El proyecto busca conectar la identidad de los españoles hijos de migrante con el legado de sus padres a la vez que les aporta herramientas para su enriquecimiento en sociedad

La Fundación Tres Culturas apoya el uso de la lengua materna de los hijos de migrantes

La lengua materna se constituye como uno de los factores que permiten concebir la identidad de una persona, interpretar la realidad y acercarse a tradiciones, pensamientos o formas de expresarse únicas. Con todo, ser hijo de inmigrantes en España supone un condicionante para la configuración de una identidad a caballo entre dos culturas: una nueva generación de españoles nacidos y crecidos en España cuyos padres vienen de otros países, utiliza desde que tienen consciencia el español, estudia en institutos y universidades o participa ya en el mercado laboral en un idioma diferente al de sus padres. 

El plurilingüismo se concibe para estos jóvenes como una oportunidad de enriquecerse, una ventaja de aumentar su desarrollo cognitivo e, incluso, de abrirse puertas en el mundo laboral. Sin embargo, en muchos casos los padres migrantes deciden no hablar con sus hijos su lengua materna y prefieren solo utilizar la lengua de acogida, en otros, los progenitores solo la utilizan de forma oral, sin prestar atención a la escritura y lectura de la misma. La carencia en el conocimiento y aprendizaje de este idioma produce a su vez una privación de los recursos que este ofrece, además de una desconexión con el legado de su familia y sus raíces. 

Es por esto que la Fundación Tres Culturas del Mediterráneo ha llevado a cabo desde 2017 ‘Aprendiendo en familia’, un proyecto lingüístico que promueve el aprendizaje del español entre inmigrantes marroquíes residentes en Andalucía a la vez que permite la enseñanza del árabe clásico entre sus hijos, permitiéndoles, así, no perder el vínculo con la cultura y el país de origen de sus padres y multiplicar sus oportunidades de desarrollo académico y personal. En estas clases gratuitas dos veces a la semana se practican las competencias de expresión oral, escrita, auditiva y lectora de la lengua así como la comprensión audiovisual y la interacción oral. 

Desde sus inicios, el proyecto ha beneficiado a más de cien niños y niñas que, además de conocer una lengua más, les permite valorar sus raíces árabes y la cultura marroquí. “Mis hijos iban en vacaciones a Marruecos y descubrían que no podían leer los careles por la calle y no entendían bien lo que sus abuelos o tíos les decían. Ahora eso ya no les pasa”, cuenta a Tres Culturas Boushra, madre de dos alumnos del grupo de clases en el barrio de La Macarena de Sevilla. Sin embargo, los niños también tienen sus dificultades para estudiar árabe: “Ellos manejan el abecedario español en sus colegios. El árabe es muy distinto y tiene muchos más sonidos, algunos muy complicados. Pero aunque es difícil lo captan muy rápido. Sobre todo en los más mayores, que llevan al menos dos cursos, se ven mucho los avances”, cuenta Kenza una de las profesoras del curso. “Si les das a elegir entre una actividad extraescolar como el fútbol y venir a árabe, pues prefieren el deporte. Pero el valor de conocer su propia lengua materna no tendrá precio en el futuro”. 

Fátima, nacida en Almería hace 23 años, de madre española y de padre marroquí cuenta al diario Verne cómo es para ella vivir entre los dos mundos: “Yo siempre digo lo mismo: para mí ha sido fructífero, si tengo que decir algo va a ser positivo. Es cierto que cuando eres pequeño te vienen muchísimas preguntas y muchas incertidumbres, porque la manera de educar difiere mucho y hay aspectos culturales que no alcanzas a comprender”. Los adolescentes nacidos de inmigrantes disfrutan de las dos culturas y pueden posicionarse con fuerza en la sociedad en la que viven, pero también cuentan con dificultades: Fátima estudia auxiliar de enfermería, pero reconoce que muchas personas en su situación terminan trabajando en puestos de trabajo que estén relacionados con personas de su entorno más cercano sin capacidad de prosperar lejos de esos lazos biculturales.

Así, la lengua se constituye como una herramienta fundamental para estos jóvenes de poder desarrollar todas las facetas de su cultura e identidad pero, además, supone un enriquecimiento de toda la sociedad, según afirma Fabio Scetti, sociolingüista de la Universidad Nouvelle de París: “La manera en que las familias de migrantes conservan o no su lengua materna con el paso de las generaciones tiene importantes repercusiones en el tejido social de un país”.

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