Mercosur: transformarse o morir

Antonio Sánchez-Gijón/CapitalMadrid.com

Pie de foto: La lle­gada de Bolsonaro a la pre­si­dencia de Brasil obliga a re­for­marlo a fondo

La toma de po­se­sión del nuevo pre­si­dente de Brasil, Jair Bolsonaro, tendrá lugar el 1 de enero de 2019, y por pri­mera vez no asis­tirá al acto un pre­si­dente del gran ve­cino del sur. Mauricio Macri, jefe de es­tado de la República Argentina, pa­sará las fiestas de final de año des­can­sando con su fa­mi­lia, lejos de Buenos Aires. Su pri­mera vi­sita ofi­cial a Brasilia la rea­li­zará el pró­ximo 16 de enero según se anunció este fin de se­mana. Argentina es­tará re­pre­sen­tada en la toma de po­se­sión por el can­ci­ller, Jorge Faurie.

La primera visita que realizará Bolsonaro a un país extranjero será a Chile, el país que dentro del continente latinoamericano encabeza en solitario el modelo de desarrollo económico sobre pautas liberales, y pionero en abrirse al libre comercio con el mundo.

Esos dos hechos, sin embargo, sólo son indicios que parecen confirmar la existencia de una corriente que en ambos países apuntan a una reforma del Mercosur, el tratado de 1991 que protege los intereses económicos de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay detrás de una tarifa exterior común, pero que hoy tiene dificultades en competir con otros bloques económicos más grandes o más abiertos, y en términos de desarrollo industrial y tecnológico, balanzas comerciales, financiación, etc.

Las corrientes reformadoras de Mercosur, tanto en Argentina como en Brasil, apuntan a la necesidad de que los socios puedan entrar en acuerdos bilaterales individuales con otros bloques o países, cosa que hoy día no les está permitido.

Brasil, dado el volumen de su economía, tiene incentivos estructurales para adoptar esa vía en su comercio exterior. El principal es el tamaño de su mercado. El pasado año recibió $70.000 millones de inversiones exteriores, diez veces más que lo que recibió Argentina, y en lo que va del siglo XXI ha recibido un total de $780.000 millones, otra vez diez veces más que Argentina. Según Paulo Guedes, preconizado como ministro de Economía de Bolsonaro, Mercosur “no es el foco en este momento”. A Guedes se le atribuye la creencia de que Mercosur es una idea ‘bolivariana’. “¿Solo vamos a negociar con Mercosur?”, se preguntaba el futuro ministro: “Nosotros – añadió – vamos a comerciar con todo el mundo”.

Un modo de proteger la estructura político-diplomática de Mercosur podría ser un acuerdo de reducción de las tarifas exteriores. Esta medida ya fue recomendada por el presidente de Uruguay, Tabaré Ramón Vázquez, y tiene simpatizantes en Argentina.

La prueba de hasta dónde pueden coincidir las posiciones de Buenos Aires y Brasilia se podrá tener a partir del 18 de enero, cuando se reúna el consejo ministerial de Mercosur.

La Unión Europea también se encuentra pendiente de lo que vaya a hacer Bolsonaro. Ciertas declaraciones suyas han creado inquietud en Bruselas, hasta el punto de suscitar una enérgica reacción verbal de la presidenta (rotatoria) del Consejo, la ministra de Economía austriaca, Margarete Schramböck: “no vamos a ceder en nada que rebaje los estándares de Europa, tanto en agricultura como en productos industriales”. La pasada semana la canciller Angela Merkel advirtió que “se está acabando el tiempo” de cerrar un acuerdo.

En materia de estándares medioambientales, el gobierno francés ha advertido a Brasil sobre las consecuencias que tendrían sobre el futuro tratado Mercosur-UE los planes de apertura de la Amazonia a la explotación agrícola, anunciados por Bolsonaro.

La percepción que se tiene en Europa del Mercosur como un mercado proteccionista en lo industrial se corresponde con la percepción de Mercosur sobre Europa como un mercado proteccionista en lo agrícola. Esto último se origina en el hecho de que los países del Mercosur son grandes potencias de tipo agrícola y agropecuario, ansiosas por competir en los mercados europeos con tal de que se reduzcan las altas tasas de protección a agricultores y ganaderos. A su vez los ganaderos europeos, sobre todo franceses, acusan a las exportaciones agropecuarias de Mercosur, de no observar los mismos estándares que ellos en garantías de salud animal y marcas de origen.

Por otro lado, las negociaciones entre la Unión y Mercosur en torno a las exportaciones de carne y azúcar entraron en punto muerto el pasado noviembre, junto con el comercio de piezas de la industria del motor.

Con la llegada del nuevo presidente brasileño, casi se puede asegurar que Mercosur se reformará, o bien desaparecerá, antes de que la Unión Europea y el bloque sudamericano logren ultimar su huidizo tratado de libre comercio.

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