Opinión

El reloj de arena

photo_camera El reloj de arena

Pedro Sánchez ha comparecido en el Congreso por vez primera en seis meses, apremiado por la sentencia del Tribunal Supremo que obliga al Ejecutivo a rendir cuentas aun estando en funciones. Fue precisamente el PSOE quien presentó el recurso por la desidia de Rajoy y ahora se resiste a cumplirlo.

Mientras el tsunami de la crisis se avecina y Torra llama a la desobediencia, en Barcelona intentan asaltar el Parlament y quemar frente a la catedral el régimen del 78, ante el silencio de Sánchez; el paro y la inseguridad ciudadana aumentan, el estrangulamiento económico de las CCAA les impide cumplir sus obligaciones esenciales, la inversión se retrae, el Brexit duro nos pillará sin un programa paliativo y las torrenteras destrozarán nuestro flanco mediterráneo.

El reloj de arena

La culpa es de los otros

Explicar los acuerdos de la reunión de junio pasado del Consejo Europeo, después del golpe parlamentario del premier británico Boris Johnson, es una tomadura de pelo; solo tendría sentido adelantar la posición española en las próximas cumbres de septiembre y octubre próximo sobre el marco financiero plurinacional, y transportes, telecomunicaciones y energía. Al final, Reino Unido pedirá otra prórroga in extremis y nosotros haremos seguidismo de Macron que ha colocado divinamente a Borrell hasta 2024. Con suerte, los debates europeos los conocerá el Congreso en la primavera de 2020. Vergonzoso. 

El control al presidente en funciones ha sido ridículo porque se ha limitado a culpar a derecha e izquierda de la falta de estabilidad. Todo el mundo tiene que aprobar sin rechistar su programa porque sus propuestas son progresistas y a él le mandató el pueblo el 28-A para dirigir en solitario un gobierno progresista también.

La receta al “enfriamiento económico” admitido en sede parlamentaria es la misma que nos llevó al carajo con Zapatero en 2008: más gasto público, más impuestos. Ya sabemos el resultado: más paro, más miseria, menos libertad, más desigualdad. En resumen, el doctor Pedro Sánchez, encantado de haberse conocido y seguir en funciones con el Falcon a su disposición. 

Pese a no haber llamado ni una vez a Pablo Iglesias, “su socio preferente” desde que ganó los comicios generales, se ha convertido en el alumno aventajado de los nacionalistas irredentos: se queja perpetuamente. El sistema le funciona. El nuevo socialismo trasversal y plurinacional sigue la senda del PSC: es decir, pactar con separatistas (ora socios de Colau, ora de Puigdemont, ora de Junqueras, ora de la  CUP), y con bilduetarras (véase Navarra) para que el poder socialista dure mil años. Las mismas tesis de Largo Caballero, de Prieto y de Negrín que nos retrotraen a lo peor de nuestra historia común. Ferraz está en manos de Miquel Iceta. 

El reloj de arena

Elecciones a la vista

Sánchez es un actor sin carácter: siempre trabaja en el mismo registro, la moderación impostada. “Yo no quiero elecciones”, sostuvo sin convicción. Pero no explicó por qué no ha hablado con Iglesias ni hace propuestas razonables ni a  Casado ni a Rivera. Al Pablo del Partido Popular lo trata como si el bipartidismo no hubiera muerto; al Pablo de Unidas Podemos, como a un lacayo. Y a Rivera, olvidando el Pacto del Abrazo con las 150 medidas que le iban a llevar a la Moncloa tras la cobardía de Rajoy en 2016, lo desprecia porque coinciden en un punto crucial: su ambición desmesurada por vivir en Palacio. 

El inquilino (en funciones) no quiere que le sustituya el jefe del Cs. Para él tuvo las palabras aceradas, más propias de un enemigo que de un rival político: “Usted sin Venezuela, sin Eta y sin el 155 no es nada; ese es todo su discurso, le espetó despectivamente a Albert cuando éste le propuso dialogar para que se cumpliera la Constitución en Cataluña, tras los desafíos del presidente de la Generalidad. Todo apunta a elecciones generales el 10N aunque el rey Felipe VI vuelva a intentar evitarlas antes del 23 de septiembre. 

El reloj de arena

Sin liderazgos políticos

El único debate político de esta XIII Legislatura ha dejado al descubierto la mediocridad de nuestra clase política; los mandamases de los partidos viven en una burbuja vertical. El aplauso de sus círculos concéntricos les obnubila. A Sánchez nadie le hace sombra en El PSOE; Casado, Cayetana y Montesinos están intentando reflotar un “Mar Egeo” que Rajoy y Soraya abandonaron tras dejar un lastre de corrupción e inacción en la mitad del partido conservador. El nuevo equipo, con el murciano Teo Garcia Egea está intentando estabilizarlo a base de sentido común, mensajes coherentes a la vez que neutraliza a los kamikazes interiores que viajan todavía como polizones.  

Pablo Iglesias, después de una oferta trampa de última hora a Sánchez, espera que, tras las elecciones, sus votos valgan más, aunque sean menos. Sus escaños son oro. Como declaró en pasillos, “si Pedro quiere seguir en Moncloa, yo estaré en la foto del Consejo de Ministros”. Todos manejan sus partidos como feudos medievales. Piensan antes en sus egos descomunales que en España y en los españoles. 

El reloj de arena

Demasiado tarde

Albert dice que Pedro no es de fiar. Y Albert es un hombre honrado. El líder de Ciudadanos cree que hay que echar a Sanchez del poder. Y Albert es un hombre honrado. Hoy, el número 1 del partido naranja tendió una mano al Gobierno, a pesar de que sus iniciativas parlamentarias (seguridad en las calles, cooperación del Estado y de las CCAA en política exterior, selectividad única en todo el territorio nacional para evitar injusticias, etc.), llegan demasiado tarde. Nunca tuvo que dejar de acudir al segundo encuentro institucional con el presidente en funciones. Pero Albert es un hombre honrado, aunque Sanchez le haya insultado sin piedad en la sede de la soberanía nacional. “Usted es un hipócrita”. 

Albert Rivera ha vuelto de las vacaciones sin una estrategia nueva para activar el curso político. Seguir contando urbi et orbi que él es el líder de la oposición después de los resultados europeos, autonómicos y locales del 26M, es sencillamente un espejismo. Los datos no engañan. 

Retratarse en EL MUNDO contra el PP “España suma pero la corrupción no” es una frase de manual de marketing de un alumno en prácticas. “No iremos juntos al Senado porque eso es favorecer a Sánchez”. Iván Redondo debe estar encantado. Bien pudiera ser su nuevo coach. ¿Quién asesora a Albert? Desde luego, es claro que no dispone de una factoría de ideas para dar respuestas inmediatas y lógicas a todas las preguntas. Su mano tendida al presidente en funciones ha llegado, insistimos, con una semana de retraso.

El reloj de arena

España en sus manos

Ciudadanos llegó a la cumbre del poder con 57 diputados. Sin ningún senador directo, pero accedió a ser tercera fuerza nacional. Sus votos junto a los del PSOE suman 180. Una mayoría absoluta. Más allá de que el doctor Sánchez sea un impostor, un oportunista, el “jefe de una banda” que solo reparte cargos públicos o el político sin escrúpulos que vende Navarra, vía PSN a Bildu y, PCS mediante, se entrega al nacionalismo secesionista; más allá, decía, era el momento de hacer algo por los españoles. Albert tenía la gran ocasión de liderar este país nuestro y ser presidente antes de los 50. “La vida es lo que haces, no lo que dejas de hacer”, como aprendimos en la última publicidad de una marca de coches.

Rivera no se ha atrevido en esta recta final a presentar públicamente, y luego al candidato del PSOE, unas propuestas trasformadoras, que le obligarían a mojarse. Con la respuesta sería negativa, su campaña electoral, señor Rivera, ya estaba hecha y usted entraría en el olimpo de hombres de Estado. 

¿De qué condiciones estamos hablando?

Resumimos telegráficamente: La unidad de España es innegociable. NO habrá indultos a los golpistas. Bajada de impuestos para crear empleo y cumplir con Bruselas. El Ministerio del Interior asumirá directamente el mando de las policías autonómicas cuando el gobierno regional no cumpla las leyes. Y aplicación inmediata del art. 155 en caso de desobediencia civil.

Juramento único. Inhabilitación política y económica a todos los funcionarios y cargos públicos electos que no juren o prometan la Constitución Española. Modificación del Código Penal para los delincuentes reincidentes. Imposibilidad de ampliación del Consejo de Ministros para pagar favores en gobiernos de coalición. Fondos especiales y transparentes para investigar el bioterrorismo.
Pactos por la Educación, la Sanidad, la Justicia, las universidades, el Agua; pacto industrial, digital, medioambiente y cambio climático; nuevas tecnologías, medio rural, inmigración, pensiones y FP. Internet por fibra óptica en escuelas e institutos de toda España.

El español como lengua vehicular en toda la Nación. Oposiciones estatales en todas las administraciones. Lucha contra el narcotráfico, narcopisos, crimen organizado, ludopatía y pornografía infantil por móviles. Becas para estudiantes con notables y sobresalientes; inglés en todos los centros.

Ayuda a pacientes con Alzheimer y estudio y archivo de su gen hereditario; medidas para prevenir el suicidio. Por supuesto, no a la violencia de género con igualdad ante la ley.

Despolitización de instituciones públicas y empresas como RTVE, el CIS y todos los organismos estatales, dirigidas por profesionales independientes y nombradas por el Parlamento. 

Pensiones dignas para deportistas con proyección y éxitos internacionales que estén atravesando dificultades económicas. 

Y, por último pero no la última, Investigación por cinco catedráticos nombrados libremente por el colegio de doctores y licenciados sobre la tesis doctoral del presidente del Gobierno para comprobar si hubo o no plagio.

Responsable único

El responsable de que no haya gobierno en España desde hace cinco meses es el presidente en funciones don Pedro Sánchez Pérez-Castejón. El fracaso es exclusivamente suyo. No ha hecho nada durante estos cinco meses porque se cree ungido por los dioses. ¿Ha ofrecido alguna alternativa a PP y a Ciudadanos? Ninguna. Solo piensa en los socios que le llevaron directamente al poder en la moción de censura. Quiere un gratis-total. De ahí no se ha movido. Es más inmovilista que don Mariano Rajoy Brey.

Señor Rivera; usted ha tenido en sus manos la posibilidad de desbloquear una situación excepcional y de cambiar el ritmo y el rumbo de la vida española. Sus votos son hasta el día 23 únicos y decisivos. 

El reloj de arena está vaciándose en la parte superior y no cabe hacerse trampas dándole la vuelta porque el tiempo es lo único que no podemos recuperar. Olvídese de quien es el señor Sanchez y el PSOE, el PSC y el PSN del doctor que habita en La Moncloa. Los españoles le han otorgado la responsabilidad de cambiar la España del siglo XXI. Con usted de vicepresidente. Es el único que puede evitar que Torra, Puigdemont, Otegui y Pablo Iglesias rompan España. 

Si usted hubiera hecho una propuesta como esta u otra similar (una propuesta transformadora y constitucionalista), tendría la ocasión de ir a los comicios del 10-N con este contrato como base de su programa electoral. España está amenazada y usted no puede mirar para otro lado como hicieron Rajoy y Sánchez. 

El empecinamiento en no sumarse a obtener una mayoría en el Senado y a arañar escaños de centro en las circunscripciones pequeñas le pasará a Ciudadanos factura. Y no pequeña. 

El reloj de arena deja caer los últimos granos. No confunda al adversario, señor Rivera. La estabilidad de España pasa por la calle de Alcalá junto a Las Ventas. Pasa por Ciudadanos.

Por el centro siempre se transita y se conduce mejor. Aún confiamos en su talante centrista y liberal. Rompa prejuicios. España se lo agradecerá. Los españoles merecemos un gobierno que no nos mienta y que no plagie programas electorales. Nos vemos en las urnas.