Pedro Sánchez inicia la batalla para colocar a Pedro Duque al frente de la Agencia Espacial Europea
Cuando apenas hace 9 días que se ha conmemorado el 45 aniversario de la firma del convenio internacional que dio vida a la Agencia Espacial Europea ‒ESA, por su acrónimo en inglés‒, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, acaba de desenfundar su espada para librar una batalla cuyo objetivo es colocar a su ministro de Ciencia e Innovación, Pedro Duque, al frente de la principal organización espacial del viejo continente.
La confirmación del jefe del Ejecutivo hecha pública el domingo, 7 de junio, de que Moncloa se plantea nominar al exastronauta Pedro Duque para ocupar la vacante de director general de la ESA, que el alemán Johann-Dietrich Woerner abandonará dentro de un año, apunta a que las autoridades españolas ya han obtenido el suficiente número de apoyos entre los 22 países miembros de la Agencia para alzarse con el éxito de su apuesta.
De lo contrario, hacer público el anunció a bombo y platillo para luego obtener un resultado negativo sería un fiasco para el ministro y salpicaría la credibilidad ya deteriorada del Gobierno y del propio presidente. Hay que tener en cuenta que el puesto de líder de la ESA es codiciado por otros altos directivos de distintos países, y España no es precisamente uno de los grandes inversores europeos en materia espacial.
Los rumores sobre la candidatura de Pedro Duque para acceder al puesto de director general de la Agencia se vienen escuchando en fuentes próximas al ministro desde antes de la cumbre ministerial de la ESA, que tuvo lugar en Sevilla los días 27 y 28 de noviembre pasado y en la que el titular de la cartera de Ciencia fue el anfitrión.
El actual mandamás de la Agencia, ‘Jan’ Woerner, había ocupado su despacho el 1 de julio de 2015 para ejercer durante cuatro años la máxima responsabilidad ejecutiva de la organización. Pero al finalizar su mandato el 30 de junio de 2019, en lugar de ver renovado su cargo por otros cuatro años, comprobó con sorpresa que el plazo era ampliado por tan solo un par de ejercicios. La decisión fue un auténtico varapalo para el alemán, ya que su antecesor, el francés Jean-Jacques Dordain, había estado al mando de la ESA durante tres periodos consecutivos, nada menos que 12 años.
¿Qué ha pasado para que ‘Jan’ Woerner no haya renovado su cargo por cuatro años? Varias son las causas que explican su marcha. Lo curioso es que cuando accedió al puesto de máximo mandatario de la ESA, el alemán ya acumulaba una amplia experiencia en alta gestión espacial.
Llevaba varios años representando a su país en la organización, al ser el presidente de la Agencia Aeroespacial Alemana (DLR). Sin embargo, “entró con mal pie y tomó decisiones polémicas que provocaron un gran malestar”, aseguran quienes conocen los pormenores de su presidencia. Una de ellas fue proclamar sin el consenso adecuado la iniciativa Moon Village: montar una colonia habitada en la Luna.
Pedro Duque no lo va a tener fácil. Cuando se abra el plazo de presentación de candidaturas, el actual titular de la cartera de Ciencia e Innovación se va a encontrar frente a importantes competidores. Entre los nombres que se barajan está el del prestigioso físico italiano Roberto Battiston, expresidente de la Agencia Espacial Italiana (ASI) y actual asesor del ministro de Universidades e Investigación, Gaetano Manfredi. Pero el mayor contrincante de Pedro Duque será el exministro de Economía de Luxemburgo, Etienne Schneider, impulsor de la creación en septiembre de 2018 de la Agencia Espacial del Gran Ducado.
Desde que estableció su propia Agencia, el pequeño pero rico país ha incrementado de forma notable su competitividad en el mercado espacial global. Por ejemplo, favorece con beneficios fiscales el asentamiento en su territorio de industrias y sociedades vinculadas con el espacio, fomenta la colaboración de sus empresas con las grandes corporaciones europeas y norteamericanas del sector y propicia la apertura de nuevos mercados a SES, una gran compañía de capital luxemburgués, que es el mayor operador europeo de comunicaciones comerciales vía satélite.
La candidatura de Pedro Duque será ganadora o estará abocada al fracaso si cuenta con el respaldo o con la oposición de Jean-Yves Le Gall, desde 2013 el presidente del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES), la Agencia espacial de Francia. Persona de gran prestigio internacional y el hombre de referencia para los presidentes de la República, a sus 61 años lo ha sido prácticamente todo en el sector y acapara la mayoría de los premios y reconocimientos desde que en 1981 se licenció como ingeniero y entró a trabajar en proyectos espaciales
Desde septiembre de 2016 hasta el año pasado, Le Gall compaginó su puesto al frente del CNES con el de presidente de la Federación Internacional de Astronáutica, la más importante organización mundial del espacio. Y entre 2001 y 2013 había ejercido la presidencia de Arianespace, la compañía europea de servicios de lanzamiento que comercializa los cohetes Ariane 5, Vega y el ruso Soyuz desde la base europea de la Guayana francesa.
La ESA desarrolla lanzadores, satélites, tecnologías y servicios propios y trabaja en estrecha colaboración con las agencias espaciales de países extraeuropeos, como Estados Unidos, Rusia, China, Japón, India o Israel. Su presupuesto para 2020 asciende a 4.870 millones de euros, recursos que se dedican a conocer en profundidad el entorno terrestre y el que nos rodea, así como los secretos que encierra el Sistema Solar y el Universo.
A diferencia de lo que se cree, la ESA no es una organización de la Unión Europea, aunque mantiene estrechos acuerdos con Bruselas respecto a las constelaciones Galileo ‒el GPS europeo‒ y Copernicus, la mayor red espacial para supervisar la salud medioambiental de la atmosfera, los mares y la superficie de la Tierra. Como especialistas en la material, la labor de la Agencia en ambos proyectos es concebir el componente técnico y construir, poner en órbita y explotar los satélites que financia la Comisión Europea.
A lo largo de su todavía corta historia, la ESA ha establecido una serie de primicias en la exploración del cosmos: el encuentro de la sonda Giotto con el cometa Halley en 1986, posar en 2005 la sonda Huygens sobre Titán, la luna de Saturno, hacer descender en 2014 el pequeño artefacto Philae sobre un cometa o utilizar el telescopio espacial Planck para generar entre 2010 y 2013 el mapa más detallado jamás creado del fondo cósmico de microondas, los restos de la radiación procedente del Big Bang.
El Convenio de creación de la ESA se suscribió en la capital francesa el 30 de mayo de 1975 por los plenipotenciarios de Alemania, Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Irlanda, Italia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza. Por parte del Gobierno de Madrid suscribió el documento el diplomático español Miguel María de Lojendio, por aquel entonces embajador de España en París. El Convenio entró en vigor el 30 de octubre de 1980, tras el depósito del último instrumento de ratificación por parte de Francia.
De forma progresiva se han unido Austria y Noruega (1986), Finlandia (1995), Portugal (2000), Grecia y Luxemburgo (2005), Chequia (2008), Rumania (2011) y Polonia (2012). Los últimos países en incorporarse han sido Estonia y Hungría, que firmaron los acuerdos de adhesión en febrero de 2015 y se convirtieron en los Estados miembros 21 y 22, respectivamente. Canadá y Eslovenia son miembros asociados, mientras que otras siete naciones de la Unión Europea ‒Bulgaria, Croacia, Chipre, Eslovaquia, Letonia, Lituania y Malta‒ mantienen acuerdos de cooperación.
La idea de aportar a Europa una capacidad espacial autónoma de Estados Unidos y Rusia se remonta a los primeros años 60. Fue auspiciada por el presidente de la república Francesa, Charles de Gaulle, que contó con el apoyo del primer ministro británico, Harold McMillan. Gracias a su empuje se creó una organización para desarrollar lanzadores (ELDO) y otra dedicada a satélites (ESRO) en la que ya participó España. Sus poco satisfactorios resultados llevaron a la desaparición de ambas y a la fundación de la ESA.