Mochine Belabbas, uno de los principales líderes del movimiento popular de protesta (Hirak), dice que el Ejército maniobra para imponer una nueva farsa política a través de unas elecciones presidenciales que la oposición ha decidido boicotear.

Belabbas: "La cúpula militar argelina busca reorganizar la fachada política"

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Mochine Belabbas, uno de los principales líderes del movimiento popular de protesta (Hirak), denuncia en una entrevista con Efe que el Ejército se ha hecho con el control del poder en Argelia y maniobra para imponer una nueva farsa política a través de unas elecciones presidenciales que la oposición ha decidido boicotear.

El Hirak comenzó sus protestas hace ocho meses, exigiendo la renuncia del presidente Abdelaziz Buteflika, que pretendía aspirar a un quinto mandato consecutivo tras 20 años en el poder, y, una vez conseguido ese objetivo, prosiguió para exigir la salida del actual Gobierno y del jefe del Ejército, Ahmed Gaïd Salah, el nuevo hombre fuerte del país, colocado por el propio Buteflika en 2004.

El general ha impulsado una campaña de “manos limpias” que llevado a prisión a numerosos políticos, militares, empresarios y periodistas próximos al “clan Buteflika”, pero también de la oposición, además de impulsar los comicios del próximo 12 de diciembre, un "teatrillo con el que los militares intentan dar legitimidad a una forma de autoritarismo" y al que "los argelinos se oponen", según Belabbas.

PREGUNTA: Tras ocho meses, el pulso entre el Hirak y el poder se mantiene. ¿Hacia dónde se encamina Argelia si persiste esta atmósfera de rebelión?

RESPUESTA: Es una pregunta pertinente, aunque difícil de responder en medio de la actual coyuntura, en la que se da una especie de neutralización mutua entre el poder y la calle argelina. En lo que todo el mundo está de acuerdo es en que el hecho de que la movilización popular persista con cierta intensidad desde hace meses en las 48 provincias demuestra que la victoria del movimiento popular está próxima.

Meses atrás, era muy difícil creer que los argelinos se iban movilizar en la calle de forma continuada y con tanta intensidad. Estamos en la semana 36 de protesta y las demandas son las mismas: el cambio de sistema político y la salida de todos los dirigentes que de una manera u otra son responsable de esta situación y de la instauración del régimen. Desde la dimisión de Buteflika, la cúpula militar está al frente e intenta reorganizar la fachada política, porque la realidad es que desde 1962 existe en Argelia un poder militar con una máscara civil. Ahora esa fachada civil ha fracasado, se hundió a principios de 2019, cuando los militares presionaron para asumir todo el poder político. Y ahora lo intentan queriendo organizar otra farsa electoral, como la entienden los argelinos, ya que no se dan las condiciones para unos comicios libres y transparentes.

Quienes pretenden organizar estos comicios son los mismos que perpetraron los fraudes electorales en el pasado. Los argelinos se oponen a esta maniobra, un teatrillo con el que los militares intentan dar legitimidad a una nueva forma de autoritarismo, a los atentados a la libertad y a los arrestos recurrentes que se registran desde hace semanas.

P: Tras el inicio de las protestas masivas el pasado 22 de febrero, los argelinos han conseguido forzar la renuncia de Bouteflika, después de 20 años en el poder. ¿Qué ha cambiado desde esta histórica dimisión?

R: El hecho más importante desde el 22 de febrero es que los argelinos, el pueblo argelino, ha recuperado la confianza en su capacidad de participar en las decisiones políticas tras decenas de años en los que estuvo apartado de la vida pública, en los que se le arrebató su derecho a elegir a sus dirigentes y a las instituciones de gobierno diario. Una vez que se ha recuperado esta confianza, el combate debe continuar porque aún estamos en la fase de demoler los antiguos paradigmas y erigir otros nuevos que nos permitan alcanzar nuestros objetivos: dado que estamos en un país donde la institución militar ha sido muy poderosa durante 56 años, es normal que los argelinos hayan optado por una revolución pacífica y responsable.

P: El poder insiste en celebrar unas presidenciales a las que el pueblo se opone. ¿En qué puede desembocar este pulso?

R: El poder actual pretende salvar el sistema, recomponerlo, darle un segunda vida a un sistema desde el que nació, mientras que el pueblo argelino lo que quiere es salvar a Argelia y llevarla hacia un futuro mejor a través de la instauración de un régimen democrático. Como en todo el mundo, cuando hay una revolución se produce un periodo de transición en el paso del antiguo sistema al nuevo. Nuestra intención es ir hacia un proceso constitucional porque un cambio de sistema exige de forma automática la revisión de la Constitución, que es la ley fundamental. Ahora existe un debate en la sociedad sobre cómo debe hacerse esa revisión de la Constitución. Algunos proponen una asamblea constituyente y otros que lo haga un grupo de expertos y después se someta a referéndum. Es necesario revisar la Constitución para poder afianzar el nuevo sistema político que sea fruto de un consenso que lo legitime. No se trata de imponer un sistema político, si no de construir un consenso alrededor del sistema político.

Todos los argelinos están de acuerdo en que en las prerrogativas del jefe de Estado son enormes en una Constitución que es antigua, en que es urgente revisarla y en su rechazo a participar en unas presidenciales si antes no se reforma. Todos comparten (la idea) de que si el futuro jefe del Estado se elige antes de efectuar una reforma de la Constitución, mantendrá las mismas enormes prerrogativas. Los argelinos han visto que durante los últimos 20 años que el jefe del Estado decidía todo y (saben) que no se puede continuar con un sistema igual. Añadamos que en todas las partes del mundo existe una repartición de poderes entre el Ejecutivo y el jefe del Estado, entre el primer ministro y entre los tres poderes: el ejecutivo, el legislativo y el judicial. En realidad, lo que queremos es construir un nuevo sistema político en el que todos los poderes estén limitados, que existan contra-poderes potentes, un Legislativo fuerte frente al Ejecutivo, un poder judicial potente frente a otros poderes.

Y una institución militar que, como en todos los regímenes democráticos, esté democratizada, que lleve a cabo una transición. En nuestro partido pensamos que la institución militar debe estar bajo control político, que el ministro de Defensa debe ser un civil, que hay que acabar con la policía política y dotarse de un servicio de Inteligencia poderoso.

P: El pueblo lo ve como una prueba de que en realidad continuaría el mismo sistema.

R: Tenemos enfrente un poder que tiene miedo y ese miedo explica su intento de imponer los pasos a la fuerza. Tiene miedo a un futuro incierto y en particular a tener que abandonar el país. Si el régimen democrático se instaura algún día, incluirá una justicia que investigue los casos de corrupción y algunos perderán privilegios, esencialmente en el poder. La continuidad no significa la estabilidad. En realidad, Argelia vive en inestabilidad desde 1962 (fecha de la independencia), con crisis cíclicas, en particular cuando se aproximan los comicios presidenciales.

Desde 1962 se han repetido los debates y las polémicas en ocasión de las elecciones: sobre si son libres o no, si el presidente es designado por el Ejército…. Todo eso engendró en algunos momentos enfrentamientos violentos, en particular en la década de los noventa, que conoció episodios violentos de terrorismo, o en 2001 en las (protestas) de la región de la Cabilia. Seguimos sintiendo esa inestabilidad periódica y esas crisis cíclicas, y por ello debemos convertirnos en un país normal, en un Estado democrático donde los argelinos eligen con plena soberanía a sus dirigentes oficiales y en el que tengan derecho a la rendición de cuentas cada fin de mandato.

P: Se han aceptado 32 candidaturas. ¿Cuál es su opinión?

R: No veo que haya candidatos, porque para mí no lo son. No habrá elecciones presidenciales porque nunca las ha habido en Argelia desde 1962. Incluso los dirigentes reconocen que lo que ha habido siempre en Argelia son farsas electorales y fraudes para designar a jefe de Estado. Las próximas presidenciales del 12 de diciembre se harán igualmente sin electores verdaderos y serán los comicios con mayor rechazo desde 1962. Estos a los que usted llama candidatos son en realidad intermediarios políticos a los que el poder ha pedido que deposite su candidatura. No tienen convicciones, son gente que ven como su edad avanza y no tienen otra alternativa. Solo presentarse el 12 de diciembre.

P: ¿La prensa extranjera, prácticamente ausente en las protestas, se ha olvidado del pueblo argelino?

R: Nos acostumbramos a ver a los medios nacionales en el inicio de las manifestaciones, algunos de forma libre durante la primera semana de la revolución. Pero se sumergieron en sus prácticas habituales tan pronto como sufrieron pequeños chantajes a través de la publicidad y a la represión.

En cuanto a los medios extranjeros, esperábamos algo mejor, pero los argelinos han notado que desde hace algunos meses, prácticamente desde el mes de junio, los acontecimientos en Argelia han desaparecido de las televisiones, en particular en las occidentales. Pensamos que esto se debe a una suerte de complicidad entre el poder argelino y los europeos, pero también porque estas marchas no son violentas. A cierta prensa solo le interesan a revoluciones cuando tienen tinte violento, para justificar el mantenimiento del régimen en vigor. Nos hubiera gustado ver en las televisiones occidentales debates sobre la situación argelina porque eso interesa tanto a la población y los telespectadores, es una revolución inédita, muy interesante.

Este apagón mediático tampoco puede justificarse con la excusa de que no se conceden visados o autorizaciones. Estamos en la era de las redes sociales, de internet y las imágenes y el sonido están disponibles. Existen también vías para arreglar entrevistas a distancia, a través de plataformas como skype o whatsapp, pero -la prensa extranjera- no hace este trabajo. A este respecto, esta semana hemos visto las autoridades argelinas presionar a las autoridades francesas para que impidan la difusión de la cadena de televisión por satélite "Al Magharibiya”, considerada por los argelinos la "cadena del pueblo" al ser la única que ha cubierto los acontecimientos desde el principio con verdaderos debates. Esta cadena es británica, es una cadena europea y pese a ello el poder argelino logró pararla con presiones a la empresa francesa Eutelsat, que difunde su señal. No hemos visto a ningún medio occidental tratar esta cuestión. Podrían, al menos, denunciar esta forma de represión.
 

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