Casa Árabe centra el foco sobre Siria tras cuatro años de conflicto

Alexandra Dumitrascu

Foto: De izquierda a derecha: Karim Hauser, Montserrat Mir Roca, Raed al Jundi e Ignácio Álvarez Ossorio

Tras cuatro años de enfrentamiento interno entre las fuerzas de seguridad del régimen de Bashar al Assad y los rebeldes, la situación en Siria muestra su cariz más pesimista en donde una posible resolución próxima y favorable representa aún una incógnita. Más de 220.000 fallecidos y cerca de 4 millones de refugiados, a los que se suman los alrededor de 7,5 millones de desplazados internos, son el balance de un conflicto que traspasa las fronteras nacionales y que involucra a múltiples actores no sólo locales, sino regionales e internacionales. Pero sus consecuencias también son visibles en Europa, en donde sus países de la orilla sur, con salida al Mediterráneo, reciben la llegada de decenas de miles de inmigrantes, la más afectada siendo Italia. Desde la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) enfatizan la crisis humanitaria en la que está sumergida Siria, que ha obligado a que, sólo desde principios del año, unos 15.000 ciudadanos sirios cruzaran el Mediterráneo rumbo a Europa ante las barreras a la entrada impuestas por los países que desde el principio de la guerra han acogido a los refugiados. Cuatro países, Líbano, Turquía, Jordania e Irak, han sido los que han sufrido la mayor presión en este sentido, donde Líbano acoge en la actualidad a más de un millón de sirios, un tercio de su población total.

 

Siria, esperanzas defraudadas

En es contexto, Casa Árabe ha organizado dos mesas redondas en torno a las que se ha tratado el tema de Siria, país que, Karim Hauser, el coordinador de las mismas, ha calificado de prioritario tanto por su situación humanitaria como por su posición geoestratégica. La primera conferencia tuvo como finalidad la presentación de “Siria, esperanzas perdidas”, un cuaderno retrospectivo de los cuatro años de guerra en Siria, hecho publico por Comisiones Obreras (CCOO), en el que se recogen textos de economistas, politólogos, periodistas y activistas que ayudan a comprender las raíces del conflicto y las claves de la situación actual.

La mesa contó con la presencia de Montserrat Mir Roca, secretaria Confederal de Internacional y Cooperación de CCOO que ha destacado que la resolución del conflicto únicamente pasaría por una solución política en la que las partes implicadas se sienten a negociar para consensuar el desenlace más favorable al mismo. Asimismo, ha renegado de la implicación de los Estados extranjeros a través de todo tipo de apoyo logístico, material o financiero, a sus respectivos bandos que, en visión de Roca, solamente ha conseguido perpetrar aún más el conflicto.

Tal visión ha sido igualmente compartida por Ignacio Álvarez Ossorio, profesor de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Alicante y uno de los autores con el que cuenta el Cuaderno Sindical. “En Siria hay muchas guerras”, ha advertido el profesor que considera que a lo largo de los cuatro años el enfrentamiento ha ido mutando hasta pasar por distintas fases y en el curso de las que han intervenido diversos actores, cada uno con sus intereses, y donde el eje siempre ha girado en torno a Arabia Saudí e Irán. Las dos potencias regionales que han hecho de ello el escenario de su pugna individual y en el que han empleado recursos ingentes para apoyar a sus grupos afines. A todo esto se suma la sectarización que se ha hecho aún más patente con el surgimiento del Daesh o autoproclamado Estado Islámico que ha extendido sus tentáculos a través del territorio sirio hasta llegar a conquistar en el mes de mayo la ciudad de Palmira, a poco más de 200 kilómetros de la capital, Damasco.

La ponencia de esta primera mesa redonda ha sido clausurada por Raed Al Jundi, activista sirio, que más allá de las cifras ha aportado una visión más humana apoyada por historias de gente con nombres propios. Afiliado a CCOO, Al Jundi ha destacado la situación de los trabajadores sirios antes y después del estallido de las protestas que desembocaron en guerra. En opinión de Al Jundi, las altas tasas de desempleo y la precaria situación de los trabajadores han estado en la base de las revueltas iniciales en las que estos jugaron papel importante al ser parte activa las mismas que partieron en los suburbios de las ciudades, zonas que concentraban a la mayor parte de los desempleados.

 

La solidaridad de México

Aunque resulte un tanto lejano, desde México se llevan a cabo proyectos, en clara solidaridad con el pueblo sirio. Tal es el caso del proyecto Habesha, presentado en la segunda mesa redonda de Casa Árabe, una iniciativa humanitaria para acoger a estudiantes sirios en México para que estos continúen sus estudios superiores en instituciones del país Latinoamericano. Con tan sólo dos años de existencia, el proyecto busca, además, concienciar sobre la crisis humanitaria que sufre el país árabe y, de momento, está previsto que 30 estudiantes de nacionalidad siria viajen a México, país donde asimismo van a recibir seis meses de clases en español y de adaptación cultural para aplacar el choque cultural, tal como ha asegurado la representante del Proyecto, Liliana Oliva.

La conferencia se ha completado con la asistencia de Verónica Barroso del equipo de Refugiados de Amnistía Internacional España, y León F. Rodríguez Zahar, diplomático mexicano y arabista. Verónica Barroso ha sido la voz que denunció la situación de los refugiados sirios y la que ha calificado la crisis humanitaria del país como la peor desde la Segunda Guerra Mundial, dado que ha empujado a que casi la mitad de su población se convierta forzosamente en refugiados y desplazados internos. Asimismo ha lamentado el fallecimiento de las más de 1.800 personas en lo que va de año en las aguas del Mediterráneo en su intento de llegar a Europa, una cifra muy alta si se compara con las de 2014 cuando se registraron 425 muertos en este sentido. Así, desde Amnistía Internacional se exige a que Europa garantice rutas legales y seguras para los inmigrantes para evitar tragedias como estas y para impedir que estos caigan en las redes de los traficantes.

Por su parte, Rodríguez Zahar ha centrado su discurso en torno al patrimonio cultural que se ve afectado por los bombardeos, pero sobre todo por la acción de los grupos extremistas como Desh, en su paso por las ciudades que cuentan con alto valor cultural. En una comparación con la guerra de Líbano, Zahar ha remarcado que en el caso de Siria se contempla una especie de “autodestrucción de la identidad” por parte de los grupos yihadistas, y en especial de Daesh, así como de las fuerzas militares, al llevarse a cabo una “destrucción sistemática de los monumentos” que no sólo destacan por su valor nacional, sino que forman parte del Patrimonio de la Humanidad. Aunque parezca que la actitud de estos grupos extremistas no puede más que tener una explicación irracional, Zahar ha destacado que el objetivo último de esta es el deseo de borrar la identidad nacional vinculada por estos al periodo preislámico y a la época colonial que ha conllevado a la imposición de unas fronteras artificiales.  

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