Las segundas elecciones presidenciales libres en el país vienen plagadas de dudas y se perfilan como un examen para su joven y frágil democracia

Arranca la campaña para las presidenciales en Túnez

photo_camera AFP/ FETHI BELAID - Unas mujeres miran los carteles de los candidatos presidenciales tunecinos en la capital, Túnez, el 2 de septiembre de 2019

Túnez inició este lunes la campaña electoral para las presidenciales del próximo 15 de septiembre, las segundas libres desde la revolución de 2011, que se ha visto empañada por la muerte de un oficial y tres supuestos yihadistas durante un tiroteo en un área montañosa próxima a la frontera con Argelia.

Las presidenciales estaban previstas para noviembre, pero debieron ser adelantadas debido a la muerte por enfermedad el pasado julio del presidente Beji Caïd Essebsi, de 93 años. Tras 13 días de campaña electoral, durará hasta el próximo 13 de septiembre, los tunecinos votarán el 15 de septiembre. Cerca de 7 millones de tunecinos están llamados a las urnas. 

En caso de que ninguno de los candidatos en liza logre mayoría suficiente, se celebrará una segunda vuelta después del 6 de octubre, y antes del próximo 3 de noviembre, para evitar que coincida con las elecciones legislativas, ya convocadas antes del fallecimiento de Essebsi.

96 candidaturas fueron presentadas ante la Instancia Superior Independiente de las Elecciones (ISIE), de las que solo 26 fueron admitidas. Un total de 24 hombres y dos mujeres que ocupan todo el espectro ideológico del país: desde el islamismo conservador al populismo liberal al estilo Silvio Berlusconi o Donald Trump, el viejo sistema que sobrevivió a la revolución de 2011 y la extrema derecha nostálgica de la dictadura. 

Las encuestas, poco fiables en un país con una ley electoral muy restrictiva, estrechan la pelea entre cinco de ellos: Abdel Fatah Morou, cabeza de cartel del partido islamista Ennhada; Abdelkarim Zbidi, ministro de Defensa y candidato del sistema tradicional de familias que domina Túnez; Nabil Karoui, un controvertido magnate populista de la televisión encarcelado por un supuesto delito de evasión fiscal y blanqueo; el primer ministro, Yusef Chahed, lastrado por la economía, y la abogada Abir Moussi, líder de quienes echan de menos los tiempos de Zinedin el Abedin Ben Alí.

Los candidatos ya protagonizaron sus primeros mítines. Mientras que el jefe de Gobierno, Chahed, ofreció un discurso en un lujoso hotel del centro de la capital, el expresidente Moncef Marzouki y el candidato del partido islamista Ennahda -primera fuerza en el Parlamento-, Abdelfattah Morou, coincidieron en Sfax, segunda ciudad en importancia del país.

Chahed decidió delegar sus poderes durante la campaña electoral al ministro de la Función Pública, Kamel Morjane, para acallar las críticas que le acusan de explotar los recursos del Estado y favorecer así su candidatura.

Morou, presidente interino de la Asamblea de Representantes, es, por su parte, el primer candidato a la presidencia que presenta Ennahda, partido que ganó los comicios municipales celebrados en mayo del pasado año.

Por su parte, la candidata Abir Moussi, presidenta del partido que reivindica la herencia de la dictadura, estará en el municipio capitalino de La Goulette y el líder del Frente Popular, principal partido de la oposición progresista, Hamma Hammami, se desplazará a la región de Kasserine, escenario del atentado.

Dos de los que aparecen en las encuestas difundidas en el extranjero son el ministro de Defensa, Abderkarim Zbidi, considerado el candidato del sistema, y el controvertido magnate de la televisión Nabil Karoui, un populista al que algunos medios definen como "antisistema" por oponerse a los partidos tradicionales.

Karoui está en prisión provisional desde el pasado 23 de agosto acusado de fraude fiscal y blanqueo de dinero por una denuncia interpuesta en 2016 por IWatch, una ONG especializada en la lucha contra la corrupción.

Horas después de la muerte el pasado 25 de julio del presidente de la República, Beji Caïd Essebsi, Mohamed Ennaceur, de 85 años y que también sufre un delicado estado de salud, se convirtió en el nuevo jefe de Estado interino con el mandato constitucional de celebrar presidenciales en plazo no superior a 90 días, lo que podría hacer que la segunda vuelta se solapara con las legislativas del 6 de octubre.

La campaña discurrirá bajo la sombra de una polémica enmienda de la ley electoral, aprobada por el Parlamento un mes antes de que se abriera el plazo para la presentación de candidaturas, y que el presidente Essebsi no quiso ratificar.

El texto impide participar a quienes hayan ejercido un año antes de la votación actividades ahora consideradas prohibidas, como recibir financiación o donaciones del extranjero, promover obras caritativas o hacer propaganda política

Además, veta a aquellos que defienden un discurso "contrario al régimen democrático y la Constitución" y abre la puerta a la reincorporación de los miembros del disuelto partido del dictador Zinedin el Abedin Ben Alí, derrocado en 2011, que podrán acceder a la dirección de los colegios electorales.

En este contexto, de los 96 aspirantes que se presentaron sólo 26 cumplieron con los requisitos formales para poder concurrir: reunir un mínimo de 10.000 firmas de ciudadanos, tener el apoyo de 10 diputados o de 40 Alcaldías y depositar una fianza de 10.000 dinares (3.000 euros).

Por primera vez en la historia del país, la televisión pública llevará a cabo un debate televisado entre los 26 candidatos en el que todos contarán con el mismo tiempo de pantalla a lo largo de tres emisiones de dos horas y media de duración cada una.

La Instancia Superior Independiente de las Elecciones (ISIE), institución encargada de supervisar la consulta, anunció hoy el despliegue de 1.500 observadores mientras que el día del voto contará con un total de 10.000 agentes.

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