Día Mundial de las Personas Refugiadas: “La educación es su mejor defensa”
¿A qué edad se aprende a dibujar una guerra? ¿A qué edad se aprende a superar un trauma? ¿A qué edad se aprende a perder tu escuela? Estas son las preguntas que a través de un video se plantean las ONG Entreculturas y Alboan con el fin de hacer una llamada urgente a defender la educación frente a la guerra, porque “cuando todo se pierde, la escuela protege”. Con motivo del Día Internacional de las Personas Refugiadas, defendieron la educación como la mejor defensa ante estas situaciones.
En este acto intervinieron Obed Ombuna, coordinador regional de Educación del JRS África del Este, con más de 20 años de experiencia en el contexto africano como especialista en educación en emergencias; Luca Fabris, responsable del equipo de Movilidad Humana de Entreculturas, que desde hace 15 años trabaja en proyectos y programas enfocados al acompañamiento de población refugiada; y Lucía Rodríguez, responsable de Incidencia Política de Entreculturas donde trabaja desde hace 25 años, y especialista en Cooperación Internacional al Desarrollo.
Actualmente, en el mundo existen 56 conflictos activos, donde más de 300.000 niños son reclutados por grupos armados, y más de 20.000 de ellos sufren violencia sexual. “Nadie debería aprender a dibujar una guerra” declaraban, una frase que pesa en la huella y en el mundo que se busca ofrecer a estas niñas y niños que viven rodeados de violencia, armas, bombardeos y, sobre todo, de angustia al no poder entender qué es lo que está pasando a su alrededor, especialmente al ver cómo sus hogares y escuelas son destruidas sin razón.
El último informe de ACNUR de 2024 sobre las tendencias globales de refugio arrojó cifras de una crisis de desplazamiento forzoso nunca antes visto: 123,2 millones de personas han tenido que huir de sus hogares a nivel mundial, de las cuales 42,7 millones son refugiadas y 73,5 millones, desplazadas internamente. Dentro de estas cifras, se asegura que al menos 49 millones son niños y niñas. Estos son números alarmantes, que sumados a los 56 conflictos armados activos actualmente en el mundo, han llevado a más de 224 millones de menores a vivir en contextos de crisis o emergencia. De ellos, al menos 72 millones no tienen acceso a educación, un vacío que amenaza latentemente en su presente y futuro.
Luca Fabris, responsable del equipo de Movilidad Humana de Entreculturas, destacó el papel fundamental de la escuela en situaciones de conflicto. “En un mundo herido por la violencia, la educación protege, rehabilita y salva vidas”, aseguró. Fabris destacó el trabajo en terreno de Entreculturas, Alboan y el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en países como Colombia, Líbano, República Democrática del Congo, Chad, entre otros, donde las escuelas son a menudo los únicos espacios seguros para la infancia desplazada.
Por otro lado, el testimonio de vida de Obed Ombuna, coordinador regional de Educación del JRS en África del Este, fue impactante. Relató su experiencia en los campos de personas refugiadas en Dadaab y Kakuma, en Kenia, que acogen a más de 700.000 personas desplazadas provenientes de países como Sudán del Sur, Etiopía o la República Democrática del Congo. “En estos lugares, la escuela es el único espacio seguro y estructurado. Allí, los niños y niñas no sólo aprenden: comienzan a recuperar la normalidad y la esperanza”, explicó.
Ombuna, que sufrió el desplazamiento forzoso y el tener que decidir, cuando se podía, entre comer en el día o ir a estudiar, declaró que su historia no es sólo suya, sino la de millones de niños y niñas que sufren la falta de acceso a la educación y condiciones básicas de vida. “Yo no entendía lo que significaba no ir a la escuela, pero cada día que un niño no va a la escuela, es un día menos que tiene para cambiar su vida y conseguir algo mejor”, aseguró.
Resaltó también el rol fundamental del profesor como agente de cambio: “Enseñar en un campo de refugiados fue una de las experiencias más duras, pero también más gratificantes que he tenido”. Entendiendo esta labor gracias a la inspiración que recibió por parte de un profesor de escuela primaria que conoció durante trabajos que hacía en el campo con su padre, donde le dejó marcada una frase para toda su vida “enseñar no es solo un trabajo, es una manera de construir futuros”, dijo. Desde ese momento, supo que tenía que convertirse en profesor para romper el ciclo de pobreza y que estos niños y niñas pudieran hacerlo con sus familias también.
Lucía Rodríguez, responsable de Incidencia Política de Entreculturas, cerró el evento subrayando que “la educación debe garantizarse desde el inicio de una emergencia humanitaria, no como un recurso secundario”. “En un mundo cada vez menos hospitalario, donde las fronteras se cierran y el gasto en seguridad no deja de crecer, desde Entreculturas y Alboan apostamos por invertir más en educación”, afirmó. Rodríguez afirmó que la educación es capaz de proteger, de construir paz y justicia, siendo la mejor defensa para la población desplazada.
La campaña “Escuela Refugio” tiene como objetivo sensibilizar a docentes y estudiantes sobre el valor de la escuela en contextos de violencia, utilizando a la educación como una herramienta de transformación social. Esta es una iniciativa que refuerza la necesidad en que los países se comprometan a proteger los centros educativos del uso militar y los ataques armados, donde estos se han convertido a través de la historia en el punto de ataque bélico principal para ejercer la violencia. Proponen una inversión internacional transparente y sostenible basada en educación en emergencias, exigiendo que este derecho no se vea vulnerado frente a otras prioridades. Porque cuando un niño toma su mochila en medio del exilio, cuando un niño entra a un aula en un campo de refugiados, no solo están yendo a la escuela: están resistiendo. Están construyendo a pesar del caos, una posibilidad de un futuro mejor.