Trinitarios para la libertad
La Orden de la Santísima Trinidad y de los cautivos es la familia religiosa más antigua. Fundada por San Juan de Mata (1154-1213) en 1198, el 17 de diciembre, tras la aprobación del papa Inocencio III. Su Regla propia estaba profundamente enraizada en los Evangelios y en la vida de Jesús. Cuenta la tradición que el sacerdote Juan de Mata tuvo una revelación divina en su primera misa, celebrada en París en 1193. En el momento de la consagración tuvo la inspiración de ver a Cristo Redentor en medio de dos cautivos, uno blanco, con una cruz roja y azul, y otro negro, en actitud de intercambiarlos. Estos dos símbolos se han mantenido –y se mantienen- desde hace 822 años y tres días.
Aún se conserva en Roma la Regla trinitaria escrita a mano por el fundador. La vida conventual toma carácter clerical y amplía su misión a semejanza de las órdenes hospitalitarias para peregrinos y cautivos. Vida apostólica, sencillez, igualdad entre los hermanos y devoción especial a la Santísima Trinidad. Su filosofía es todavía más sencilla: “La Orden se consagra a prestar ayuda a los creyentes sometidos a persecución, oprimidos, encarcelados, condenados a trabajos forzados o expulsados al destierro; movidos por la fuerza de la caridad –“ubi caritas et amor Deus ibi est”- los trinitarios socorren a los pobres, a los abandonados, a los marginados por la sociedad y a quienes padecen esclavitud”. Estamos en tiempo de Cruzadas y el islam impone su “Sharía” en varios países del Mediterráneo. España llevaba invadida desde el siglo VIII (año 711) y todavía le quedarían, desde el final del siglo XII, otros tres siglos de lucha por su liberación (Granada, 1492) Una reconquista más parecida a una guerra de guerrillas interminable.
Resulta admirable considerar hoy el heroísmo de estos trinitarios, hijos de Juan de Mata y de Félix de Valois (cofundador) en medio del saqueo de Constantinopla (abril de 1204) masacrando a mujeres, niños, ancianos, quemando iglesias y destrozando incluso la basílica de Santa Sofía. La Cristiandad intentaba en la Quinta Cruzada (1213) llegar a Egipto, pero con los reyes cristianos no salieron bien parados. Jerusalén sería siempre la ciudad deseada.
Los trinitarios, con el arma de su fe, su humildad y su paciencia, comenzaron a extenderse exponencialmente por el orbe romanizado predicando la paz y ayudando a los más pobres de entre los pobres –como años después hiciera la santa Madre Teresa-, fueran cristianos o musulmanes. De hecho, el propio fundador es portador de una carta personal de Inocencio III al califa Miramamolín, “príncipe de los creyentes”, rey de Marruecos, instándole a que sean liberados de las mazmorras tanto los cristianos como los musulmanes, canjeados no por rescate sino por convicción de que es obra buena y verdadera para todos. Son unos adelantados del derecho de gentes y de los derechos humanos.
La carta firmada en Letrán fue el mejor salvoconducto de los “libertadores” de la Trinidad porque decidieron además destinar una tercera parte de todos sus bienes presentes y futuros para salvar vidas. Resulta emocionante comprobar que, a finales de 1918, los trinitarios Manuel Cánovas García (Algeciras, Cádiz, 1971) y Javier Evelio Díez (Almedina, Ciudad Real, 1979) abrieron una comunidad en Alhucemas, dentro de la diócesis de Tánger. Hoy, los nuevos cautivos tienen un nombre impropio: migrantes.
Pocos saben que esta orden no solo ofrecía dialogo, intercambios igualitarios de personas y rescates si los familiares o la gente rica aportaban dinero. En múltiples ocasiones, fueron los propios religiosos quienes se intercambiaron por cristianos o musulmanes y se ofrecieron como rehenes. Los trinitarios crearon cientos de casas desde Polonia a Portugal pasando por Francia, Irlanda y Alemania. Hoy tienen una fuerte influencia en el este de Estados Unidos y siguen predicando y practicando su misión pastoral desde su sede central frente al Quirinal, en Roma. Reformas y contrarreformas (calzados y descalzos) no rompieron la unidad de sus votos a la Regla de San Juan de Mata. San Juan Bautista de la Concepción, en el siglo XVI, inició la reforma necesaria para que el espíritu del fundador y el peso de los siglos no rompiera la filosofía de servir a los más oprimidos sean quienes sean, sin distinguir color, nacionalidad o religión. Hoy la Iglesia católica tiene a sus fieles servidores trinitarios evangelizando Corea del Sur y Madagascar: ayudando a las personas desprotegidas en las zonas más abandonadas de Perú, y vestidos de paisano, con su cruz roja y azul en el bolsillo, rescatan esclavos en Yemen o en Nigeria. Su labor humanitaria a ambos lados del Estrecho tiene un punto de encuentro: la Casa de Algeciras, sede de Prolibertas.
Pero la Revolución Francesa, José Bonaparte en España, la persecución anglicana en Irlanda, el protestantismo centroeuropeo, las desamortizaciones de la Iglesia por Mendizábal y Madoz, el nacionalsocialismo y el comunismo, arrasaron con casi toda la orden. Demasiados mártires entonces, como en la Guerra Civil. Centenares de iglesias aún conservan el escudo emblema de la cruz, roja y azul, que bien pudiera ser considerado el logo más antiguo de la historia de la comunicación y de la publicidad.
Los estudiosos no han conseguido dar una cifra aproximada de las redenciones y de los cautivos. Pero el historiador trinitario Bonifacio Porres ha constatado más de 250 redenciones y 35.000 cautivos, solo hasta el siglo XVIII. Castilla, Andalucía y Portugal fueron los territorios que más ayudaron a la redención de cautivos. El más famoso de los rescatados es, sin duda, don Miguel de Cervantes Saavedra, padre de ‘El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha’. La cruz trinitaria del monumento en la Plaza de España de Madrid lo acredita y aunque se sabe que fue enterrado en el Convento de las Trinitarias Descalzas, sus restos no han aparecido pese a los esfuerzos del Ayuntamiento de Madrid. El 19 de septiembre de 1580, Juan Gil, redentor general, consiguió reunir los 500 ducados de oro exigidos por el rey de Argel. El dinero se consiguió gracias a los esfuerzos de su madre y de la hermana de don Miguel que fueron completados por la “tercera parte” de los bienes de los trinitarios. También contribuyeron con limosnas mercaderes cristianos de la ciudad.
Cervantes dejó por escrito en varias ocasiones su agradecimiento a los padres trinitarios. Muchos creen que fueron los mercenarios los que le rescataron, pero no es verdad. Fueron los discípulos de Juan de Mata, que fundó personalmente la primera Casa Trinitaria en España en Avingaña (Lérida) en 1201, tres años después de la Fundación de la Orden. Hoy, en nuestro país, los conventos trinitarios más notables son los de Alcázar de San Juan, Valdepeñas, Córdoba, Virgen de la Cabeza, Sevilla, Madrid, Granada, Salamanca y Bilbao. Los conventos de las hermanas trinitarias se extienden hoy por toda nuestra patria, Hispanoamérica y Europa. El laicado trinitario confirma que el espíritu de los fundadores sigue vivo 822 años y tres días después.
Los trinitarios, debido a su tradición redentora, han sido durante décadas, - y siguen- los capellanes de muchas cárceles españolas, impartiendo siempre lecciones diarias de bondad, humildad y paciencia. Cito un ejemplo que conozco: el padre José María Ledesma, de Aldeadávila de la Rivera, Salamanca, compañero de curso y, sin embargo, amigo.
Otra de las facetas más significativas ha sido la de la enseñanza. Antes de que llegara la concertada, los seminarios acogían a los hijos de la España rural –años 60-. Recuerdo el día que el padre Antonio Moldón –una de las personas mejores que he conocido en mi vida- llegó a la escuela de mi pueblo, Aldehuela de la Bóveda, en el campo charro salmantino. Allí nos seleccionó a unos pocos -casi todos monaguillos- para incorporarnos al curso escolar 1960-61. Alcázar de San Juan era un cruce de caminos para llegar a todas partes. Paramos tres minutos en Villacañas. ¡Villacañas tres minutos¡, enfatizaba el factor en el calor de la noche de mediados de septiembre.
Lo importante era aprobar con buenas notas (más de 7) para poder gozar de becas del PIO (Principio de Igualdad de Oportunidades) al siguiente año. ¡Cuánto ha hecho la Iglesia y el PIO para que los hijos de los labradores de arado romano pudiéramos llegar sobrados de conocimientos a la universidad! Ha sido un privilegio estudiar con los trinitarios: disciplina, ética, austeridad, solidaridad, honradez, humildad y deporte. Esos principios nos han mantenido firmes en las creencias y en las convicciones morales para llevar una vida digna, sin odios, ni miedos, ni rencores. Sinceramente, gracias.
60 años después, muchos de los alumnos que pasamos por Alcázar de San Juan y por la Virgen de la Cabeza en Andújar (Jaén) mantenemos una amistad fraterna y noble que sólo puede dar una institución excelente como la trinitaria, siempre al servicio de las personas. Aunque el coronavirus impide ahora encuentros presenciales, los WhatsApp nos mantienen unidos, sobre todo, en los momentos más graves. Un privilegio pertenecer a esta familia trinitaria que siempre tiene las puertas abiertas de par en par.
Termino: San Juan Pablo II dijo a los trinitarios –leo en nuestra revista- “que teníamos una larga historia que contar y un apasionante futuro que construir”. Hoy la misión no ha cambiado sustancialmente porque el populismo y el totalitarismo están creando una nueva esclavitud sin fronteras. Pablo VI, nos recordaba a los trinitarios en 1975: “Vosotros ¿para qué habéis nacido? Habéis nacido para la liberación de las personas, de las clases, de los ambientes que no gozaban de libertad. Vuestra fórmula ha superado todas las mareas y todas las tempestades. Seguid adelante”. Después de 822 años, la Orden de la Santísima Trinidad sigue su camino silencioso de humildad y paciencia. El buen camino: redimir a los nuevos cautivos del siglo XXI. Para esta misión iniciada por San Juan de Mata, no sobra nadie. Ya lo dejó escrito Miguel Hernández: “Para la libertad, sangro, lucho, pervivo…” Ahora, cuando termina este año horrible que se ha cobrado miles de vidas inocentes, todos somos imprescindibles. ¡Gloria a la Santísima Trinidad!
Antonio Regalado dirige BAHÍA DE ÍTACA en: aregaladorodriguez.blogspot.com