La comunidad internacional a examen

F. Javier Blasco Robledo, Coronel (r)

Venimos entendiendo por Comunidad Internacional (CI) a “la representación, aunque sea hipotética o virtual, de una moralidad universal mayoritariamente compartida por los gobiernos y ciudadanos del mundo”. Concepto etéreo en sí mismo, que precisa apoyarse en, al menos dos principios inamovibles, bastante complicados y no totalmente aceptados por todos los Estados: la existencia de una moralidad internacional encargada de mover o dominar la política internacional y la idea de que una opinión mayoritaria y generalizada es legítima, moralmente justa absoluta y necesariamente superior a las intenciones de los Estados, aunque estas se manifiesten en formato de alianzas o coaliciones.

La realidad es que la CI no constituye nada tangible en sí misma a pesar del uso a veces excesivo que los medios de comunicación, los dirigentes políticos y el público en general solemos hacer de este término. La invocación a ella surge por lo general en momentos de crisis; cuando se la cita o trata de introducir, se hace para dar a entender que una mayoría de Estados o de individuos en el mundo condenan o apoyan una acción particular o una política contraria a los pasos dados por otros que aparentemente no presentan una actitud social, económica o aceptada por el resto.

Tras los catastróficos resultados de las dos Grandes Guerras Mundiales (preferentemente la II), ciertos países decidieron juntarse para, con determinada fuerza y capacidad, erigirse en los creadores o impulsores de un sistema de arbitraje ante los conflictos aprovechando las ventajas que propiciaba aquel momento sobre los grandes vencidos y el garantizado silencio del resto ante iniciativas de los vencedores, que “aparentemente” solo buscaban la Paz.  

Pronto se vio la necesidad de dotarse de suficientes medios, foros, textos y herramientas con capacidad de discusión y también de disuasión mediante la posibilidad de implantación de determinados tipos de sanciones e incluso, en caso de ser preciso, de fuerzas de interposición entre facciones en lucha o para la imposición de la Paz si los beligerantes no se avienen a ella por sí mismos tras una mediación externa.

Así, durante y tras la I Guerra; es justo hacer referencia y resaltar como un primer paso hacia ello la creación de la Cruz Roja. Una organización que nacida incipientemente a mediados del siglo XIX, que basa su misión y labor en la protección, trato y cuidados de los enfermos y heridos de guerra en todo tipo de conflictos mediante una serie Convenciones o Convenios que son reconocidos mundialmente y cumplidos por todos los países firmantes de los mismos.

Como consecuencia de los muchos abusos sufridos durante dicha contienda, surgió la necesidad de proclamar el conocido como el Tercer Convenio de Ginebra, relativo exclusivamente al trato que deben recibir los prisioneros de guerra heridos o no, y que se firmó en dicha ciudad el 27 de julio de 1929.

Como hecho más relevante en el proceso para tratar de buscar la paz en el mundo tras la II Gran Guerra debe resaltarse la creación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Nacida oficialmente el 24 de octubre de 1945, después de que la ratificaran -la mayoría de los 51 Estados Miembros signatarios del documento fundacional de la misma- la Carta de la ONU.

Aunque realmente, el nombre de «Naciones Unidas» acuñado por el Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, se utilizó por primera vez el 1 de enero de 1942, en plena II Guerra Mundial, al aprobar la conocida como la «Declaración de las Naciones Unidas» por los representantes de las primeras 26 naciones que se adhirieron.  En la actualidad, son 193 sus Estados miembros y todos ellos están representados con igualdad de condiciones en la Asamblea General.  

Todos sus principales organismos dependientes (UNICEF; UNESCO; ACNUR; OMS; WFP; OIEA; UNEP; ILO y FAO) -sobre los que descansa y se construyen los aspectos político, social, educacional, sanitario, medio ambiental, el control de armamentos y militar de la CI- y los estamentos de dirección y coordinación como la mencionada Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la misma (CSNU) cuentan con la suficiente autoridad, capacidad de legislación, fondos, medios y, en algunos casos con fuerzas puestas a su disposición -por los Estados miembros- para el desarrollo de sus funciones.

A pesar de lo anterior, es muy frecuente que precisen apoyarse en otras organizaciones internacionales, grandes ONGs de carácter sanitario o humanitario y alianzas políticas de alcance regional (la Organización de Estados Americanos -OEA-; la Unión Europea -UE-; la Asociación de Naciones del Sureste Asiático -ASEAN-; el Consejo de Cooperación para los Estados Árabes del Golfo -GCC-; la Unión Africana -UA- y otros de menor entidad) o militares como la propia OTAN o la OSCE para el desempeño de actuaciones de mayor calado y relevancia en misiones de paz, seguridad y defensa.

Todas las Resoluciones del Consejo y alunas de las Decisiones y Recomendaciones de la Asamblea son de carácter vinculante para todos los miembros, aunque es justo decir, que tienen un mayor peso y obligatoriedad las citadas Resoluciones y que estas pueden llegar a ser difíciles de alcanzar por el exclusivo derecho de veto que tienen sus cinco miembros permanentes (EEUU, China, Rusia, Francia y el Reino Unido); casualmente, los mismos países que oficialmente tienen derecho a poseer armas nucleares.

Para el control, monitorización y la ayuda puramente económica, monetaria y comercial entre países, la CI cuenta con elementos fuera de la ONU como son el Fondo Monetario Internacional -FMI-  quien además de seguir y analizar las evoluciones económicas de todos los países, toma un papel preponderante ante aquellos en fase de desarrollo y en las crisis financieras con influencias internacionales; el Banco Mundial[1] cuyo propósito es reducir la pobreza mediante préstamos de bajo interés, créditos sin intereses a nivel bancario y apoyos económicos a las naciones en desarrollo y su sucursal especializada el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento –BIRF-  cuya finalidad se centra en tres ejes: contribuir a la reconstrucción de los países, ayudar a elevar el nivel de vida de los habitantes de los países miembros mediante el crecimiento equilibrado y cooperar en la transición de una economía de situaciones de guerra en una economía de paz.

Tras este rápido repaso por las diferentes facetas y aspectos de las asociaciones que encuadran y se entremezclan para tejer y dar forma a la llamada CI, podríamos entender y asegurar, que el mundo, al menos sobre el papel, está bastante bien preparado para afrontar retos de cualquier entidad, paliar catástrofes, auxiliar a los países en crisis y solventar las situaciones de gran tensión o de verdaderas discrepancias entre los Estados o asociaciones de ellos en cualquier tipo de conflicto natural o provocado por la mano o escasez de conciencia del hombre.

Afirmación, que si bien pudo ser cierta o tener gran sustento y apariencia en su creación y durante los años de la llamada Guerra Fría (1947 –1991) en los que a la política internacional -en un mundo fuertemente bipolar (EEUU-URSS)- la CI ofrecía y servía de foro de referencia y discusión de los asuntos más candentes entre aquellos.

Así, gracias a ello y a políticos de mayor prestigio, capacidad y formación que en la actualidad, jamás se llegó a una situación de guerra abierta o generaliza entre los dos grandes bloques militares (OTAN-Pacto de Varsovia); se resolvieron con acierto -no sin atravesar momentos de gran riesgo- todas las situaciones de crisis por graves que fueran como la de los misiles de Cuba en 1962  que se solventó en el seno del CSNU o la del “zapatazo” de Nikita Kruschev en 1960 cuando con el zapato en mano el dirigente soviético amenazó al mundo durante una muy tensa sesión plenaria de la Asamblea General de la ONU. 

Sin embargo, se puede afirmar con escaso margen de error, que tras la caída del muro de Berlín (1989) y a medida que el mundo pasó de aquella férrea bipolarización -que a su manera mantenía al mundo con tensión pero en cierto orden- a un punto en el que EEUU comenzó a dominar el mundo en solitario aunque dando paso paulatino y progresivo a la recuperación de Rusia en solitario (tras desprenderse del excesivo lastre de la mayor parte de las ex repúblicas socialistas soviéticas); el fuerte despertar de China; de la India y de otros actores más pequeños pero también temibles como Pakistán, Corea del Norte, Israel, Iraq, Irán, Arabia Saudí, Siria y Turquía con afanes territoriales, ansias de liderazgo zonal y la mayor parte de ellos, en busca o un mayor desarrollo de sus capacidades en armas nucleares.

Así, actualmente nos encontramos en un momento en el que hay demasiados gallos de pelea tratando de convertirse, al mismo tiempo, en el amo del corral; cualquier país es capaz de esgrimir sus garras y poner al mundo patas para arriba o llevarnos a situaciones de verdaderas crisis sin que la CI tenga mucho que decir; o lo que es peor, se sienta en la necesidad o con capacidad de evitarlo.

Solo por citar algunos de los más importantes; hemos pasado en pocos años por: la cruenta guerra entre Irán e Iraq; las dos guerras de EEUU y sus aliados en Iraq; la interminable guerra en Afganistán; los conflictos y situaciones derivadas de las mal llamadas Primaveras Árabes, nacidas de movimientos reivindicativos locales que fueron aderezados con ciertos intereses e interesados apoyos exteriores; el cierre en falso de la crisis de las armas químicas en Siria; la aparición en fuerza del cruento autoproclamado Estado Islámico y todas sus derivadas paralelas o posteriores en varios continentes; los atentados terroristas de calado en todo el mundo con especial énfasis en África y Asia; las situaciones de grave tensión entre Rusia y  Ucrania; los peligrosos momentos de posibles enfrentamientos nucleares con Corea del Norte y la escalada de tensión en el Estrecho de Ormuz como consecuencia de las tiranteces entre EEUU e Irán.

Situación esta que está adquiriendo dimensiones desproporcionadas, ha pillado a los tradicionales aliados de EEUU desprevenidos -pensando en asuntos internos- y malamente armados para apoyarle. Teniendo presente que, de no remediarse, de una forma u otra –aunque no se espera una guerra tradicional ni mucho menos- pronto albergará a otras naciones del entorno.

En este mismo aspecto no hay que olvidarse de que ya despuntan otros posibles o muy probables conflictos como: los ataques sobre Israel a manos de sus múltiples enemigos preparados y alimentados por Irán; las luchas en las que se verá envuelta Turquía y su entorno contra los Kurdos internos y externos; las escaramuzas cada vez menos controlables entre la India y Pakistán; los combates en Yemen entre Arabia Saudí e Irán o los lanzados desde dicho país a cargo de las fuerzas guerrilleras hutíes y; ya veremos que sucede con la expansión de China por el Mar del mismo nombre, con los intentos de ocupación y disputa de las aguas y los fondos marinos del Ártico entre Rusia, EEUU y China o con la desenfrenada carrera por dominar el espacio exterior protagonizada por los mismos actores anteriores.

Se puede afirmar, que en todos los casos citados anteriormente, el papel de la CI ha sido irrelevante, inexistente o casi; tampoco las escasas Resoluciones del CSNU sobre algunos de ellos que han podido ver la luz, a pesar o por culpa de los vetos de Rusia y China, han sido del suficiente calado e importancia para frenar enérgica y definitivamente los ímpetus y desviaciones de los beligerantes en dichos conflictos.

La mayor parte de aquellos se han medio solventado mediante acuerdos bilaterales entre Estados, asociaciones de ellos u organismos de menor entidad y casi siempre, se ha precisado la presencia, insistencia, tutela y gran vehemencia del presidente Trump o la aparición en la sombra de Putin y hasta en algún caso de Xi Jimping . No se puede afirmar que alguno de los eventos enunciados se encuentre actualmente bien cerrado; más bien lo contrario, ya que lo han hecho en falso y casi todos están dispuestos a reabrirse a nada que salte la menor discrepancia.

Paralelamente, el mundo ha sido y es testigo, con su denigrante silencio, de grandes migraciones por causas económicas o persecuciones de tipo político, étnico, cultural o religioso, o como consecuencia de las muchas guerras despreciadas y sumidas en el olvido por la siempre distraída CI. También y como no, de importantes y fragrantes abusos dictatoriales, tiranías e indiscriminadas persecuciones de todo tipo sin que nadie sea capaz de mover un dedo para solventar dichas inhumanas situaciones que están llevando a muchos millones de personas a emigrar, vivir perseguidos o a ser pisoteados sin que se respeten sus derechos fundamentales.

En otros casos, el problema es aún mayor, al comprobar que es la propia CI la que se ve involucrada en favorecer situaciones claramente delictivas, envolviendo las miserias que estos encierran en papel de celofán de colores y movidos única y exclusivamente por espurios intereses de algunos de los colosos y de aquellos otros que les suelen bailarle el agua en su entorno cual peces Rémora que acompañan a los Tiburones en busca de protección y para sacar la mejor tajada de las presas que estos desdeñan. Sin darse cuenta, de que lo que verdaderamente alimentan son monstruos que pronto, cuando crezcan, serán imposibles de parar y doblegar como es el caso de enorme interés de algunos países en continuar con el Plan de Acción Integral Conjunto sobre el Programa Nuclear de Irán.  

Actualmente, los Estados occidentales, aquellos que en su día decidieron la creación de dicha macro estructura y parafernalia burocrática llamada CI, miran para otro lado, no cesan de mirarse al ombligo, dilatan sus procesos post electorales, nombran primeros ministros para decidir cosas muy serias a humoristas, populistas, elementos desacordes con la sociedad o se tiran al sucio fango con tal de formar gobiernos -aunque estos sean contra natura por integrar a partidos que no creen en su propio Estado- a fin de permanecer en la poltrona, seguir disfrutando de privilegios o mamandurrias y repartirse con todo descaro los puestos vitales y de presión cual prebendas por cupo o a modo de compensación.

Esta plaga, mala tendencia y perniciosa enfermedad, lógicamente, también ha hecho mella por contagio en las organizaciones regionales quienes ya integran en sus filas y parlamentos a grupos políticos contrarios a las mismas, como los euroescépticos, y por derivación en la CI o sus organismos afiliados, aquellos que deberían velar por el devenir del mundo en todas sus facetas y principalmente en la salud, la economía y la seguridad.

Por todo ello, pienso y puedo asegurar que la CI está herida de muerte, se tambalea letalmente, está dando sus últimas bocanadas y muestra fuertes signos de clara y absoluta irrelevancia. Fue y es un costoso invento, que en su día, fuimos capaces de sufragar porque entendimos que cumplía con el papel que se le había asignado; pero hoy, por hoy o cambia muchísimo, se vuelve a reinventar, lo tomamos en serio o habrá que cerrar por falta de fondos, propia defunción o manifiesta inutilidad.                            

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