el Ejército de Somalia busca recuperar la gloria perdida por décadas de caos y guerra con ayuda de la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea

El Ejército de Somalia, un “ave Fénix” con aliento español

REUTERS/FEISAL OMAR - Oficiales militares somalíes asisten a un programa de entrenamiento Mogadiscio, Somalia

Como un "ave Fénix" que resurge de sus cenizas, el Ejército de Somalia busca recuperar la gloria perdida por décadas de caos y guerra con ayuda de la Misión de Entrenamiento de la Unión Europea (UE), en la que destacan 22 militares españoles.

Pocos se acuerdan ya, pero las Fuerzas Armadas somalís fueron la envidia de muchos países africanos en la época postcolonial, cuando sobresalía como uno de los ejércitos más poderosos del continente. No en vano, se ganaron el célebre apelativo de "Los Leones de África". Sin embargo, el "rugido" de esa potente fuerza militar se apagó tras el derrocamiento del dictador Mohamed Siad Barre en 1991, cuando estalló una guerra civil que trajo anarquía y desgobierno y dejó al país a merced de yihadistas y milicias de clanes rivales.

Vista a menudo como un "Estado fallido", Somalia afronta hoy día problemas mayúsculos como la fragilidad de sus instituciones políticas, el drama humanitario de unos seis millones de somalís (casi la mitad de la población) y, sobretodo, la sangrienta campaña del grupo yihadista Al Shabab ("La juventud", en árabe).

El terror de Al Shabab

Al Shabab representa, sin duda, la principal amenaza que planea no solo sobre Somalia sino sobre la región del Cuerno de África (especialmente Kenia, blanco frecuente del terror islamista) y, por ende, la comunidad internacional.

Activo desde 2006, el grupo terrorista -que se afilió en 2012 a Al Qaeda- cuenta con unos 5.000 yihadistas en sus filas, domina parte del centro y el sur del país, donde opera como un "gobierno en la sombra"; y aspira a instaurar un Estado islámico de corte wahabí.

El Ejército del Gobierno Federal somalí es un cuerpo escaso en efectivos (unos 11.000), de limitada formación y mal equipado, hasta el punto de que el Ejército español ha donado cientos de botas a soldados que calzaban chanclas para batirse con el enemigo. Aunque reciben la asistencia de la fuerza de la Unión Africana (AMISOM, 22.000 militares costeados por la UE), los nuevos "leones" somalís son aún incapaces de garantizar por sí solos la seguridad en el territorio y de derrotar a Al Shabab.

Los yihadistas se ensañan sin piedad con Mogadiscio, donde cometen asesinatos selectivos y atacan con bombas de fabricación casera casi a diario; y donde también se halla EUTM Somalia, la Misión de Entrenamiento de la UE para adiestrar al Ejército somalí. Pese al "riesgo de atentado diario con ataques suicidas y coches bomba", la capital somalí "es una ciudad y la vida sigue", comenta a Efe el comandante David Martín Zubillaga, asesor del contingente español integrado en EUTM.

Ante el acecho de Al Shabab, "nos movemos en vehículos blindados Lince", señala Martín en la sede de la misión en la Zona Verde del Aeropuerto de Mogadiscio, una fortaleza levantada frente al océano Índico que aloja embajadas, oficinas de la ONU y tropas de AMISOM. El blindaje de los todoterrenos Lince, de hecho, salvó la vida de los militares de EUTM cuyo convoy sufrió el pasado 30 de septiembre el impacto de una mina terrestre que explotó cuando circulaba por la capital, en un ataque que únicamente causó daños materiales.

Esas salidas, que desafían al peligro constante de un atentado, son obligadas para acudir al Centro de Entrenamiento General Dhagabadan, que lleva el nombre de un héroe del Ejército somalí muerto en 2015 en un asalto de Al Shabab a un hotel de Mogadiscio.

"¡Larga vida a Somalia!"

Bajo un sol de justicia atemperado por la brisa marina, los instructores españoles de EUTM desempeñan en ese centro, situado a unos dos kilómetros fuera de la amurallada Zona Verde, un papel clave en el adiestramiento de las unidades somalís. "Es una experiencia muy positiva", declara a Efe el instructor y capitán del Ejército español Diego Andrés Frías con su boina verde bien calada, en una azotea del complejo que alberga la misión de la UE y que da a una playa rocosa donde rompen olas de espuma blanca. Actualmente, "estamos inmersos en el curso de formación de una compañía de infantería ligera", explica Andrés, quien ha aprendido "algunas pequeñas palabras" en el idioma somalí para "acercar posiciones" con los reclutas y generar un clima de confianza.

En el campo General Dhagabadan, precisa, los monitores de la UE empiezan la jornada a primera hora de la mañana, cuando "la unidad de protección" cachea "a cada uno de los soldados somalís por motivos de seguridad". Una vez han accedido al recinto, se les imparten con ayuda de intérpretes "unos conocimientos básicos de valores militares: disciplina, jerarquía militar, el código de conducta". Tras fijar los "cimientos" de la "formación moral", continúa Andrés, se procede a enseñar "movimientos ofensivos y defensivos, patrullaje, establecimiento de puestos de control, primeros auxilios contra IED (sigas inglesas de artefacto explosivo improvisado)...".

La mayoría de los reclutas somalís son jóvenes de "entre unos 19 y 24 años", incluidas mujeres, cuyo papel es cada vez más decisivo en la reconstrucción del país y, según el capitán, "están plenamente integradas dentro de sus secciones". "Estamos aquí para entrenarnos por el futuro de Somalia", exclama en un vídeo promocional de EUTM un joven uniformado somalí que, ejercitándose con un fusil de asalto, levanta el puño en alto al grito de "¡Somalia hanoolaato!" ("¡Larga vida a Somalia!").

Los soldados proceden de distintas zonas geográficas y clanes a veces enfrentados entre sí, de ahí que, como medida cohesionadora, la jornada de instrucción se cierre cantando el himno nacional somalí "Qolobaa Calankeed" ("Elogio a la bandera").

La coreografía se repite cada día entre los barracones y una cerca arbolada: el jefe de compañía selecciona a un soldado de una sección que saluda a la bandera nacional (enseña de color azul claro con una estrella blanca de cinco puntas en el centro), manda ponerse firmes a su compañeros y, tras quitarse la gorra, corean el himno. "El himno es otro elemento que les hace hacer piña, aglutinarse para luchar contra las amenazas externas que ahora todos ellos tienen", indica Andrés, quien ve a los reclutas "unidos y motivados" con esa obra musical. Otro "elemento unificador", cómo no, es el fútbol: "Cuando ven que eres español -relata-, lo primero que te preguntan es ¿Madrid, Barça?".

La "pasión" del contingente español

Desde su lanzamiento en 2010 en Uganda para trasladarse en 2014 a Somalia, la misión de la UE "ha entrenado a más de 6.500 soldados. Es una cifra enorme", asegura a Efe su comandante, el general italiano Antonello de Sio, en una sala de reuniones de la sede de EUTM en Mogadiscio flanqueado por las banderas europea y somalí. Además, precisa De Sio, el propio Ejército somalí "tiene ahora unos 50 instructores" formados por los monitores europeos y que ya van asumiendo labores de adiestramiento. El comandante también destaca la "dedicación, profesionalidad y pasión" del contingente de España, segundo país europeo que más contribuye al dispositivo -detrás de Italia- y que "cubre tantos puestos importantes dentro de la misión", compuesta actualmente por en torno a 200 militares de siete países miembros de la UE.

Su jefe de Estado Mayor, de hecho, es el coronel Javier Pardo de Santayana, que está al mando del pelotón español y abunda en la idea de respaldar al Gobierno Federal para que "sean los somalís capaces de desarrollar ellos mismos su propio sistema de entrenamiento".

Aunque el Ejecutivo del presidente somalí, Mohamed Abdullahi Farmajo, "trabaja con ahínco en la reforma del Ejército", como aseguró hace poco su viceprimer ministro, Mahdi Guled, el coronel cree que Somalia no reúne condiciones para encargarse de su seguridad "a corto plazo". "Queda muchísimo trabajo que hacer, pero se está mejorando. Yo soy optimista. Vamos a más", dice a Efe De Santayana en la terraza del cuartel de EUTM, sobrevolado por ruidosos aviones que aterrizan y despegan cada pocos minutos en el Aeropuerto de Mogadiscio.

Un optimismo que comparte el agente de la Policía somalí Ayub Ali Hussein en una breve charla con Efe en la Zona Verde, convencido de que, pasito a pasito, Somalia avanza: "Hay que entender de dónde venimos. Las cosas ahora -subraya- están mejor que antes". 

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