Salen a la luz nuevos detalles acerca de la supervivencia de los cuatro niños colombianos
Más de un mes de búsqueda de los cuatro niños desaparecidos tras el accidente aéreo de la avioneta Cessna 206 HK obtuvieron su milagro el pasado 9 de junio. Lesly, Soleiny, Tien Noriel y el bebé Cristin, de trece, nueve, cuatro y un año, respectivamente, fueron encontrados con vida 40 días después de su desaparición. Mientras los cuatro menores se recuperan en un hospital militar en Bogotá, sus familiares han explicado algunos de los hechos que los propios niños han ido contando desde que fueron encontrados. Y uno de los primeros que se han dado a conocer ha sido que la madre de estos aguantó con vida cuatro días después de estrellarse el avión en el que viajaban.
Tanto el cuerpo de la madre, Magdalena Mucutuy como el de los otros dos adultos, fueron encontrados sin vida el pasado 16 de mayo. Fue entonces cuando empezó una búsqueda contrarreloj que parecía condenada al fracaso que sólo podía ser evitado por un milagro que ha terminado por suceder. Narciso Mucutuy, abuelo de los niños, ha relatado buena parte de las vivencias de sus nietos, en base a lo que le ha contado la mayor de ellos, Lesly. Esta decía que tras el accidente viajaron sin rumbo por la selva, pero siempre dejando señales en los sitios donde pasaban las noches, por si alguien los buscaba.
Y es que Lesly ha sorprendido a los rescatistas. Consideran que sus conocimientos de supervivencia son muy amplios – debidos en buena parte al conocimiento de los uitoto, etnia a la que pertenecen los niños –, y el principal motivo que ha logrado su supervivencia y la de sus hermanos. “Siempre se ubicaban cerca de un río (...) La mayor fue inteligente porque nos dimos cuenta de que cogió el toldillo, la toallita, una linterna con dos pilas y dos celulares, con lo que se distraían por la noche, una cajita musical y las botellas de gaseosa”, explicaba Nicolás Ordóñez, el indígena que encontró a los niños, al medio El Espectador.
Además, asegura que la mayor de los hermanos “se acordaba de todo, nos dijo que escucharon los helicópteros con el mensaje que les mandó su abuela, el mensaje en lengua uitoto”. Los kits de supervivencia lanzados desde los helicópteros no fueron suficientes para sobrevivir, por lo que se vieron obligados a consumir fariña, una harina extraída de la yuca amarga, y también pepas de la palma de seje, unas semillas de las palmeras que al ser aplastadas se convierten en un líquido refrescante. No obstante, una de las claves fue el juan soco, conocido también como avichure, parecido al maracuyá, y que consumieron siguiendo la recomendación que les había dado su abuela Fátima.
Por otro lado, el acceso al agua no fue un problema. Se trata de una región donde llueve aproximadamente durante 16 horas al día, por lo que no sufrían deshidratación, aunque sí desnutrición, según han informado las autoridades. También la piel de los menores se ha visto afectada por las condiciones climáticas. La humedad extrema a la que se han visto sometidos durante las últimas semanas ha afectado a su salud cutánea.
El rescate de los cuatro niños ha pasado a ser ya considerado uno de los grandes milagros de la historia de Colombia en la que han destacado también al perro rescatista Wilson que se perdió en la selva durante las labores de búsqueda. Unos días más tarde se encontraron huellas del perro junto a las de uno de los niños, lo que fue una clara evidencia de que seguían vivos. Ahora, con los niños recuperándose, los esfuerzos por encontrar al perro no cesan, como ha asegurado el general Pedro Sánchez: “La búsqueda no ha finalizado. Todavía tenemos un comando extraviado. Pero ninguno se queda atrás. Nunca dejamos un compañero atrás”, en referencia a Wilson.
Gustavo Petro Urrego, presidente de Colombia ha señalado que “estaban solos. Ellos mismos dieron un ejemplo de supervivencia total que quedará en la historia. Esos niños son hoy los niños de la paz”. Unos menores que fueron hallados al grito de “milagro, milagro, milagro, milagro”, uno por cada uno de los niños encontrados. Culminaba así un hallazgo histórico y una muestra de supervivencia impropia de un grupo de niños que ya son historia viva de Colombia.