El nuevo ‘Informe África 2021’ ha puesto de manifiesto los desafíos que el continente africano llevaba arrastrando durante años y que, ahora, gracias a la pandemia, se han comenzado a ejecutar

África: los nuevos desafíos en la época post pandémica

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En un contexto globalizado en el cual la pandemia de la COVID-19 ha afectado prácticamente a todos los países mundiales, África, paradójicamente, ha sido uno de los continentes menos afectados por esta fatídica crisis. Entre estas posibles causas se incluye que más del 92% de la población africana es menor de 52 años junto con los factores genéticos que presenta la población que ya les hace ser inmunes a ciertos tipos de coronavirus. Sin embargo, la pandemia de la COVID ha evidenciado la precariedad de los sistemas sociosanitarios del continente junto con la escasez de producción de vacunas y tratamientos relacionados a paliar los tratamientos del nuevo virus.

En este marco, la Fundación Alternativas ha presentado el ‘Informe África 2021: Desafíos conjuntos para África y Europa bajo la pandemia’, con el fin de esclarecer las pautas por las cuales Europa y África están estrechamente ligadas, así como los nuevos retos a los que ambos países deben hacer frente para promover el desarrollo fructífero del continente. En este artículo, varios profesionales han intervenido tratando los nuevos desafíos desde una perspectiva de relaciones diplomáticas entre Europa y África, políticas migratorias en España y la presencia del movimiento Black Lives Matter en África.

Para conseguir abordar y resolver los nuevos retos, el director de la Fundación Alternativas, Diego López Garrido, ha defendido que es necesario “un nuevo discurso de África que haga comprender su complejidad” y que los componentes que lleven a cabo la práctica discursiva “deben tener relaciones equilibradas y no asimétricas”, con el objetivo de dejar atrás la concepción que se ha mantenido de paternalismo desde Europa hasta África y así erradicar “la supervisión de un superior a un inferior”. Con esta transformación se esperaría que las relaciones de igual a igual entre Europa y África comiencen a construirse.

Del mismo modo, Garrido ha resaltado la necesidad de llevar a cabo por parte de los países ricos, un “ejercicio de solidaridad” ya que tan solo “el 2% de la población africana ha sido vacunada, teniendo en cuenta que el 14% de la población mundial es africana”. Ante esto, ha expresado la necesidad de urgir al Consejo de Seguridad “una aceleración del proceso de vacunación por parte de África”.

Junto a esto, la pandemia ha puesto de manifiesto la necesidad de llevar a cabo un desarrollo claro en materias ya no sólo sanitarias, si no de políticas de inmigración, seguridad y de defensa de derechos sociales. Este último evidenciado durante el último año con las protestas globales llevadas a cabo por el movimiento Black Lives Matter, un movimiento que va más allá de las matanzas extrajudiciales de personas de raza negra por la Policía y los vigilantes” y adopta la interseccionalidad.

En la línea de la lucha contra la pandemia la antropóloga, Berta Mendigueren, afirma que el problema de la vacunación es “que la vacunación mundial se está produciendo a diferentes velocidades” y que la propia capacidad de producción de África en este aspecto sigue siendo “muy escasa”. Mendigueren reafirma que no sólo existe un problema de producción si no de “distribución y mantenimiento”, procesos que son necesarios para llevar a cabo de manera eficaz el proceso de vacunación, pero igualmente costosos. En este sentido pone de ejemplo el monopolio que mantienen países como China, Estados Unidos y Alemania en la producción de los componentes de las propias vacunas.

En este sentido, se ha resaltado la dificultad en la construcción del proceso para trabajar entre los dos continentes en el mismo nivel de igualdad de trato. Para Marta Íñiguez Heredia los principales obstáculos para llevar a cabo esta igualdad de trato están relacionados con la forma tradicional en la que se ha visto a Europa frente a África por su pasado colonial en el cual se ha construido una relación asimétrica de donante-receptor. Junto a esto, las relaciones comerciales entre ambos países se han caracterizado por el hecho de que África sea la proveedora de materias primas hacia Europa y esta, además, lidere el desarrollo tecnológico, por lo que existiría una desigualdad entre los sectores.

Asimismo, según Heredia, “Europa invierte en África para que sea un tapón de inmigración” por lo que habría que “apostar por un régimen migratorio que sea más favorable”. El investigador Lorenzo Gabrielli ha afirmado que hay que “transformar la transición migratoria en una cuestión de seguridad” ya que se sigue privilegiando “los instrumentos de control” y continúa existiendo una política de “obsesión por control de fronteras”.  En este sentido, se debería abordar la política de migración desde “un fenómeno humano”.

Por otra parte, Beatriz Mesa relaciona los problemas de inmigración con los países del norte de África. Junto a esto, ha criticado las políticas represivas llevadas a cabo en Argelia y Libia a la hora de gestionar las inmigraciones, así como la movilidad laboral de personas y las repatriaciones, problemas que surgen a raíz de las distintas cuestiones de política regional africana.

En cuanto al ámbito más social relacionado con las manifestaciones de la población africana en pro a sus derechos, el presidente de Cedre, Antomi Tuasijé ha relacionado la expansión del movimiento Black Lives Matter con “la relación histórica colonial en la que los países de Europa han extraído y continúa extrayendo materias primas”.  Este movimiento se ha visto magnificado en Estados Unidos tras el fomento de varios discursos emitidos por Trump que han calado en el llamado sector olvidado, el sector poblacional blanco y pobre, que se ha sentido empoderado frente a la población negra. Tuasijé ha concluido afirmando que “el coronavirus no ha sido un freno para este movimiento” ya que es en sí mismo un problema institucional que se sustenta por “el pasado y presente colonial”.