas las tácticas tradicionales del grupo, caracterizadas siempre de una extrema violencia. 

La tendencia de la actividad del Daesh durante los tres últimos años es claramente ascendente. En 2023 fue responsable de más de 200 ataques, causando cientos de bajas, incluyendo más de 285 soldados y más de 231 civiles muertos; en 2024 el grupo triplicó el número de acciones, alcanzando una cifra próxima a los 700 ataques, resultando en más de 750 muertes, incluyendo tanto a personal militar como civil. Entre enero y junio de 2024, teniendo en cuenta el territorio de Siria, así como el de Irak, la organización se atribuyó 153 ofensivas en total. 

En esta fotografía del 22 de junio de 2017, combatientes de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), respaldadas por Estados Unidos, se preparan para la batalla contra militantes del Daesh en Raqqa, noreste de Siria - AP/HUSSEIN MALLA

Durante el presente año, hasta el 15 de mayo el grupo ha reclamado 33 ataques en Siria. Aunque inicialmente la ratio de acometidas a comienzos de año era baja (aproximadamente 5 por mes), a partir del mes de abril se ha observado un aumento significativo, alcanzando los 14 ataques por mes, coincidiendo principalmente con la reducción de la presencia de tropas estadounidenses, aunque no puede olvidarse como factor determinante la rivalidad religiosa con el nuevo Gobierno sirio. 

En contraste con lo observado en Siria, la actividad violenta del Daesh en Irak ha experimentado una disminución continua en los últimos años. 

En el año 2023, reclamó 151 ataques en territorio iraquí, aunque según diversas fuentes estos no llegaron a más de 134. Durante 2024 (hasta el 14 de noviembre) las acciones atribuidas descendieron a 66, alcanzando las 75 para fin de año. Evidentemente, para nuestros parámetros estas cifras son algo desproporcionado, sin embargo, representaron una disminución del 49 % respecto a 2023 y de un 94 % desde 2019. 

Un parche del Daesh está adherido al uniforme de un combatiente, el día en que la Brigada Khaled, parte de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), realiza un desfile militar, después de que Bashar al-Assad de Siria fuera derrocado, en Damasco, Siria, el 27 de diciembre de 2024 - REUTERS/AMR ABDALLAH DAISH

El grupo sigue activo tanto en Siria como en Irak, eso es algo que no puede ponerse en duda, pero los datos muestran que la tendencia general en Irak es a la baja, prueba de que, en cierto modo, la amenaza está contenida. Y esto, que puede parecer algo carente de significado, esconde la clave del problema. Con todos sus problemas, Irak no deja de ser un país más estable que Siria, lo cual dificulta la implantación del Daesh y, aunque sus acciones tienen como objetivo principal las fuerzas de seguridad, estas son bastante más capaces que las sirias. 

Todo esto pone de manifiesto la importancia de la estabilidad gubernamental y la capacidad de las fuerzas de seguridad locales. Mientras Irak ha logrado fortalecer su capacidad antiterrorista, el colapso del régimen de Al-Assad en Siria ha generado un entorno propicio para la reconstitución del Daesh. Esto indica que la amenaza es altamente contextual y se aprovecha de las debilidades en la gobernanza y la seguridad de cada país.  

Aunque el “experimento” del califato territorial llevado a cabo por el Daesh finalmente colapsó, elementos relevantes de su dirección central aún mantienen presencia en algunas zonas de Irak y Siria. 

Militares iraquíes celebran la victoria sobre las fuerzas del Daesh - PHOTO/ARCHIVO

La organización ha evolucionado hacia una estructura altamente descentralizada, operando a través de células o afiliados más pequeños y autónomos distribuidos por todo el mundo, incluyendo África, Oriente Medio y Asia Central, con una especial prevalencia en el Sahel. Estos afiliados reciben orientación operativa y financiación de las cuatro oficinas regionales de la Dirección General de Provincias del Daesh, lo que cual proporciona al grupo un amplio alcance y capacidad de acción global. 

En el aspecto financiero, factor clave, el Daesh ha demostrado una notable resiliencia. A principios de 2025, se estimaba que las reservas del grupo eran unos 10 millones de dólares, usando activos virtuales para recaudar y transferir fondos para financiar sus operaciones. En 2024, las actividades ilícitas, como secuestros para rescate, extorsión y donaciones de partidarios generaron al Daesh unos 8 millones de dólares, con más de 500.000 obtenidos mediante el uso de activos virtuales. 

Bandera del Daesh en un edificio en ruinas en una ubicación no identificada - PHOTO/ARCHIVO

El modelo financiero, que combina flujos de ingresos ilícitos tradicionales (secuestros, extorsión, donaciones) con activos virtuales (criptomonedas), es una estrategia de financiación sofisticada y resistente que presenta un enorme desafío para las fuerzas de seguridad, no solo para rastrearlos y asociarlos a individuos concretos, sino para lograr una desarticulación efectiva del entramado. 

Esta capacidad de adaptación financiera es un respaldo muy eficaz de la estructura descentralizada de la organización, permitiendo al Daesh mantener la capacidad de actuar de forma global y una flexibilidad operativa incluso cuando su liderazgo central en Irak y Siria es objeto de ataques. Esto sugiere que un enfoque puramente militar en la lucha contra esta amenaza, como ya hemos destacado en otras ocasiones, es insuficiente; se requiere una estrategia integral y holística que incluya medidas robustas de lucha contra la financiación, especialmente en el ámbito virtual, y desde luego una sólida contra narrativa ideológica para lograr una derrota duradera. 

Desgraciadamente, la situación en Siria tras la derrota del régimen de Al-Assad a pesar de que pueda parecer lo contrario, está creando las condiciones óptimas para un resurgimiento del Daesh en la región. Todos los factores que le son favorables vuelven a converger en un terreno que conoce y en el que nunca ha dejado de estar presente. Olvidarnos de la amenaza del Daesh es uno de los mayores errores que podemos cometer.