A pesar de parecer antagónicos por su disparidad religiosa, las dos facciones han buscado puntos en común para preservar sus intereses

‘IranLeaks’ (II): cómo Irán y los Hermanos Musulmanes buscaron una alianza contra Arabia Saudí

photo_camera PHOTO/PRESIDENCIA IRANÍ - El líder supremo iraní Alí Jamenei y el presidente iraní Hassan Rohaní

Irán, de confesión chií, y los Hermanos Musulmanes, de confesión suní, siempre han parecido enemigos antagónicos por esta razón. Sin embargo, la investigación realizada por The Intercept, en colaboración con The New York Times, en lo que se ha denominado ‘IranLeaks’ -una serie de informes filtrados del Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán (MOIS)- revela cómo, a pesar de su disparidad religiosa, el país y la organización trataron de alcanzar una alianza contra un enemigo común: Arabia Saudí.

“En un esfuerzo secreto por la distensión, dos de las organizaciones más formidables en Oriente Medio [las Fuerzas Quds iraníes y los Hermanos Musulmanes] celebraron una cumbre previamente no revelada en un hotel turco para buscar un terreno común en un momento de guerra sectaria”, explica el analista James Risen, autor de la investigación.

En la reunión, que se celebró en el mes de abril del año 2014 en Turquía -se escogió este emplazamiento porque “era uno de los pocos países en buenos términos” con las dos partes-, la delegación de los Hermanos Musulmanes estuvo encabezada “por tres de sus líderes egipcios más prominentes en el exilio”, a saber, Ibrahim Munir Mustafa -basado en Reino Unido, actualmente es el secretario general de la Organización Internacional de la Hermandad y su portavoz en Occidente-, Mahmoud El-Abiary -subsecretario general de la Organización Internacional y editor jefe de la publicación Risalat al-Ikhwan, que se elabora en Londres-; y Youssef Moustafa Nada -empresario y estratega financiero de los Hermanos Musulmanes-.

El secretario general de la Organización Internacional de la Hermandad Musulmana, Ibrahim Munir

Por parte de las Fuerzas Quds, el cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria Iraní, acudió Abu Hussain, del que se desconoce su cargo exacto. Al comandante Qassem Soleimani, Turquía le negó la entrada, alegando que era una figura muy distinguida y que era necesario mantener las apariencias. Además de representantes de las dos facciones, cabe destacar que el MOIS también estuvo presente, sin haber sido invitado. Como explican en The Intercept, “el MOIS, un rival de la Guardia Revolucionaria dentro del aparato de seguridad nacional iraní, secretamente tenía un agente en la reunión que informaba de todo lo que se discutía”. La razón, según expone Risen, es que “el MOIS envidiaba el poder y la influencia de la Guardia Revolucionaria e intentaba en secreto hacer un seguimiento de todas sus actividades”. 

La agenda de la reunión estuvo marcada fundamentalmente por un tema: el odio hacia Arabia Saudí, considerado como “el enemigo común” tanto de Irán como de los Hermanos Musulmanes. Según se analiza en la investigación, el primer escenario escogido para materializar esta alianza fue Yemen. Cabe recordar, en este punto, que el encuentro de Turquía tuvo lugar tan solo cinco meses antes de que estallara el conflicto en este país de la península arábiga, cuando los hutíes entraron en la capital, Sana’a, y forzaron la salida del presidente Abd Rabbuh Mansur al-Hadi, que siempre ha recibido el apoyo saudí, lo que se materializó posteriormente con el surgimiento de la Coalición Internacional.

El ambiente previo que impregnaba la situación política yemení, a las puertas de una guerra -que actualmente se ha convertido en la mayor crisis humanitaria del mundo-, fue utilizado por los Hermanos Musulmanes para justificar un ataque preventivo contra el Reino. “En Yemen, con la influencia de Irán en los hutíes y la influencia de los Hermanos Musulmanes en las facciones tribales armadas sunitas, debería haber un esfuerzo conjunto para disminuir el conflicto entre las tribus hutíes y sunitas para poder usar su fuerza contra Arabia Saudí”, argumentó, entonces, la delegación de la organización surgida en Egipto.

Un hombre camina entre los escombros de los vehículos de las fuerzas gubernamentales destruidos por los ataques aéreos cerca de Adén, Yemen

El segundo escenario en el que se consideró aplicar la alianza fue Irak. En 2014, se estaba desarrollando una de las peores guerras en la historia reciente. La organización terrorista Daesh se encontraba en su máximo apogeo de actividad, pues controlaba un tercio del territorio del país. “Daesh estaba desgarrando las regiones dominadas por los sunitas del norte de Irak. El Ejército iraquí se estaba derritiendo ante las brutales tácticas del grupo terrorista, que, además, estaba amenazando la estabilidad del Gobierno iraquí en Bagdad”, exponen desde The Intercept. 

En este contexto, y como ya se explicó en ‘IranLeaks’ (I), el cuerpo de élite de la Guardia Revolucionaria iraní, liderado por Soleimani, impulsó “los esfuerzos para reclutar y movilizar a las milicias chíies leales a Irán” para combatir al grupo yihadista, siendo el caso concreto el del conglomerado Hashd al-Shaabi o Fuerzas de Movilización Popular (PMF, por sus siglas en inglés). Del mismo modo, también viró sus miras hacia la captación de socios sunitas.

En esta línea, Risen, citando al cable del MOIS, explica que, en la cumbre de Turquía, los representantes de los Hermanos Musulmanes emplazaron a sus homólogos de las fuerzas Quds a “disminuir la tensión entre chiítas y sunitas” en Irak, y a “darles a los sunitas la oportunidad de participar también en el Gobierno iraquí”. 

Manifestantes iraquíes se reúnen en lo alto del edificio abandonado de la plaza Tahrir de Bagdad durante las manifestaciones antigubernamentales del 11 de noviembre de 2019

En ese mismo año, además de los escenarios activos en Yemen, otro episodio fue determinante para propiciar el acercamiento entre las Fuerzas Quds y los Hermanos Musulmanes: esta última organización había sufrido una derrota en Egipto con el derrocamiento de la presidencia de Mohamed Morsi, una estructura política dominada por dicha organización, en el año 2013.

El golpe de Estado que protagonizó Abdel Fattah al-Sisi -ahora mandatario del país- modificó, por completo, el enfoque que habían adoptado las autoridades egipcias respecto a la relación con los Hermanos Musulmanes. Así, Al-Sisi emprendió una guerra contra el terrorismo que, de acuerdo con los analistas, fue dejando al grupo “acorralado”. Por ello, “debilitada por sus pérdidas en Egipto, los Hermanos Musulmanes probablemente vieron una alianza con los iraníes como una oportunidad para recuperar parte de su importancia regional”, declaran desde The Intercept. 

El expresidente egipcio, Mohamed Morsi

Sin embargo, cabe destacar que, finalmente, en ninguno de los dos escenarios acabó materializándose la alianza buscada en la reunión de Turquía. Según han revelado los informes del MOIS, “se podía sentir que los representantes de las Fuerzas Quds no estaban realmente interesados en formar una alianza” entre chiítas y sunitas.

No obstante, tras la reunión de Turquía en 2014, se produjo un nuevo encuentro de alto nivel entre Irán y los Hermanos Musulmanes en el año 2017, aunque esta vez sí de carácter público. El ayatolá Mohsen Araki, asesor del líder supremo Alí Jamenei, recibió a Ibrahim Munir Mustafa en el marco de una cumbre del Foro de la Unidad Islámica. De dicha reunión, no se hicieron públicos los detalles, más allá de que Irán estaba tratando de seguir “cultivando contactos con la organización en el exilio”.

Las banderas de los Hermanos Musulmanes, Jordania y otros partidos políticos ondean en una protesta en la capital jordana, Ammán, el 21 de junio de 2019
El otro “enemigo común”, Estados Unidos

Además de tener en el punto de mira a Arabia Saudí, los dos protagonistas del análisis han encontrado un “enemigo común” en Estados Unidos. El gigante norteamericano e Irán siempre se han configurado como los antagonistas por excelencia de la esfera internacional. Las sanciones estadounidenses por el desarrollo del programa nuclear de Teherán, el derribo iraní de un dron estadounidense en el estrecho de Ormuz o los ataques contra la petrolera estatal Saudi Aramco han avivado, todavía más, la tensión en los último tiempos.

Uno de los últimos episodios que ha ilustrado esta animadversión ha sido la designación de la Guardia Revolucionaria como “grupo terrorista extranjero” por parte del Departamento de Estado estadounidense. “Esta fue la primera vez que Estados Unidos interpretó sus leyes antiterroristas para incluir a una entidad de un gobierno como terroristas”, señala al respecto el analista Fuad Shahbazov de Inside Arabia.

En el caso de la relación de Estados Unidos con los Hermanos Musulmanes, cabe destacar que, con la Administración Trump en el poder, la aversión del primero hacia el segundo se ha vuelto cada vez más palpable, sobre todo, a raíz de que se conociera la presión que estaba ejerciendo el presidente Donald Trump para designar a la organización egipcia como grupo terrorista extranjero. Esto ya lo denunció el periodista asesinado Jamal Khashoggi, como recoge The Intercept. “Estados Unidos y sus aliados del golfo Árabe también han cerrado filas en apoyo del régimen autoritario del presidente Sisi en Egipto, y parecen unidos en sus esfuerzos por controlar o hacer retroceder a la Hermandad en la región”, expone el analista Mohamed-Ali Adraoui en Hudson Institute.

Miembros del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) marchando durante el desfile militar anual de la “Semana de la Sagrada Defensa”, en la capital, Teherán

Por ello, como declara Shahbazov, “a pesar de estar en lados opuestos de la división suní-chií, Iran y los Hermanos Musulmanes comparten enemigos y preocupaciones comunes, como la presión de Estados Unidos y un bloque liderado por Arabia Saudí que consiste en Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Kuwait y Egipto”.

En esta línea, asegura que “la asociación [entre los dos] es más de naturaleza política que de consolidación religiosa”, puesto que “ambas partes aborrecen la idea de la influencia occidental amplificada por sus agentes regionales, como Israel y las monarquías del Golfo”. Del mismo modo, ambas partes abogan por el establecimiento de un estado islámico, el proselitismo religioso (daawa) y la unidad musulmana, como recoge el estudio Mismatched-expectations (2019) del Carnegie Middle East Center. 

Es por estas razones por las que, aunque el fracaso de la reunión de 2014 fue evidente, Irán y los Hermanos Musulmanes siguen buscando puntos en común, en lugar de ahondar en las cuestiones que los distancian. “Para Irán, llegar a los Hermanos, particularmente a la rama egipcia del movimiento, es una inversión de bajo costo en un grupo que podría ayudar a Teherán a ampliar su influencia en la región. Para los Hermanos, es útil tener conexiones con Irán, un poder regional que comparte una ideología similar, aunque no idéntica, sobre el papel del islam en la política y la sociedad, para servir como influencia política con otros actores importantes en Oriente Medio”, concluyen los investigadores Tamer Badawi y Osama al-Sayyad del centro de estudios Carnegie.

Más en Política