Opinión

Debate candidatos demócratas (2): La tercera en discordia arrolla a los dos favoritos

Víctor Arribas

Pie de foto: Los candidatos presidenciales demócratas de EEUU suben al escenario durante la segunda noche del Debate Democrático de NBC News. PHOTO/AL DIAZ/TNS via ZUMA

Segundo asalto en televisión en la carrera por la nominación demócrata a la presidencia de Estados Unidos. En veinticuatro horas hemos visto y escuchado a los veinte aspirantes a disputar la Casa Blanca a Donald Trump. Si la primera madrugada fue aburrida, tal y como pronosticó y definió el presidente, el segundo round ha tenido más interés en base a los ilustres nombres de los favoritos que se medían ante las cámaras. La cadena NBC News ha recogido en el teatro Arsht Center de Miami todos los detalles, en una realización de nuevo modélica que se echa de menos a este lado del Atlántico. Y el resultado ha sido la victoria de una inesperada protagonista, Kamala Harris, frente a Joe Biden y Bernie Sanders. Así lo testifican las crónicas elaboradas por los medios de comunicación mundiales: Le Monde afirma que Harris y Elizabeth Warren (ganadora del primer debate) desafían a los dos favoritos. El Times asegura que Harris aprovechó bien su oportunidad para laznar un ataque fulminante contra Biden. Frankfurter Allgemeine también considera a Kamala ganadora sobre todo en su alusión a la integración de personas de raza negra. Y mucho más claro es El País, para el que Kamala arrolló a Biden. 

De modo que la gran protagonista es Kamala Harris, la combativa senadora demócrata por California, que fue fiscal general de este estado y una de las más fervientes defensoras del Medicare For All. Educada en la escuela Hastings College of the Law de Hyde Street en San Francisco, una cantera donde se han formado algunos de los mejores hombres y mujeres de la vida pública norteamericana, se ha lanzado contra el principal precandidato con argumentos y una oratoria segura en sí misma. Su victoria pone en dificultades a Joe Biden, el ex vicepresidente con Obama, y el favorito de los obamistas, quien se ha dado cuenta súbitamente de que no lo va a tener tan fácil como cabría esperar.

Hay una tendencia muy fuerte entre los demócratas americanos de superar la era Obama y proponer cosas nuevas a la sociedad. Ahora resulta que su legado es un lastre, y los propios demócratas lo debaten en televisión. Sus recetas económicas han sido sepultadas por el éxito económico de Trump, aunque la espina de la desigualdad y la escasa cobertura social se imputen en el debe del mandato republicano. Y muchos quieren superarlo porque en los dos mandatos de Obama hubo deportaciones, aunque la izquierda mundial prefiera olvidarlo centrándose en la injusta política migratoria del actual presidente. Harris tiene ascendencia india y jamaicana, lo que aúna en su persona la lucha a favor de las minorías étnicas y migratorias. Su apelación a la niña que fue, que cogía los autobuses contra la segregación para ir a la escuela, se ha convertido en el momento que será más recordado del debate de esta madrugada. Así afeó a Biden sus coqueteos con los segregacionistas. A Biden le ha perjudicado ser un político aparentemente en retirada, aunque a sus 76 años quiera afrontar la larga y tortuosa carrera hacia la presidencia. Todos van contra él, y pese a que las encuestas le colocan claramente como el aspirante con más opciones, podría pinchar si se repiten con frecuencia situaciones como la de este debate a diez. Sin ir más lejos, quedó desarmado cuando Sanders le recordó que él apoyó en el Congreso la intervención militar en Iraq. 

La otra sorpresa la ha dado el alcalde de South Bend, Indiana, Pete Buttigieg. Un político ambivalente, con principios demócratas pero aderezados por convicciones muy conservadoras (¿quién dice que en EEUU hay izquierda al estilo europeo?). Al margen de su condición sexual, es un antiguo alto mando del ejército, episcopaliano, formado en la universidad de Harvard y en la sociedad tradicional de Massachusetts. Buttigieg ha pasado por encima de otros candidatos de los que se esperaba mucho más como Bernie Sanders, el icono progresista que ya fracasó en su intento por la designación demócrata frente a Hillary Clinton. Sus ideas son de manual: sistema sanitario público y universal (allí no dicen también lo de “gratuito”, seguramente para no engañar a los ciudadanos), abrir la mano a la inmigración irregular y una gestión económica que prime las soluciones para los más desfavorecidos sin recursos frente a las grandes corporaciones. Terminó su intervención recordando que los tres norteamericanos más ricos tienen el mismo dinero que la mitad de los ciudadanos con rentas bajas. Donde fue más convincente, el terreno militar, anunció apocalíptico que una guerra en Irán sería mucho más perniciosa para Estados Unidos que la librada contra Sadam Hussein. 

El congresista por California Eric Swalwell, que se ha llevado el premio al candidato que más interrumpió a los demás, tuvo su minuto de gloria. Los periodistas le preguntaron directamente en qué consiste su propuesta de expropiar las armas de fuego más peligrosas a aquellos ciudadanos que sean potencialmente un peligro para la sociedad. Hizo un discurso anti-Asociación Nacional del Rifle y recordó a las madres de jóvenes asesinados en high schools, al grupo Brady, a la congresista Giffords, para anunciar que si es presidente requisará las armas de asalto. Y todos levantaron la mano cuando la presentadora preguntó quién extendería la cobertura sanitaria a todos los inmigrantes indocumentados. Una situación que pareció obedecer a un guión previo, y que sirvió al presidente para que, desde Osaka, pero siguiendo por televisión las evoluciones de sus potenciales adversarios, se preguntara si no atenderían antes a los ciudadanos estadounidenses.

Iowa será la primera etapa de esta gran carrera que acaba de comenzar. A primeros de febrero, su pequeño pero importantísimo ‘caucus’ empezará a marcar el ritmo de los candidatos