Los investigadores se preguntan si el paro causa problemas mentales, o bien las personas con problemas mentales tienen más probabilidad de estar en el paro.

¿El desempleo daña la salud mental?

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El paro de larga duración es una causa probable de desórdenes mentales. Este artículo analiza cómo el colapso del sector de la construcción dejó fuera del mercado laboral durante largos periodos a muchos de sus trabajadores. A la vez, según un análisis de las Encuestas Nacionales de Salud, estas personas experimentaron un gran empeoramiento de su salud mental. La carga de estos desórdenes mentales es tan grande que incluso podría haber ralentizado la recuperación del conjunto de la economía española.

Puntos clave 

  1. El paro de larga duración es una causa probable de desórdenes mentales. Este artículo analiza cómo el colapso del sector de la construcción dejó fuera del mercado laboral durante largos periodos a muchos de sus trabajadores. A la vez, según un análisis de las Encuestas Nacionales de Salud, estas personas experimentaron un gran empeoramiento de su salud mental. La carga de estos desórdenes mentales es tan grande que incluso podría haber ralentizado la recuperación del conjunto de la economía española.
  2. En la crisis en España no solo aumentó el desempleo, sino también su duración. En 2006, el 2% de la población activa había estado en el paro más de 2 años. En 2011, este grupo se había casi cuadruplicado hasta rozar el 8%.
  3. En el sector de la construcción, la incidencia del paro de larga duración se multiplicó por 18: de ser el 0,1% de la población activa en 2006, a cerca del 1,8% en 2011.
  4. La explosión de la burbuja inmobiliaria ofrece una oportunidad única para identificar los efectos del paro en la salud mental. Si una parte grande de la población experimenta esta situación, se genera un peso adicional para el despegue de una economía.

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¿El paro afecta a la salud mental, o viceversa? Desempleo y mala salud mental están relacionados. Sin embargo, los investigadores se preguntan si el paro causa problemas mentales, o bien las personas con problemas mentales tienen más probabilidad de estar en el paro. En el caso de la crisis española, debido a sus características extraordinarias, se puede desentrañar que lo más probable es que el paro afecte a la salud mental de los trabajadores, y no viceversa.

Introducción

¿El paro afecta a la salud mental, o viceversa? Desempleo y mala salud mental están relacionados. Sin embargo, los investigadores se preguntan si el paro causa problemas mentales, o bien las personas con problemas mentales tienen más probabilidad de estar en el paro. En el caso de la crisis española, debido a sus características extraordinarias, se puede desentrañar que lo más probable es que el paro afecte a la salud mental de los trabajadores, y no viceversa.

La crisis económica de 2007 fue perjudicial para la salud mental de la población

Según el análisis, entre esos dos años, cada vez que la tasa de desempleo en la construcción aumentaba 10 puntos porcentuales, los desórdenes mentales relatados por los trabajadores expulsados del sector aumentaban alrededor de 3 puntos porcentuales. Concretamente, el desempleo en el sector de la construcción pasó del 6% al 24%, y, en el mismo período, el porcentaje estimado de trabajadores previamente empleados en la construcción que declararon haber tenido problemas mentales aumentó casi seis puntos porcentuales.

Esta estimación se obtuvo cruzando dos bases de datos disponibles en la web del Instituto Nacional de Estadística. Por un lado, la Encuesta de Población Activa, y por el otro, la Encuesta Nacional de Salud. La primera es trimestral, mientras que la segunda no tiene una periodicidad fija. Sin embargo, sí se llevó a cabo en 2006 y en 2011: dos momentos en el tiempo ideales para conseguir un cuadro de la situación antes y después del estallido de la crisis.

La Encuesta Nacional de Salud contiene, entre otros datos, las respuestas de 25.000 personas a una serie de preguntas que se usan normalmente para diagnosticar problemas mentales. El análisis de los datos destaca diversos desórdenes mentales fuertemente asociados con el desempleo. Los parados por el colapso del sector de la construcción declaran que sienten estrés, que se sienten incapaces de concentrarse y que no desempeñan un papel importante en la sociedad. Estas respuestas de los trabajadores eran mucho menos habituales antes de haber perdido el empleo (gráfico 1).

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El análisis detecta también que disminuyó el número de desempleados de la construcción que decían tener muy buena salud. Y no es que sufrieran otras enfermedades, sino que, probablemente, su estado psíquico deteriorado les hacía creer que no tenían buena salud.

1. La clave: el desempleo de larga duración

El gran efecto del desempleo en la salud mental podría tener su explicación en las consecuencias sin precedentes de la crisis de la construcción. En España, este sector se llevó la peor parte. De los 3,8 millones de despidos, una tercera parte los sufrió la construcción. Así, mientras que la mayoría de los sectores perdieron alrededor del 15% de sus empleados de media, el de la construcción perdió más de un 60%.

También una tercera parte de las bancarrotas en España entre 2008 y 2010 fueron de empresas de la construcción. Y las provincias que dependían más de esta actividad sufrieron los mayores repuntes de desempleo. Por ejemplo, en Tenerife el 21% de la población ocupada en 2006 trabajaba en la construcción, pero entre 2007 y 2011, el desempleo creció en esta provincia del 8% al 30%.

Sin embargo, el rasgo que hizo especial la crisis de la construcción en España es que no solo aumentó el desempleo, sino también su duración. La gran mayoría de las personas que perdieron el trabajo a principios de la crisis, entre 2008 y 2009, no encontraron trabajo hasta mucho después, y son muchas las que aún están desempleadas. Un dato: en 2006, tan solo el 2% de la población activa había experimentado períodos de desempleo superiores a 2 años. En cambio, en 2011, este grupo se había casi cuadruplicado hasta rozar el 8%.

El desempleo de larga duración puede tener un alto coste para la salud mental de quienes lo sufren

Esta situación afectó especialmente a los trabajadores de la construcción. En 2006, los desempleados de la construcción volvían a trabajar rápidamente y, como indica el gráfico 2, los parados de larga duración (más de dos años en el paro) que procedían de este sector representaban solo un 0,1% de la población activa. Sin embargo, en 2011, este grupo se había multiplicado casi por 18, llegando cerca del 1,8%, mientras que el paro de larga duración en la población general se había multiplicado por cuatro.

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¿Qué había ocurrido? Durante la década del boom de la construcción, muchos trabajadores poco formados habían sido atraídos hacia esa actividad. Pero el sector colapsó rápidamente y casi por completo. La capacidad de esos trabajadores de encontrar un empleo en otra actividad era casi nula. Tardaron mucho en volver al mercado laboral y, por tanto, la duración de su desempleo se alargó enormemente. Este podría ser el factor diferencial que explique el impacto en la salud mental.

Estudios anteriores demuestran que el estado emocional de los desempleados de larga duración pasa por tres fases (Hill John, 1977). Al principio, se ponen a buscar trabajo con optimismo. En la segunda fase, si no lo consiguen, se sienten pesimistas y angustiados. En la tercera fase, cuando todo intento de encontrar trabajo fracasa, se adaptan al nuevo estado con una actitud fatalista y un sentimiento de impotencia.

Estas reacciones encajan casi a la perfección con las respuestas encontradas en la Encuesta Nacional de Salud. En conclusión, el paro de larga duración sería una explicación posible del gran efecto del desempleo en la salud mental durante la crisis en España.

2. ¿Qué viene antes: el paro o los problemas mentales?

La crisis española proporciona una oportunidad única para abordar una pregunta muy pertinente: ¿Cuál es la relación entre el paro y la salud mental, en general? El colapso del empleo en la construcción es un «experimento social» de gran escala que permite arrojar luz sobre algunos aspectos de esta cuestión.

Es bien conocido que las personas en paro tienen peor salud mental que las empleadas (Kasl y Jones, 2000). Durante las crisis económicas, las tasas de suicidio suelen crecer, y el desempleo se asocia a infelicidad, depresión, abuso de sustancias y un largo etcétera de impactos en las personas. Los análisis de las encuestas nacionales de salud confirman este cuadro en toda una serie de indicadores de salud mental, y en estos indicadores, los desempleados tienen datos peores que los empleados (gráfico 3).

Sin embargo, ¿es el desempleo el que causa los problemas mentales o viceversa? Algunos estudios apoyan la primera hipótesis (Eliason y Storrie, 2006). El desempleo afecta a la salud mental porque provoca aislamiento, estrés económico, autocondena y sensación de inutilidad. Asimismo, priva a las personas de una jornada con unas rutinas previsibles, de experiencias compartidas con otros trabajadores, de oportunidades para la creatividad y el desarrollo profesional, y de la capacidad de contribuir al bienestar de la familia y de la sociedad.

No obstante, otros estudios apuntan en la dirección opuesta (García-Gómez et al., 2010). Problemas mentales preexistentes (y en general una mala salud) implican una mayor probabilidad de ser despedido, de no encontrar trabajo o de permanecer más tiempo en el paro.

Otros investigadores intentaron desentrañar esta cuestión estudiando los cierres de fábricas (Browning y Heinesen, 2012). Cuando una planta deja de operar, todos los empleados se van al paro, independientemente de que tengan problemas mentales previos o no. En esta situación, se pueden detectar efectos en la salud mental que aparecen de forma inmediata. Sin embargo, se escapan los que aparecen a largo plazo, porque normalmente los trabajadores se ponen a buscar trabajo y acaban saliendo del paro al cabo de un tiempo relativamente corto.

En un caso como este, las personas con problemas mentales podrían tardar más tiempo en encontrar un nuevo trabajo. Pero también podrían tardar menos porque pondrían más empeño en la tarea, sabiendo que, de no encontrar empleo, sufrirían más. Al contrario, las personas con una mejor salud mental podrían tener más facilidad para encontrar empleo, pero también podrían tardar más, porque tendrían menos incentivos, ya que sufren menos por la pérdida de su estatus laboral. En conclusión, en el caso del cierre de una fábrica es imposible desentrañar los efectos a largo plazo.

En el caso de la crisis del sector de la construcción español, fue el desempleo lo que causó problemas mentales y no al contrario

Por el contrario, la crisis de la construcción ofrece una oportunidad única para identificar los efectos del paro en la salud mental. La explosión de la burbuja inmobiliaria eliminó una parte importante del sector de la construcción. También en este caso, los trabajadores afectados se fueron al paro independientemente de su estado de salud mental previo. Sin embargo, hay una diferencia importante: salir del desempleo era muy difícil, o casi imposible, porque no había cerrado una empresa, sino prácticamente un sector entero. En esta situación, sí es posible observar los efectos a largo plazo del paro en la salud mental, sin la perturbación de una vuelta rápida al trabajo y sin preocuparse de si la salud mental influye en la rapidez de esa recuperación del empleo.

Este estudio sugiere que en este caso es el desempleo el causante de los problemas mentales. Y este efecto tan destacado es probablemente propio de los cracs de mayor magnitud, que van seguidos de un decrecrecimiento económico acusado. La razón es que después de una gran crisis se tarda más en encontrar trabajo y los problemas mentales tienen el tiempo necesario para surgir y consolidarse. En cambio, en condiciones de estabilidad económica, se hace menos esfuerzo para encontrar trabajo, lo que mitiga los efectos en la salud mental.

Es importante tener presente también que el impacto notable del desempleo en la salud mental hallado en este estudio es el resultado de una estimación basada en un análisis estadístico de los datos. Esta estimación busca cuantificar exclusivamente el impacto del desempleo en la salud mental, al margen de otros factores (relaciones sociales, capacidades individuales, apoyo sociosanitario...) que también la afectan y que, en la realidad, consiguieron mitigar la magnitud de ese impacto en nuestro país.

3. Una rémora en el crecimiento: conclusiones y posibles medidas

La carga de problemas mentales provocados por la crisis de la construcción es tan significativa que podría llegar a ralentizar la recuperación económica de un país que dependa mucho de este sector. El desempleo acarrea una carga de desórdenes mentales. A su vez, estos desórdenes dificultan la vuelta al mercado del trabajo de los desempleados. En consecuencia, estos trabajadores se habrían visto atrapados en un círculo vicioso: entre la inadecuación de sus capacidades a lo que requiere el mercado laboral y sus problemas mentales que les impiden afrontar esta situación.

La carga de problemas mentales provocados por la crisis de la construcción es tan significativa que podría llegar a ralentizar la recuperación económica del país

Si una parte grande de la población experimenta esta situación, se genera un peso adicional para el despegue de una economía golpeada por la crisis. Los economistas llaman a esta situación histéresis (Blanchard, 2018), que ocurre cuando los efectos de una crisis persisten aun cuando esta ha finalizado  y la recuperación es más lenta de lo previsto. En este caso, la histéresis sucede cuando la recuperación del empleo y de la economía en general no van tan rápido como se esperaba aunque la crisis ya haya acabado.
Así, una posible explicación de la lenta recuperación económica de España podría hallarse, al menos en parte, en los efectos del paro de larga duración en la salud mental de muchas personas.

Los hallazgos de este trabajo podrían ser útiles para diseñar políticas que permitan cambiar esta inercia. El primer objetivo de unas políticas específicas basadas en esta evidencia sería trabajar sobre todo en las «bolsas de desolación» del país: es decir, aquellas zonas en las cuales se concentra más el desempleo y donde los problemas mentales producen más estragos.

Otro objetivo sería reducir el conjunto de parados de larga duración. Aquí son necesarias acciones que faciliten el tránsito de las personas afectadas a otros sectores de empleo distintos al de la construcción.
Estas acciones atajarían un problema, el desempleo de larga duración, que es dramático para las personas que lo sufren, y además tendrían un efecto beneficioso para el conjunto de la economía porque aligerarían una carga que pesa sobre la recuperación.

Lídia Farré, Universitat de Barcelona, IAE (CSIC), MOVE e IZA 
Francesco Fasani, Queen Mary University of London, IZA y CEPR 
Hannes Mueller, IAE (CSIC), Barcelona GSE y MOVE 
 

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