Los varios puntos de tensión entre ambos países hacen que el dinamismo y las buenas intenciones de hace un cuarto de siglo se hayan disipado

Jordania-Israel: frialdad en el 25º aniversario del acuerdo de paz

photo_camera AP/WILFREDO LEE - El presidente Clinton observa cómo el rey Hussein de Jordania (izq.) y el primer ministro israelí Isaac Rabin (dcha.) se dan la mano después de firmar una declaración conjunta en Washington, D.C, que puso fin a 46 años de hostilidades entre los dos países, el lunes 25 de julio de 1994.

En medio de la convulsión que reina sobre Oriente Medio ambos países no encuentran motivos de celebración

Jordania e Israel conmemoran el 25º aniversario de la firma de un acuerdo de paz que supuso un nuevo impulso regional. Pese a que los países vecinos están teóricamente de celebración el hecho de que no lo hayan señalado con ningún acto oficial es un claro signo del enfriamiento en las relaciones entre ambos.

Hay varios puntos de tensión en la agenda bilateral entre ambos, desde la cesión de tierras, a la situación palestina pasando por el estatus de Jerusalén. Subraya que pese a que el tratado de paz entre los dos, firmado el 26 de octubre de 1994, es una pieza fundamental del puzzle de la región, el matrimonio de conveniencia no pasa por su mejor momento. Según los jordanos, "el tratado definió las fronteras occidentales de Jordania de manera clara y concluyente por primera vez, poniendo fin a la peligrosa y falsa afirmación sionista de que "Jordania es Palestina".

Firma tratado paz entre Jordania e Israel_25º aniversario_Atalayar

Los 30 artículos del tratado de paz fueron firmados gracias al liderazgo del rey Hussein de Jordania, padre del actual rey Abdalá II, y el primer ministro israelí Isaac Rabin y estableció las bases para poner fin a la violencia y desarrollar conjuntamente la cooperación económica, de seguridad y la gestión de los recursos naturales. Rabin, por su rol en la paz con Jordania y su papel en los Acuerdos de Oslo, firmados solo un año antes y fundamentales para las negociaciones que llevaron a la firma del acuerdo de paz entre Jordania e Israel, recibió ese año el Premio Nobel de la Paz junto a Yasser Arafat y a Shimon Peres.

El contexto de principios de los años noventa marcado por la diplomacia y los intereses estratégicos suponía, para muchos, la culminación del proceso de paz en Oriente Medio. Jordania es el único país, junto a Egipto, que tiene firmado un acuerdo de paz con el Estado hebreo en 1979 y, sobre el papel, deberían actuar como ejes del camino de paz que tanto demanda la zona pero la situación sobre el terreno está lejos de ser la que muchos esperaban hace un cuarto de siglo. Bruce Riedel, Center for Middle East Policy del Brookings Institute, cree que 25 años después el tratado de paz,  "ha perdurado porque tiene un valor estratégico para ambos países y los Estados Unidos". 

Mapa_Jordania_Israel

Hoy se ha llegado a una paz fría, marcada porque la opinión pública jordana e israelí no han llegado a avalar del todo el estado de las relaciones, en la que los beneficios mutuos de la cooperación y los intereses compartidos no priman sobre cuestiones de fondo sobre los que se rigen las relaciones entre ambos. Algo que lo profundiza es que 25 años después los tiempos también han cambiado en la región y a nivel global. Especialmente el hecho de que en Estados Unidos, aliado fundamental de ambos, ya no interesa tanto todo lo que sucede entre Israel y Jordania, o entre Israel y Egipto, que hace 25 años era prioritario en la política exterior en Washington y que ha jugado de mediador en numerosas ocasiones pero hoy se centra sobre otros problemas, y países, de Oriente Medio.

De esta manera, EEUU apoya hoy que Israel, vigorizado con la actual Administración Trump, fortalezca vínculos con los países árabes del Golfo, con los que oficialmente no mantiene relaciones diplomática y a los que EEUU mira con más cariño, y está detrás de la iniciativa israelí de firmar acuerdos de no agresión con esos países que podrían ser un paso previo a la firma de tratados de paz. La preferencia de Trump hacia Netanyahu, en comparación al rey Abdalá, es evidente en gran parte motivado por el reconocimiento de la Ciudad Santa como capital israelí por Washington. 

Abdalá Jordania_Netanyahu_Israel

Las fuentes de fricción, que alimentan la tensión constante, son varias y no necesariamente nuevas. La cuestión palestina, y la ocupación israelí de Jerusalén Este y Cisjordania, es sin duda la que más incertidumbre genera, profundizado por la política nacionalista y sionista que ha desarrollado Israel de la mano del primer ministro Benjamin Netanyahu (el líder político con más años en el poder de 1996-1999 y de 2009 hasta hoy).

La decidida expansión de asentamientos y la reciente declaración de intenciones de anexionar el valle del Jordán y que extendería la soberanía a otros poblados y a otras “áreas vitales”, aunque fuera con fines electorales, fomenta esa política que Ammán ve con escepticismo. “Si la política es anexar Judea y Samaria, entonces eso va a tener un gran impacto en la relación entre Israel y Jordania y también en la relación entre Egipto e Israel, porque somos los únicos dos países árabes que tenemos paz con Israel”, dijo Abdulá recientemente. "Si Israel comienza a anexionarse partes de Cisjordania, como lo prometió Netanyahu, los jordanos estarán esquinados", según Bruce Riedel.

: Una fotografía tomada el 11 de septiembre de 2019 muestra una vista parcial del Valle del Jordán en la Cisjordania ocupada por Israel

Sin duda el conflicto que Israel mantiene, y alimenta, con los palestinos dificulta las posibilidades de tener una relación más cálida. Para el rey Abdalá II de Jordania, que recientemente cumplió dos décadas de su llegada al trono, dijo que la continua ocupación de Palestina y la expansión de los asentamientos israelíes como una tragedia moral, diciendo que es su deber proteger a Jerusalén de la represión religiosa y política durante su comparecencia en la 74ª Asmblea General de Naciones Unidas, en septiembre. Abdalá dedicó más de la mitad de su discurso de ocho minutos en la ONU a castigar a Israel. Para el monarca, la paz en Oriente Medio solo es solo posible con es la solución de dos estados ya que la alternativa sería "un estado, segregado, con leyes desiguales, dependientes de la fuerza, traicionando los valores más profundos de las buenas personas de ambos lados".

El rey hachemita, en referencia a la dinastía de la que procede Abdalá II y descendiente del profeta Mahoma, se ha mostrado en numerosas ocasiones preocupado por el plan de la actual Administración estadounidense para el conflicto palestino-israelí, el llamado "Acuerdo del Siglo", el plan de paz para Washington elabora desde hace dos años, pero que aún no ha presentado. El rey jordano se mueve en esa línea porque la gran mayoría de la opinión pública en su país  contra Israel es fuerte debido a su continua ocupación de los territorios palestinos y su trato hacia los  palestinos.

Parque Naharayim en la frontera entre Israel y Jordania, el lunes 21 de octubre de 2019.

Los recursos acuíferos y agrícolas son otro punto de tensión entre. El tratado de paz que se firmó el 26 de octubre de 1994, en el cruce fronterizo sur de Wadi ‘Araba. El tratado garantizó a Jordania la restauración de su tierra ocupada (aproximadamente 380 kilómetros cuadrados), así como una porción equitativa de agua de los ríos Yarmuk y Jordania. Como parte del mismo, Israel suministra a Jordania 45 millones de metros cúbicos de agua cada año, cifra que ha aumentado a 55 millones en los últimos años. En 2018, Ammán pidió a Israel que ampliara la cuota anual a la friolera de 100 millones de metros cúbicos, un recurso que seguirá estando encima de la mesa en cuanto a las conversaciones bilaterales se refiere. 

En octubre del año pasado, el rey de Jordania, Abdalá II, anunció la no extensión del contrato de arrendamiento de 25 años de tierras fronterizas que figura en uno de los anexos del tratado de paz firmado entre ambos países en 1994. Se tratan de dos áreas de su territorio, aproximadamente 400 hectáreas, donde Israel reconoce la soberanía jordana en la que la propiedad privada recaía sobre Israel para el uso de la tierra con fines agrícolas. Las áreas son Naharayim en el norte y Tzofar, en el desierto del sur de Arava, conocidas como Baqura y Ghamr en árabe, que están bajo un régimen especial parte de un anexo del tratado de paz de 1994 dejarán de ser explotadas por Israel después de que  Jordania anunciara el año pasado que no renovaría la disposición algo que se ha hecho efectivo en este 25º aniversario del acuerdo. Sindicatos, partidos políticos y activistas jordanos, incluidas manifestaciones en Amman, han presionado en los últimos años para restaurar la soberanía de estas dos áreas.

AP/ARIEL SCHALIT

Los lugares sagrados han sido otra fuente de tensión. En especial el cambiante estatus de Jerusalén Este desde que con el tratado de paz en 1994, Israel reconoció la custodia jordana de los lugares sagrados musulmanes y cristianos de Jerusalén Este, que Israel arrebató a los jordanos y ocupó en la Guerra de los seis días de 1967. El punto culminante de la tensión religiosa es la Explanada de las Mezquitas, denominada Noble Santuario por los musulmanes y Monte del Templo por los judíos, que sitúan allí los templos de Salomón y Herodes y la piedra del sacrificio de Isaac, alberga la Mezquita de Al Aqsa y la Cúpula de la Roca, es el tercer lugar más sagrado del islam al tiempo que el más sagrado para el judaísmo. El santuario está regido por el ente islámico Wakf jordano mientras que la Policía israelí controla sus accesos. Los dos países han llegado al choque diplomático, tan reciente como este agosto, sobre la mezquita de Al Aqsa en Jerusalén como cuando en agosto Jordania convocó al embajador de Israel en protesta por "claras violaciones" en el complejo Al Aqsa de Jerusalén. En ese momento el ministerio de Exteriores jordano exigió que "detenga todas las violaciones israelíes y los intentos que buscan cambiar el estatus histórico y legal de la Explanada de las Mezquitas". 

Los sueños de proyectos conjuntos con el que desarrollar la base firme para una paz justa, integral y duradera se han diluido. Pese a que varios proyectos económicos fueron lanzados para asentar la paz, entre ellos la construcción de un aeropuerto conjunto o el estancado proyecto Mar Rojo-Mar Muerto un canal que uniría ambos mares ya que Jordania no cuenta con los recursos hídricos suficientes para satisfacer las demandas –crecientes- de consumo de agua, el dinamismo y las intenciones de hace 25 años también ha desaparecido. 

Israel y Jordania

EEUU, un aliado cada vez menos confianza y con una influencia regional decrecida, tiene que valorar si seguir acercándose más a Israel que a Jordania. El conflicto palestino-israelí y el nuevo estatus unilateral de la embajada estadounidense son de las máximas para el rey hachemí en Ammán. Es así como se crean divisiones a veces irreconciliables que incluso pueden hacer volar un tratado de paz que tanto logró definir. 

Los altibajos marcados por los desafíos y oportunidades actuales en las relaciones entre los dos países a la luz de los desarrollos en el Medio Oriente y los roles cambiante de las potencias mundiales en la región son evidentes y deben ser abordados. Las cuestiones que han creado tanta fricción en los últimos años volverán a aparecer. La manera en la que los países vecinos manejen las diferencias que han llevado al enfriamiento será determinante para que el tratado de paz se pueda seguir manteniendo e incluso servir como modelo para la firma de tratados de paz de Israel con otros países árabes de la región. El proceso de paz en la región continúa siendo la mayor incógnita. 
 

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