Opinión

La Vía 221

photo_camera Inés Arrimadas propone la vía 221

Solo hay que observar su lenguaje corporal (desafiante, supremacista y matón) para saber que Pedro Sánchez está ebrio de vanidad y de vacío. ¿Alguien le ha escuchado alguna idea de España? Como no sabe ni de dónde viene ni adónde va, terminaremos en la mitad de la nada. Un alto cargo de González y ministro en los gobiernos de Zapatero me comentaba en el autobús camino del intercambiador de Moncloa que “nadie en el Partido sabe qué piensa ni que va a hacer porque las decisiones las toma un puñado de incondicionales y forofos que nunca le llevan la contraria; estamos muy preocupados con la deriva separatista que está alentando”, precisó. 

Don Pedro Sánchez i Pérez Castejón es hoy el peligro público número uno para nuestra democracia porque está dando alas –junto a algunos magistrados del Tribunal Supremo y del Constitucional- a que este viejo Reino con 5 siglos de historia se rompa en mil pedazos. Es, además, el mentiroso mayor de la Península Ibérica y como aseguran los políticos que le han tratado, no tiene palabra. Ni hechos.

Si el cobarde Rajoy se amparó en el plasma para no comparecer ante la prensa, éste sujeto que desvaría porque el chico se cansa con tanta entrevista electoral y dice burradas como que la Fiscalía hace lo que él les diga –incluso traer a Puigdemont de su escondite pagado por todos nosotros- amenaza a los periodistas -¡Animo Iñigo Alfonso, bien por RNE!-, y se niega a las ruedas de prensa abiertas, reduce a dos las preguntas y no contesta ninguna; el emperador  de la transparencia y del progresismo. Ese silencio cómplice debe ser también muy progresista. Estos progresistas de salón son lo más rancio y reaccionario de nuestra política. 

Volviendo a Iceta hemos visto como se licuaba defendiendo el reconocimiento de Cataluña como nación “sin interferencias indebidas del Estado” sin que Ferraz haya enmendado una coma al golpismo subyacente de su acercamiento al tripartito con ERC y con los Comunes. Porque ese es el objetivo: formar un tripartito en Madrid, otro en Cataluña y otro en el País Vasco y Navarra para perpetuarse en el poder. 

El PSC, caballo de Troya del separatismo

Hubo un momento no muy lejano en el que Pedro Sánchez pudo ser investido y gobernar en solitario con apenas dos premisas democráticas: no ceder al chantaje de los golpistas del este y del norte y cumplir los objetivos económicos que marca Bruselas en las cuentas públicas. Existíó una mayoría absoluta de 180 diputados, 57 de ellos de Ciudadanos.
Nunca le perdonaremos a Rivera –otro iluminado del poder que quería solo ser primer ministro también a cualquier precio- que no ofreciera su fuerza moderada centrista y liberal desde la noche del 29 de abril. Su absolutismo ha llevado al partido a la más absoluta miseria. 

Inés Arrimadas se presenta como la lideresa natural para rescatar al millón de votos centristas que se abstuvieron el 10-N -la abstención debería ser delito- para formar un grupo bisagra de 30-35 diputados que imposibilite de una vez y para siempre que vuelva España a ser gobernada con los chantajistas catanazis h vascos. 

Los naranja son hoy más necesarios que nunca pero doña Inés tiene que dejar fuera de la dirección a todos los que la han llevado al desastre, incluyendo a los falsificadores del CV.

Ofrece a Sanchez los 10 diputados y se compromete a dialogar con Pablo Casado para que aporte los 89 más los 2 de Navarra Suma. Así llegamos a la Vía galáctica 221. La idea es útil pero las miradas de desdén y de odio de Sánchez a Casado en su último encuentro denotan que el candidato a la investidura no se bajará de su rucio amarillo y morado. 

El PSOE con Iceta de muñidor (entiéndase mamporrero, perdón por la expresión) es el caballo de Troya que nos llevará hasta el borde del abismo hasta dar un paso al frente.

Mientras Puigdemont se pavonea en Bruselas y exhibe su credencial provisional de eurodiputado infectando la situación política –“hay que cumplir la ley” proclama este hipócrita golpista sacamantecas-, el PP ha denunciado la situación de privilegio del comandante en jefe de ERC y de sus socios delincuentes, por haber convertido la prisión en un plató de TV con menú cinco estrellas.

Hace más de un año, Ciudadanos propuso una reforma legal para que este nazi reconvertido en demócrata de conveniencia no pueda ser candidato a las elecciones de Cataluña. Inés lo ha vuelto a reiterar justo el día en el que el secretario de Estado de comunicación, Miguel Ángel Oliver critica a los periodistas que cubren Moncloa por su tendencia enfermiza a preguntar.

El presidente de la AMP, Juan Caño ha protestado por esta mordaza a la libertad de expresión y la APE (Asociación de Periodistas Europeos) que lidera Miguel Ángel Aguilar ha propuesto que si no hay preguntas tras las ruedas de prensa dejen de perder el tiempo los periodistas y envíen un comunicado oficial.

Imaginen en qué se convertirá el derecho a la información con PSOE, UP, Los Comunes, ERC, Bildu –la inspiradora de esta teoría de las ruedas sin radios (digo sin preguntas)- en un futuro gobierno de radicales anti constitucionalistas. Yo se lo digo: en una dictadura propagandística como el Chile de Allende, la Cuba de los Fideles o la Venezuela de Maduro. “El periodista” -dijo Allende antes de suicidarse- “no debe servir a la verdad sino a la revolución” Ahora dirían que hay que servir al “nuevo régimen progresista”. Ya hemos visto que hasta la vicepresidenta blanquea a los negociadores de ERC como progresista.

La vía augusta

La propuesta de Ciudadanos debería ser tenida en cuenta en el nuevo escenario que se ha abierto tras las decisiones de Bruselas. Lo acontecido significa que como nación no pintamos nada en la UE. Nunca protestamos y de ahí los reveses judiciales de Londres, Bruselas y Berlín. Modifiquemos nuestro Código Penal para introducir el delito de secesión y los juicios en rebeldía (por ausencia) como tienen todos los estados de derecho de nuestro entorno. Y, sobre todo, expliquemos en el Parlamento europeo, en la Comisión y en el Consejo que España tiene unos enemigos interiores que quieren cargarse la unidad de la Patria y la forma de Estado y que deberemos ilegalizarlos. 

Pero claro… ¿cómo explicar esa realidad cuando el propio Gobierno de la Nación negocia con los golpistas como negoció con los etarras? Finalmente, exigirles a nuestros jueces que conozcan el derecho comunitario para no hacer el ridículo. Es lamentable que hagamos consultas al TJUE que no nos pide ni nos exige. Siempre el garantísmo que favorece a los delincuentes. 

En estos tiempos difíciles, no tenemos a don Práxedes Mateo Sagasta al frente de Consejo de Ministros sino a un aventurero, a un conductor suicida que no conoce la ruta de la Vía Augusta (Cádiz-Gerona) como camino de regreso a Roma.

La Vía 221 es la autopista por la que Pedro Sánchez debería transistar para investirse y legitimarse gobernando solo, con el apoyo puntual de los demócratas; desgraciadamente Sánchez será coronado con emperador máximo del Gobierno Frankenstein antes de Reyes. Todos los socios se necesitan mutuamente para cambiar el régimen y volver a ganar la guerra incivil. 

(Una de las primeras medidas a tomar seá la de suprimir las pagas extraordinarias de Julio y de Navidad) Por franquistas, naturalmente. El Gordo de este año se llama Gobierno Frankenstein. 
Lo que exigen los chantajistas de ERC, de Bildu y de Podemos-Comunes, no lo puede pagar ningún presidente del Consejo de ministros. Ni en España ni en el resto del mundo. Pero don Pedro, el campeón de la impostura, es capaz de todo, con tal de seguir un solo día más en la poltrona. 

La alternativa a esta calzada romana del Estado de Derecho, a esta Vía 221, es simple: o traición o Terceras elecciones.

La investidura nos castiga a sufrir a Sánchez una eternidad. Presiento que ya no quedan dioses suficientes en Grecia y Roma para que nos asistan en estos tiempos tan difíciles. Seguiremos, pese a todo, en la resistencia. En la Carta Magna.