El mundo despide a Benedicto XVI
Miles de fieles, autoridades políticas y líderes religiosos se han congregado en la Plaza de San Pedro en la Ciudad del Vaticano para dar el último adiós al papa Benedicto XVI, fallecido el pasado sábado a los 95 años.
Benedicto XVI -cuyo nombre secular era Joseph Ratzinger- nació en Alemania en 1927 y se convirtió en líder de la Iglesia católica en mayo de 2005 después de la muerte de Juan Pablo II. No obstante, en febrero de 2013, Benedicto XVI renunció al cargo, algo que no ocurría desde el siglo XV.
El actual pontífice, Francisco, ha presidido el funeral de Ratzinger, ceremonia que ha sido “solemne pero sobria”, tal y como quería el papa emérito. La misa ha contado con la presencia de 125 cardenales, 200 obispos y unos 3.700 sacerdotes, según informa Reuters. Ya que Benedicto XVI no era jefe de Estado cuando murió, solo Italia y Alemania enviaron delegaciones oficiales al funeral.
Sin embargo varias autoridades políticas han acudido a título personal, como la reina emérita de España, Doña Sofía, y el rey de Bélgica, Felipe, y su esposa Matilde, señala EFE. El funeral también ha contado con la presencia de embajadores y delegaciones de otras religiones, como el islam, el judaísmo o el budismo. "Fue un gran papa, hizo mucho por el diálogo interreligioso", señala Mustafá Aydin, musulmán y profesor de Nápoles, en declaraciones recogidas por ABC.
Benedicto XVI se reunió con líderes musulmanes y judíos y visitó varias sinagogas y mezquitas, como la Mezquita Azul de Estambul, donde se quitó los zapatos y rezó con los brazos cruzados de la misma forma que un imán a su lado. Este gesto fue considerado por muchos musulmanes como una señal de profundo respeto y tolerancia.
De la misma manera, Benedicto XVI fue el primer papa en vista el Muro de las Lamentaciones de Jerusalén, el lugar más sagrado del judaísmo, y rezó en la Gran Sinagoga de Roma.
Durante el funeral, el actual papa ha destacado “la sabiduría, la ternura y la entrega” de Ratzinger “a lo largo de los años”. Por ello, ha pedido a los miembros de la Iglesia “seguir sus huellas”. Benedicto XVI fue un pionero en la lucha contra la pederastia dentro de la institución religiosa.
Este compromiso quedo reflejado en el pergamino que se depositó en el interior del féretro. “Luchó con firmeza contra los delitos cometidos por miembros del clero contra menores o personas vulnerables, llamando continuamente a la Iglesia a la conversión, la oración, la penitencia y la purificación”, señala la nota.
Durante su mandato como líder religioso, Benedicto XVI trató de limpiar una institución que, según sus propias palabras, estaba invadida por la “suciedad”, refiriéndose a los abusos sexuales a menores. Ratzinger envió cartas de perdón a las víctimas, se reunió con algunos de ellos y sancionó al influyente sacerdote mexicano Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo, acusado de abusos sexuales. Asimismo, Ratzinger siempre rechazó con firmeza las acusaciones de haber encubierto abusos.
El papa Francisco, durante el funeral, ha pedido a los fieles “presentar sus respetos” a Benedicto XVI, recordándolo como “un gran maestro de la catequesis”. “Que nos ayude a redescubrir en Cristo la alegría de creer y la esperanza de vivir”, añadió.
“Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu. Benedicto, amigo fiel del Esposo, que tu alegría sea completa al escuchar su voz, ahora y siempre”, concluyó Francisco.
Una vez finalizada la ceremonia de casi tres horas, el ataúd del papa emérito fue trasladado a la cripta de la basílica de San Pedro, donde será enterrado en la tumba que anteriormente perteneció a Juan Pablo II, tal y como deseaba Benedicto XVI. El cuerpo de Juan Pablo II fue trasladado a la capilla de San Esteban, dentro del templo, después de su beatificación en 2011.