Los crímenes de las milicias hutíes agravan notablemente la situación de la población civil de Yemen, que debe hacer frente a una guerra desde 2014

Yemen: entre la guerra y los abusos de los hutíes

REUTERS/KHALED ABDULLAH - Un niño se sienta entre los seguidores de los Houthi durante una reunión de éstos en Sanaa, Yemen

La ONU considera a Yemen como la mayor crisis humanitaria del planeta.

Varias organizaciones, tanto internacionales como locales yemeníes han alertado de los crímenes contra civiles perpetrados por los hutíes, milicia que controla la mayor parte del país. Múltiples informes de Rights Radar, Human Rights Watch o ACNUR han informado sobre la grave situación en Yemen, un país sumido en la guerra desde 2014. El país de la península arábiga sufre también la mayor crisis humanitaria del mundo, según Naciones Unidas. Sin embargo, a pesar de los intentos de la comunidad internacional para detener la violencia y conseguir establecer la paz, el enfrentamiento entre las milicias hutíes y la coalición liderada por Arabia Saudí continúa siete años después. Además de los grupos leales a Riad y fuerzas rebeldes, hay que destacar a otras organizaciones de carácter yihadista que aprovechan el caos de la guerra para aumentar su influencia.

Este conflicto también ha aumentado las tensiones entre las potencias de Oriente Medio, ya que Riad acusa a Teherán de apoyar militarmente a los hutíes, grupo con el que está fuertemente enfrentado. Muchos países occidentales coinciden con Arabia Saudí en este aspecto y culpan a Irán de financiar a los rebeldes.

Sin embargo, dejando de un lado los asuntos diplomáticos internacionales, son los civiles yemeníes la gran preocupación de esta guerra. La población civil yemení es quien más está sufriendo este conflicto, tanto por los bombardeos de la coalición como por los abusos internos por parte de las milicias hutíes. Aunque Arabia Saudí sea el enemigo número uno de estos grupos armados, los ciudadanos yemeníes son también un blanco de esta milicia chií. Unos ciudadanos que ya están duramente afectados por la guerra que lleva destrozando el país desde 2014. Según la ONU, 22 millones de yemeníes necesitan ayuda humanitaria, 8 millones están en riesgo de hambruna y 13 millones en riesgo de inanición. Además, hay que añadir la aparición de brotes de enfermedades como el cólera, que afectó a la población en 2016, o la reciente pandemia de coronavirus. Por otro lado, los yemeníes sufren las constantes violaciones contra los derechos humanos por parte de los hutíes.

Entre estos crímenes contra la humanidad cabe destacar asesinatos masivos, saqueos, violaciones, torturas o secuestros. Algunos grupos situados en el punto de mira de los hutíes son los académicos, políticos o periodistas. Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, Rights Radar recordó que el año pasado se produjeron 143 casos de abusos contra periodistas, incluidos tres de asesinato. Algunos de estos reporteros se encuentran entre rejas condenados a pena de muerte. Los interiores de las cárceles yemeníes también están repletos de civiles y prisioneros de guerra. Rights Radar señaló que los hutíes han retenido a más de 1.000 civiles, muchos de los cuales han sido torturados hasta la muerte. Según la organización con sede en Ámsterdam, los hutíes emplean la tortura para conseguir información sobre los bandos enemigos, intimidar, destrozar psicológicamente a las víctimas y, por supuesto, adoctrinar a través del lavado de cerebro. Este último aspecto juega un papel fundamental a la hora de aleccionar a los menores para que se unan a los grupos armados.

Son los niños, uno de los grupos más afectados por esta guerra. Los que no caen en manos de milicias sufren los efectos de la crisis humanitaria. Según Save the Children, casi el 23% de las víctimas civiles en el país en los últimos tres años fueron niños. La ONG arroja otros datos alarmantes, como que en 2018 una de cada cinco víctimas eran menores, mientras que durante 2019 y 2020 esa cifra, lejos de mejorar, se incrementó a uno de cada cuatro. “Los niños en Yemen se van a la cama con hambre, ven a la gente morir y no reciben ningún tipo de educación. Todos los días corren el riesgo de morir o sufrir lesiones si se aventuran al exterior”, explica Xavier Joubert, director de Save the Children en Yemen. El pasado marzo, se produjeron cinco ataques a diferentes escuelas de Yemen, dejando a unos 30.060 niños sin educación. Para las milicias huties es fundamental que los niños no se formen de una manera libre e independiente, así les resulta más fácil adoctrinarlos.

Las mujeres y niñas, por su condición de desigualdad entro del país, reciben también la peor cara de la guerra. Dentro del Derecho Internacional Humanitario las mujeres yemeníes están consideradas como un “grupo vulnerable”. Las mujeres y niñas de Yemen, al igual que otras que sufren una guerra, deben enfrentarse a los mismos problemas que tienen los hombres, además de soportar otros horrores por el hecho de nacer mujer. “La crisis humanitaria ha empeorado la atención sanitaria, el acceso a alimentos, la nutrición y la seguridad de la vivienda, lo que afecta principalmente a las mujeres y niñas y las pone en mayor riesgo de sufrir alguna forma de violencia de género, especialmente a las desplazadas”, señala el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos. Además destaca la “sociedad patriarcal” anterior a la contienda, por lo que la situación de las mujeres no ha hecho más que empeorar.

Entre las prácticas más comunes empleadas contra las mujeres encontramos agresiones sexuales, torturas y matrimonios forzados. Según un estudio de UNICEF de 2020, había 4 millones de niñas casadas en Yemen, de las cuales 1,4 millones eran menores de 15 años. Varios informes y ONGs señalan a los hutíes como la milicia que peor trata a las mujeres yemeníes. El deterioro del sistema sanitario también agrava la situación de las mujeres, sobre todo las que se encuentran embarazadas. Según el Fondo de Población de la ONU, más de 100.000 mujeres podrían morir en Yemen por complicaciones durante el embarazo y el parto.

La ayuda humanitaria, recortada y saqueada

La comunidad internacional, consciente de la grave situación a la que se enfrenta la población civil yemení, ha aprobado e impulsado el envío de ayuda humanitaria que pueda paliar los efectos de la guerra. No obstante, la última recaudación de fondos aprobada para Yemen para este año ha sido más baja que en 2020 y 2019. Esta respuesta internacional ha sido calificada como “decepcionante” por António Guterres, secretario general de la ONU. La organización solicitó 3.850 millones de dólares para poder satisfacer las necesidades de los ciudadanos yemeníes, sin embargo, los países se comprometieron a entregar 1.700 millones. “Cortar la ayuda es una sentencia de muerte”, declaró Guterres. Asimismo, agradeció a las naciones que se comprometieron “generosamente” y pidió a los demás que exploren medidas que puedan “evitar la peor hambruna que el mundo ha visto en décadas”, añadió.

Además de una disminución de la ayuda humanitaria, la población yemení sufre saqueos y robos por parte de las milicias hutíes cuando esta ayuda llega al país. Los hutíes no solo adquieren fondos o ayuda alimentaria, sino que también saquean la ayuda que llega para los pacientes de enfermedades tan graves como el cáncer. Esta ayuda internacional es la única esperanza que tienen los enfermos, debido a la falta de medios sanitarios en el país. El Gobierno de Yemen también ha denunciado el robo de ayudas procedentes de una fundación benéfica de Kuwait para pacientes de cáncer. No obstante, el Programa Mundial de Alimentos (PMA), organismo de la ONU, también denunció el robo de ayuda humanitaria destinada a la población yemení por parte de “todos los bandos del conflicto”. David Beasley, director del PMA, aseguró que tan solo un 40% de las donaciones llegan a ciudadanos necesitados en Saná, capital del país controlada por los hutíes. Beasley también señala que únicamente un tercio recibe ayuda en el bastión norte de la milicia rebelde.

Esperanzas de paz

La guerra en Yemen continúa. Actualmente se está librando una batalla por Marib, con una población de aproximadamente 3 millones de habitantes. Esta región, rica en petróleo y gas, es el último bastión gubernamental del norte del país. Los hutíes iniciaron la ofensiva sobre Marib en febrero, poco después de que Estados Unidos anunciase que dejaba de apoyar a la coalición árabe liderada por Riad. En ese mes, la Administración Biden también decidió eliminar a los hutíes de la lista de grupos terroristas de Washington, gesto criticado por autoridades saudíes. El objetivo del Gobierno estadounidense con esta decisión es no bloquear las ayudas hacia Yemen. “Hemos escuchado advertencias de la ONU, grupos humanitarios y miembros de los dos partidos del Congreso, entre otros, de que las designaciones como grupo terrorista podrían tener un impacto devastador en el acceso de los yemeníes a productos básicos”, explicó Antony Blinken, secretario de Estado. No obstante, Blinken ha asegurado que seguirán enfocados en “la actividad maligna de Ansarallah” (nombre oficial de los hutíes) e insiste en que no están poniendo su “confianza en los hutíes”. Washington ha impuesto sanciones contra los líderes del movimiento chií, Abdelmalek al-Huti, Abdeljaleq Badredin al-Huti y Abdalá Yehia al-Hakim, por “actos que amenazan la paz, la seguridad y la estabilidad de Yemen”. Recientemente, la Administración Biden ha vuelto a castigar con sanciones a algunos comandantes hutíes que encabezan la ofensiva para tomar Marib.

Desde Riad, aliado del Gobierno yemení, están muy pendientes de los últimos avances en la región petrolífera, en la que el Ejército yemení junto con las fuerzas de coalición mantienen la posición. La pérdida de Marib a manos de los hutíes supondría un gran golpe para la coalición liderada por Arabia Saudí. Asimismo, implicaría el incremento de la influencia iraní en la zona.

Irán y Arabia Saudí, dos grandes potencias de la zona, llevan inmersas en una rivalidad desde 2016, año en el que suspendieron sus relaciones diplomáticas. Además, se enfrentan en varios puntos de la región, donde buscan incrementar su influencia. Sin embargo, esta enemistad podría llegar a su fin, o al menos disminuir, algo que podría tener un gran impacto en Oriente Medio y en guerras como la de Yemen. Recientemente, el Gobierno de Irán confirmó lo que varios medios de comunicación llevaban informando durante semanas: el diálogo con Riad. Anteriormente, Mohamed bin Salman expresó su deseo de rebajar las tensiones con Irán, al que considera “un país vecino”. El príncipe heredero saudí aseguró que desde el Reino no quieren “que la situación con Irán sea difícil” y piden a Teherán que concluya con sus “influencias negativas”. Estas “influencias” son una clara alusión a los lazos de Irán con las milicias hutíes, además de su desarrollo del programa nuclear.

El inicio de este proceso de acercamiento se enmarca dentro unas conversaciones entre autoridades saudíes y Tim Lenderking, enviado de Estados Unidos para Yemen. Esta reunión tuvo como objetivo impulsar un proceso de paz y un alto el fuego en el país. Riad también habría propuesto a los hutíes un cese de violencia, pero la milicia chií lo rechazó por “no contener ningún punto nuevo o positivo”. El ministro de Asuntos Exteriores saudí, el príncipe Faisal bin Farhan, aseguró que querían “que las armas se silencien por completo”. Además, el ministro insistió en “tener un alto el fuego inmediato para detener el derramamiento de sangre y un diálogo político entre las partes bajo la supervisión de la ONU”.

Este interés por parte de Arabia Saudí por finalizar la contienda puede deberse al temor de que el conflicto supere la frontera y afecte a su propio territorio nacional, como ya ha ocurrido en los pasados meses. Las milicias hutíes lanzaron en marzo misiles contra una petrolera estatal saudí en Yeda, al oeste del Reino. Esta instalación ha sido objetivo en varias ocasiones de los ataques hutíes. Además, las autoridades saudíes anunciaron que interceptaron dos misiles en otros dos lugares.

“Una clase especial de infierno”

El posible acercamiento entre Arabia Saudí e Irán podría dar esperanzas a la población yemení e impulsar el deseado proceso de paz en el país. No obstante, este acercamiento y las posibles negociaciones entre las dos potencias deberán estar supervisadas por organizaciones internacionales que defiendan a los ciudadanos de Yemen ante los propios intereses de Riad o Teherán. Asimismo, la justicia deberá actuar contra todos aquellos que han vulnerado los derechos humanos de la población civil yemení y que han creado secuelas tanto físicas como psicológicas en las personas. El grupo que crea especial preocupación son los niños, ya que muchos no conocen otra situación que no sea la guerra y la violencia. En palabras de António Guterres, la infancia en Yemen vive “una clase especial de infierno”.