Opinión

Las claves y los protagonistas del impeachment contra Trump

photo_camera Los manifestantes pidiendo el juicio político del presidente de los Estados Unidos

En plena reunión anual de las Naciones Unidas, con sede en Nueva York y con decenas de mandatarios mundiales exponiendo su visión de los problemas globales del planeta, los titulares de los medios de comunicación americanos han desviado la atención hacia un nuevo intento de descabalgar a Donald Trump de la presidencia un año antes de que tenga que someterse a las urnas en 2020. El procedimiento se inicia no por las cuestiones muy comprometedoras que ocurrieron en la pasada campaña electoral contra Hillary Clinton, sino por algo que ha ocurrido antes de ayer, durante el mes de julio. Las llamadas telefónicas al presidente de Ucrania Volodymyr Zelensky le comprometen, cree la oposición demócrata, porque el inquilino de la Casa Blanca habría chantajeado a su homólogo ucraniano con el fin de que abriera una investigación sobre las operaciones, posiblemente corruptas, de la empresa de gas en la que trabajaba Hunter Biden, el hijo del exvicepresidente de EEUU con Obama que opta a ser candidato por el Partido Demócrata. Trump, según sus adversarios políticos, podría haber amenazado a Zelensky con retirar los fondos estadounidenses de ayuda a la compra de armamento por valor de 400 millones de dólares. 

Hunter es el segundo hijo de Joe Biden y desde 2014 es uno de los altos directivos de Burisma Holding, una compañía dedicada a la producción y extracción de crudo y gas que opera en Ucrania. El fundador de Burisma es un hombre muy cercano a Viktor Yanukovich, el presidente pro-ruso que fue depuesto en las protestas naranjas que tuvieron lugar en Kiev... en el mismo año en que Hunter fichaba por la compañía de gas. El chico siempre ha negado haber recibido ayudas inconfesables de la administración Obama de la que su padre era vicepresidente, pero las implicaciones en el país ucraniano no están tan claras. Joe fue acusado de presionar al gobierno para que despidiera a un fiscal que había iniciado una investigación sobre el dueño de Burisma, rodeado de corrupción. Y así llegamos hasta el presente, en el que el actual presidente es acusado de lo contrario: presionar a Kiev para que se investigue. Trump contesta como siempre atacando: acusando a Biden de exigir al Gobierno ucraniano que despida al fiscal que está investigando a su hijo. 

En estas circunstancias se ha producido el anuncio de la presidenta del Congreso Nancy Pelosi, quien cree que Trump ha podido vulnerar gravemente la Constitución, ha traicionado su juramento del oficio de presidente de los Estados Unidos, ha vulnerado la seguridad nacional y la limpieza de las elecciones. Nada menos. Por eso ha anunciado la activación del procedimiento de destitución o juicio político que, pese a tener pocas posibilidades de culminar, siempre supone una desestabilización del mandato y de la figura del presidente, que queda tocado parlamentariamente. El procedimiento necesita una mayoría de la mitad más uno de los 435 congresistas, es decir, 218 votos en la Cámara de Representantes. Desde las elecciones midterm del pasado año dominan esa Cámara los demócratas con una mayoría que está equilibrada en el Senado con la mayoría republicana (53 del total de 100). Hace pocas semanas, Trump ya superó una votación en el Congreso contraria al mismo procedimiento de impeachment presentado por un senador de Texas, Al Green, que fue rechazada por 332 votos frente a solo 95. Cuando la realización del juicio político se ha aprobado en esa primera votación, el proceso pasa al Senado donde se desarrollará el verdadero juicio tal y como lo entendemos en la sociedad occidental. Habrá acusadores (los congresistas) y jurado (los senadores), unos presentarán las pruebas sumarísimas y otros tomarán nota antes de votar para obtener una decisión final. Si dos tercios del Senado aprueban la destitución, 67 de 100, el impeachment habrá triunfado. Lo más admirable del procedimiento es que las sesiones del Senado son presididas por el presidente de la Corte Suprema o SCOTUS (Supreme Court of the United States), John Glover Roberts Jr., la máxima autoridad judicial del país. 

En la historia de EEUU solo ha habido dos presidentes que se hayan visto obligados a someterse a este proceso acusatorio. En 1868 lo hizo Andrew Johnson, por incumplir una ley aprobada poco antes que le inhabilitaba para cesar a altos mandos del Ejército. El Senado se quedó a un solo voto para destituirle, y Johnson siguió en la Casa Blanca. En 1998, Bill Clinton fe sometido a impeachment por mentir a la opinión pública norteamericana en el incidente sexual un año antes con una de las becarias que desarrollaba su trabajo en la Casa Blanca. El Senado frenó igualmente la destitución ya que sólo 45 senadores apoyaron su destitución. Un tercer presidente, Richard Nixon, estuvo a punto de tener que someterse al proceso en 1974 por el 'caso Watergate' pero dimitió antes de que se iniciara este juicio político.