El presidente estadounidense ha visitado por sorpresa el país asiático, donde se ha reunido con Ashraf Ghani

Donald Trump presiona para lograr la paz en Afganistán

PHOTO/AFP - El presidente estadounidense, Donald Trump, durante su visita sorpresa a Afganistán, el 28 de noviembre de 2019

En una visita sorpresa a Afganistán por el Día de Acción de Gracias, el presidente estadounidense Donald Trump ha anunciado la vuelta al diálogo con los talibanes, casi tres meses después de que se rompieran las negociaciones súbitamente en Camp David. 

Este viaje es el primero que ha realizado el mandatario al país asiático y la segunda zona de guerra a la que se desplaza -tras Irak- desde que llegara al poder en el mes de enero de 2017. Por ello, esto representa la magnitud de la presión que se está ejerciendo desde el gigante norteamericano para lograr un acuerdo de paz definitivo en el país asiático, convertido en un auténtico polvorín desde la Guerra contra el Terror (War on Terror) lanzada en 2001.

El presidente ha estado acompañado, en esta ocasión, del jefe de Gabinete interino de la Casa Blanca, Mick Mulvaney; el asesor de Seguridad Nacional, Robert O’Brien; el subsecretario de prensa de la Casa Blanca, Judd Deere; y el senador republicano de Wyoming, John Barroso, además de la primera dama Melania Trump. 

Cabe recordar, en este punto, que el pasado 3 de octubre, el enviado especial de Estados Unidos para Afganistán, Zalmay Khalilzad, ya allanó el camino para el anuncio que ha realizado Donald Trump con un viaje a Islamabad, la capital de Pakistán, donde se reunió con una delegación de oficiales talibanes por primera vez desde que se suspendiera el diálogo el pasado 8 de septiembre. Además, según revelaron fuentes paquistaníes, Khalilzad mantuvo otra “reunión informal” con representantes políticos talibanes el pasado 7 de noviembre en Qatar, con el objetivo de “explorar formas de reanudar el proceso de paz”. La visita de octubre sucedió a otra protagonizada por el secretario de Defensa y jefe del Pentágono, Mark T. Esper, y la presidenta de la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi.

Todos estos viajes han perseguido siempre el mismo objetivo: acercar las posturas entre el presidente del país, Ashraf Ghani, y la cúpula talibán, a través del redoble de los esfuerzos diplomáticos. Sin embargo, para las dos facciones enfrentadas, existe una condición inamovible: la retirada de las tropas estadounidenses del territorio. Así quedó recogido en la hoja de ruta de Ghani filtrada y publicada por el medio local el pasado 27 de octubre: “Una vez que los talibanes tengan garantías de que las tropas extranjeras, que ellos aseguran que son el problema, se irán, el equipo de negociaciones inclusivo de 15 miembros previamente construido participará en las negociaciones con los talibanes”, se podía leer en el documento presidencial.

Por parte estadounidense, este requisito parece insalvable, pues el secretario de Defensa ya ha asegurado que pueden reducir su presencia en el país “hasta las 8.600 tropas”, pero que, en ningún caso, contemplan la salida total de sus efectivos, puesto que esto podría conducir a la conquista del país por los talibanes y a “otro 11 de septiembre”, como ya alertó el asesor presidencial de Política Exterior, Lindsey Graham.

No obstante, cabe destacar que, durante un encuentro entre los dos presidentes de hace dos años en Nueva York, con motivo de la celebración de la Asamblea General de Naciones Unidas de 2017, Ghani elogió la decisión trumpiana de aumentar la presencia estadounidense en Afganistán, con el envío extra de 3.900 soldados más, que se sumarían a los 8.400 ya desplegados. Ahora, el discurso del mandatario afgano es radicalmente opuesto. 

El presidente estadounidense, Donald Trump, y el presidente afgano, Ashraf Ghani, el 28 de noviembre de 2019

Por ello, parece ser que los siguientes pasos que se han adoptado son, por un lado, el inicio de conversaciones directas entre los dos presidentes -Trump y Ghani-, y, por otro lado, la vuelta al diálogo con los talibanes, con el fin de presionar a ambas partes para que abandonen su condición.

Así, durante la visita sorpresa, los dos mandatarios se reunieron en la Base Aérea de Bagram. “Ambas partes subrayaron que, si los talibanes son sinceros en su compromiso de alcanzar un acuerdo de paz, deben aceptar un alto el fuego. También enfatizamos que para que haya paz, los refugiados terroristas fuera de Afganistán deben ser desmantelados”, publicó Ghani en su cuenta de Twitter al término del encuentro.

El cese de las hostilidades saltó por los aires cuando un ataque talibán en Kabul, la capital, mató a un soldado estadounidense, lo que, además, provocó la ruptura del diálogo en el mes de septiembre: “Si no pueden aceptar un alto el fuego durante estas conversaciones de paz, muy importantes […] entonces probablemente no tengan el poder de negociar un acuerdo significativo de todos modos”, escribió Trump en su perfil de Twitter. Desde entonces, las hostilidades se han recrudecido, sobre todo, en el marco de la campaña electoral de los comicios presidenciales, celebrados el pasado 28 de septiembre. Los talibanes redoblaron sus atentados en zonas cercanas a mítines y continuaron con sus ataques contra la población civil. 

“Los talibanes quieren llegar a un acuerdo, y nos estamos reuniendo con ellos”, aseguró, por su parte, el presidente estadounidense. “Nos quedaremos hasta el momento en que tengamos un acuerdo, o tengamos una victoria total, y quieran llegar a un acuerdo muy malo”, agregó Trump.

Sin embargo, como ha advertido el analista Michael Crowley de The New York Times, “el alcance y las perspectivas de cualquier negociación renovada siguen sin estar claros”, porque “los funcionarios de la Casa Blanca dieron pocos detalles más allá de la repentina revelación de Trump”. 

En esta línea, para la mayoría de los líderes y diplomáticos del gigante norteamericano, como explica dicha publicación, “las conversaciones de paz son el único camino responsable hacia adelante, aunque será un camino difícil y largo”. “Más recientemente, las opciones bajo consideración parecen ser hablar o perder, es decir, retirarse unilateralmente”, declara al respecto el ex enviado especial para Afganistán, James Dobbins. 

A esta contienda, también está contribuyendo China, que posee unos intereses geoestratégicos específicos en la región basados en la iniciativa ‘Belt and Road’ (BRI, por sus siglas en inglés). La superpotencia asiática anunció, recientemente, que Pekín iba a acoger una reunión entre una comitiva presidencial afgana y una delegación talibán encabezada por el líder del grupo, Mullah Abdul Ghani Baradar. Aunque no se ha conocido una fecha concreta, la prensa local apunta a que se celebrará a principios de diciembre. 

Esto implica que las dos principales potencias del globo están focalizando sus esfuerzos en lograr una paz definitiva, lo que, sin duda, contribuirá a allanar el camino. Así, una acción conjunta podría ser decisiva.
 

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