Con los resultados de las legislativas aún en el aire, los sondeos apuntan a una Asamblea de Representantes del Pueblo altamente fragmentada

El bloqueo político acecha a Túnez

AP/RIADH DRIDI - Miembros de la Alta Autoridad Electoral Independiente de Túnez cuentan los votos un día después de las elecciones parlamentarias en Túnez, el lunes 7 de octubre de 2019

Túnez afronta un panorama político incierto. Con la Presidencia aún por dilucidarse en la segunda vuelta del próximo domingo, los comicios legislativos celebrados el fin de semana pasado se presentan como decisivos para garantizar la estabilidad de la futura Administración. Los primeros sondeos, sin embargo, apuntan en una dirección contraria.

La fragmentación parlamentaria es la gran conclusión que se extrae de los sondeos publicados por los institutos demoscópicos tunecinos Emhrod Consulting y Sigma Conseil. Según ambas publicaciones, el partido más votado, el islamista Ennahdha, dirigido por Rashid al-Ghannouchi, no habría alcanzado ni una quinta parte de los escaños: 40 de 217. Y desde ahí, hacia abajo. Con un puñado de escaños menos, de 33 a 35, habría quedado la formación populista Qalb Tounès (Corazón de Túnez), promovida por el candidato presidencial Nabil Karoui, actualmente en prisión preventiva. 

Aunque las dos formaciones reclamaron para sí la primera posición a lo largo de la noche electoral, los resultados definitivos no se conocen todavía. Según la Instancia Superior Independiente para las Elecciones (ISIE, por sus siglas en inglés), este miércoles está prevista la publicación de los primeros resultados preliminares. Además, ser el partido más votado no asegura nada. El partido que quede finalmente proclamado ganador deberá pactar con otras formaciones políticas si quiere construir un proyecto estable. A lo largo de la campaña, Ennahdha y Qalb Tounès ya descartaron la posibilidad de un Gobierno conjunto. En esta línea, se ha manifestado L’Obs, que asegura que “la nueva Asamblea estará fragmentada entre partidos heterogéneos que no están dispuestos a negociar después de una campaña en desacuerdo”.

Los tunecinos estaban eligiendo un nuevo parlamento el domingo en medio de una tumultuosa temporada política

Por lo tanto, el resto de opciones que se plantean son complicadas. Así, por debajo de los dos grandes partidos -siempre en teoría-, se sitúan cuatro formaciones de diferente signo. En primer lugar, el Partido Desturiano Libre (Partido del Destino Libre), con resabios de la dictadura de Ben Ali y encabezado por el abogado anti-islamista Abir Moussi, quien ya ha manifestado su postura de cara a los posibles pactos que se negocien en la cámara: “Si hay un acuerdo sin los Hermanos [en referencia a Ennahdha], entraremos en las fuerzas moderadas. De lo contrario, nos mantendremos en la oposición”. 

En segundo lugar, la Corriente de la Dignidad (también denominado movimiento Al-Karama) del ultraconservador Seifeddine Makhlouf, defensor de la aplicación de la Sharía. En las altas posiciones de su lista, destaca la presencia de Imed Dghij, quien fuera jefe de sección de la Liga para la Protección de la Revolución (LPR). En 2014, estuvo sentenciado a tres meses de prisión por “legitimar el hecho de matar a agentes de las fuerzas de seguridad”, y tradicionalmente ha sido acusado de formar parte de un grupo violento cercano a los islamistas. 

En tercer lugar, la Corriente Democrática o “Tayyar”, de inclinación socialdemócrata; y en cuarto y último lugar, Tahya Tounis (Larga vida a Túnez), escindida del grupo del fallecido presidente Essebsi y partido del actual primer ministro, Youssef Chahed.

“Los resultados de las elecciones legislativas barren todas las cuadrículas anteriores”, recoge Le Point, que también destaca que el partido ganador de las elecciones de 2014, Nidaa Tounes, que auparon a la presidencia al recién fallecido Beji Caïd Essebsi, “ha desaparecido de la escena política”.

Visto ampliamente, parece un pastiche difícil de gestionar para quien le toque enfrentarse a la gobernabilidad del país norteafricano. 

Asamblea de Representantes del Pueblo de Túnez
¿Qué opciones de gobernabilidad existen?

De acuerdo con el procedimiento tunecino marcado en la Constitución de 2014, el partido que resulte ganador en las elecciones dispondrá de dos meses como máximo para obtener una mayoría de 109 votos en la Asamblea para formar gobierno. El rol del presidente -que será elegido en las elecciones del 13 de octubre- es subsidiario, y solo intervendrá si hubiese un bloqueo al final de este periodo, pudiendo encargar la tarea de formar gobierno a un candidato determinado y otorgándole, del mismo modo, un periodo máximo de dos meses para tal fin.

Según explica el analista de Brookings Institution, Sharan Grewal, “ningún partido tiene más del 20%, y se necesitarán al menos cuatro partidos para formar un gobierno”, por lo que es probable que las negociaciones “tomarán semanas”, declara el analista Youssef Cherif, a L’Obs, lo que, además, incurre en el riesgo de que se convoque una nueva votación si los miembros de la Asamblea no se ponen de acuerdo.

La primera opción pasaría, por lo tanto, por un gobierno de coalición entre las dos formaciones ganadoras de las elecciones, Ennahdha y Qalb Tounès, si bien ambos han descartado esta posibilidad durante la campaña electoral. No obstante, un miembro del partido islamista ha puesto sobre la mesa la opción de que Ennahdha coopere con las filas de Karoui, en declaraciones a Le Monde: “Estamos trabajando en la idea de proponer a todos un gobierno de salvación nacional dirigido por una personalidad independiente que pueda mediar […] Y no tendremos más remedio que trabajar con la fiesta del señor Karoui”. Sin embargo, es necesario contemplar que Qalb Tounès puede rechazar la proposición, y, aunque la aceptara, ambos partidos requerirían del apoyo de otras formaciones más pequeñas para lograr la tan ansiada mayoría de 109 asientos.

El líder del partido tunecino de inspiración islamista Ennahdha, Rached Ghannouchi, da una conferencia de prensa en reacción a las primeras encuestas a pie de urna de las elecciones legislativas en la capital, Túnez, el 6 de octubre de 2019

La segunda opción contempla un posible pacto entre Ennahdha y Karama, en posiciones ideológicas muy cercanas. El líder de esta última formación, Seifeddine Makhlouf, ha declarado, este domingo, que no había “inconveniente en aliarse con Ennahdha”. “Karama tiende la mano a aquellos que se alinean con sus principios: la lucha contra la corrupción y el cumplimiento de los objetivos de la revolución”, indicó Makhlouf al respecto, quien también ha asegurado que en su partido no tienen “problemas de ideologías” a la hora de lograr entendimientos.

No obstante, cabe destacar que ha cerrado la puerta a entrar en un pacto con Qalb Tounès, formación a la que acusa de estar involucrada en tramas de corrupción, por su líder y candidato a la Presidencia, Nabil Karoui. Del mismo modo que sucede en la primera opción, aunque se lograra un acuerdo, sería necesario sumar el apoyo de otras formaciones más pequeñas, para alcanzar la suma de 109 apoyos.

Nabil Karoui, magnate de los medios de comunicación tunecinos y posible candidato presidencial

En cualquier caso, “las primeras indicaciones ya dibujan el perfil de una Parlamento cuya fragmentación es la semilla de la inestabilidad en un Túnez ya debilitado por el estancamiento socioeconómico y la volatibilidad de su entorno (Argelia, Libia)”, declara el analista Frédéric Bobin, a Le Monde.

En esta línea, y según AFP, “Túnez corre el riesgo de volverse ingobernable en un contexto económico muy reducido”. Cabe recordar, en este sentido, que a pesar de que existen perspectivas de crecimiento de la economía, que rondan el 3% para este año -fundamentalmente por la recuperación del sector turístico-, el país norteafricano debe enfrentarse a tres desafíos fundamentales: la elevada tasa de inflación, el incremento de la deuda externa, y la volatibilidad de las reservas de divisas. 

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