Los cimientos de la nueva era del fútbol femenino no se pusieron bien. Ahora vienen los lamentos

La burbuja política del fútbol femenino

AFP/GABRIEL BOUYS - Jugadoras del Atlético de Madrid y del FC Barcelona femeninos pugnan por un balón en un partido de la Liga Iberdrola

¿Quién decide que el fútbol femenino sea noticia? ¿Los medios? ¿Los patrocinadores? ¿La RFEF? ¿LaLiga? O, quizá, el espectador. De un tiempo a esta parte el fútbol femenino ha entrado en nuestras vidas. Y lo ha hecho de esa manera tan sutil de tenerlo hasta en la sopa sin que nos demos cuenta. Las radios dan resultados de fútbol femenino; en la televisión le hacen un hueco generoso y hasta dan partidos deslucidos de público; algo menos de impacto en internet, pero también hay quien se ocupa de moverlo… 

No encajaba mucho. Aunque si te pones a juntar piezas le encuentras una respuesta a qué hay detrás de los arquitectos que han levantado el fútbol femenino y, lo más importante, lo están sosteniendo cueste lo que cueste. 

#Política
Es política. En parte. Y lo es por esa cruzada del PSOE liderada por Carmen Calvo en favor de la mujer. De la mujer florero. De que la mujer, por el hecho de ser mujer, tenga todo tipo de facilidades laborales, sociales y jurídicas. Que no tenga que demostrar nada. Pero su causa esta de moda y sumarse a ella significa estar en línea con el Gobierno y que te miren bien. Aunque no tengas mucho que ofrecer. La mujer no necesita eso. 

#Feminismo
El deporte femenino ya existía antes de que el PSOE colonizara su causa. Lo hacía a duras penas. Con mujeres compitiendo, trabajando, siendo madres y cobrando poco o nada. Con tenistas sufriendo puñaladas como Mónica Seles a quien un loco nunca perdonó que destronase a Steffi Graf. O con María de Villota que antes de encontrarse con la muerte en Sevilla sufría un dramático accidente en una Fórmula 1 muy desigual a la de los hombres. 

#Mentiras
Y llegaron los embustes. Los de todas las partes. RFEF y LaLiga contaron a las chicas del fútbol que iban a hacer grande a su deporte y, lógicamente, nadie se niega a eso. Así nació la Liga Iberdrola: clubes amparados por equipos de Primera con su nombre y su camiseta, una imagen reconocible, una competición ordenada, árbitras, televisión y todo lo que ese deporte merecía tener. Como cualquier otro practicado por mujeres. Pero, ya saben, el fútbol manda. 

#Pinchazo
Todo funcionaba más o menos bien. Algunos estadios se llenaban para ver buenos partidos y en otros apenas acudían 1.000 personas. José María García ha hablado de 71.000 invitaciones en el Metropolitano para ver al Atlético Féminas y apenas 1.200 espectadores la jornada siguiente. Sea como fuere, ni la web de los equipos, ni la de la Liga Iberdrola ni la de los diarios digitales dan fe en sus crónicas de la asistencia de público a los partidos. 

No hay mercado. Hace meses el director de Panini España abrió la caja de los truenos. Desveló que no habría cromos de la liga de fútbol femenina porque la gente se olvidó de comprarlos en el Mundial y él tiene un negocio que mantener. 
Y como los cimientos de la nueva era del fútbol femenino no se han puesto bien, ahora vienen los lamentos. Las jugadoras, cansadas de sonreír y poner buena cara, han decidido reclamar lo que les corresponde. Que no son millones de euros, ni contratos de imagen ni todo aquello que puede tener el fútbol de chicos. Ellas saben de verdad lo que son y dónde están. Tienen las botas en el campo y la cabeza fría, pensando en su futuro.

#Convenio
Piden 16.000 euros al año, vacaciones y facilidad para ser madres. Lujos imposibles para los actores que han inflado un deporte sin base para generar dinero y mucho menos para responder a un convenio de necesidades tan básicas. 

Lo sorprendente no es lo que piden. Lo asombroso es que hasta ahora hayan jugado sin esos derechos. Que hayan puesto buena cara y se hayan creído las mentiras con la esperanza de labrarse un futuro decente que se antoja casi indecente.    

#Errores
Las palabras de García merecen una reflexión. El periodista compara el fútbol masculino con el femenino, el tenis de chicos con el de chicas. Error. Pero error grande. Hombres y mujeres son diferentes. Y en eso habita la belleza de lo que hacen en la vida y en el deporte. En que cada uno, desde su condición, sea capaz de superar límites, competir, perder y ganar… Que las chicas no saquen un córner al área implica que tengan que inventar otra forma de hacerlo y entonces será el espectador el que valore si le gusta o no ese espectáculo y no otro. Y la máquina del fútbol como lo entendemos hasta ahora empezará a funcionar. Pero si no lo hace, no lo forcemos. Que las chicas tengan unas condiciones buenas para hacer lo que les gusta y compaginarlo con otra labor. Que no politicen el fútbol femenino. 

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