La necesidad de una estrategia política española con el Magreb y Oriente Medio

Alex Erquicia 

Pie de foto: Javier Fernández Arribas, director de Atalayar, y Bernardino León, director de la Escuela Diplomática de Abu Dhabi, durante la apertura de los cursos de Atalayar ‘Magreb, Oriente Medio y Europa: Entendimiento entre culturas. Relaciones y desafíos’. ATALAYAR/GUILLERMO L. FERNÁNDEZ

En las complejas relaciones de España y la Unión Europea con el Magreb y Oriente Medio hay una necesidad destacada de definir la estrategia necesaria para profundizar en el entendimiento y la búsqueda de objetivos comunes. La influencia de España es importante desde el punto de vista de las fronteras y de la construcción de una perspectiva común para el desarrollo de relaciones alrededor de un plan de acción conjunto. 

España, como único país de la Unión Europea (UE) fronterizo con el mundo árabe, se juega mucho en la evolución de esas relaciones y tiene la oportunidad de establecerse como la punta de lanza de estas. Los motivos históricos, culturales y de intereses compartidos en la actualidad son ejes de partida para dejar atrás momentos pasados que España no ha sabido aprovechar para desarrollar una voz alta y clara en su posicionamiento sobre el Magreb y Oriente Medio. 

"España ha visto cuatro momentos históricos que han sido grandes oportunidades perdidas en las que no hemos sabido sacar el rédito necesario para desarrollar una estrategia nacional como país hacia las diferentes regiones", dijo Bernardino León, director de la Escuela Diplomática de Abu Dhabi, durante su presentación en el seminario 'Magreb, Oriente Medio y Europa: Entendimiento entre culturas. Relaciones y desafíos' parte de los Cursos de Verano de 2019 de la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid y organizado por Atalayar.

El que fuera representante especial del Secretario General de la ONU para Libia y jefe de la Misión de Apoyo de Naciones Unidas en Libia (UNSMIL, por sus siglas en inglés) cree que pese a que la región del norte de África, constituida por Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, el Magreb, sea hoy objeto de una atención destacada de la política exterior española, no se ajusta a un plan establecido. 

Pie de foto: Bernardino León durante la apertura de los cursos de Atalayar. ATALAYAR/GUILLERMO L. FERNÁNDEZ

"Los cuatro momentos han sido las guerras coloniales, la Guerra Fría, la guerra contra el terror y la guerra posmoderna", delimitó Bernardino León al principio de su intervención. Así, durante la segunda mitad del siglo XIX cuando las grandes potencias europeas se lanzaron a colonizar el mayor espacio posible, España estaba en un momento debilitado. "Pese a ello, España se lanza a la Guerra de África y lo que podía haber terminado como derrota total llevó a la toma de Tetuán, que militarmente fue una enorme admiración por parte de las potencias europeas, pero políticamente fuer un desastre, fue una oportunidad perdida", aseguró el diplomático español.

Para entender ese momento, el que fuera secretario de Estado de Asuntos Exteriores español, Bernardino León, ha apostado por la lectura de dos pensadores de la época "que dejaban atrás el paradigma del ‘orientalismo’ antes de que hubiera sido definido por Edward Said". Según Bernardino León, hubo una gran oportunidad y "los intelectuales nos hicieron saber que podríamos haber creado esa gran política, pero perdimos esa ocasión". 

Benito Pérez Galdós “fue capaz de incorporar la visión de la Guerra de África desde el punto de vista de los marroquíes y en sus libros cuenta la visión del otro lado, cómo Aita Tettauen (la sexta novela de la cuarta serie de los Episodios Nacionales) que supone un reencuentro con nosotros mismos y una oportunidad que no supimos aprovechar", dijo León. 

Pie de foto: Bernardino León durante la apertura de los cursos de Atalayar en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. ATALAYAR/GUILLERMO L. FERNÁNDEZ

La otra fuente cultural de la época que nos podría servir de inspiración para el desarrollo de esa estrategia política española con el Magreb y Oriente Medio es el autor regeneracionista Joaquín Costa, quien en 1884 pronunció un discurso en la sociedad africanista que "quizás es lo mejor que se ha escrito nunca en ningún país sobre la relación de Occidente o España con el mundo árabe y musulmán". "Costa pide una política nacional, una visión en relación con el mundo árabe que impregnara todas las áreas - política, economía, cultura y sociedad - que lamentablemente no ocurrió. Nos quedamos con el relato victorioso... y a partir de ahí vienen los desastres", aseguró con rotundidad el actual director de la Escuela Diplomática de Abu Dhabi.

El segundo gran momento perdido fue la Guerra Fría, en un contexto en el que España también era frontera, no solo geográfica sino ideológica dada la estructura del mundo, partido entre los capitalistas y los comunistas. Es cuando empezamos a hablar de ‘orientalismo’ como lo conocemos hoy, "un empeño de los occidentales en ver y definir el mundo árabe no como es, sino como los ‘orientalistas’ nos dicen cómo es", según León.

España en los comienzos de esa etapa vivía aislada del mundo occidental (considerada perdedora de la Segunda Guerra Mundial), lo que se agudizaba con la miseria en la época post Guerra Civil; "son años en los que el mundo árabe ofreció ayuda, asumiendo un papel de apoyo para la supervivencia de España", remarcó Bernardino León.  Pero en ese momento se perdió nuevamente la oportunidad de ahondar en las relaciones y fortalecer las sinergias que se iban creando. "Occidente le dice a España que en la guerra entre comunismo y mundo occidental es la punta de lanza del anticomunismo. Y es cuando se produce la transformación ideológica del régimen que deja atrás el enfoque fascista para convertirse en ese momento en anticomunista", explicó Bernardino León durante su ponencia. 

El tercer momento histórico es el 11-S, con el inicio de la llamada guerra contra el terror, cuando el presidente de Estados Unidos, George Bush, se lanzó a invadir Afganistán e Irak, "cuyas consecuencias todavía hoy se están pagando", y donde pretendió crear una nueva Guerra Fría. Con Bernardino León como secretario de Estado en ese momento, se impulsó la visión de que España no podía tener una relación de enemistad con el mundo árabe, de nuevo por el motivo de ser frontera. "Pero no construimos consenso político alrededor de la relación de España con mundo árabe" lo cual hace que ese momento no fructificara, aseveró el diplomático español. "Se habló de alianza de civilizaciones para un nuevo entendimiento con el mundo árabe, pero, de nuevo, irrumpió en España una visión antimusulmana, antiárabe, que bebía de unas formas de pensar antiguas". 

Pie de foto: Bernardino León durante su ponencia. ATALAYAR/GUILLERMO L. FERNÁNDEZ

En la actualidad ese momento perdido no se ha llegado a culminar pese a que estamos alimentándolo con la guerra postmoderna. "La naturaleza de conflictos ha cambiado mucho, el fracaso de Irak o Afganistán sirve para darse cuenta de que el poder de Occidente ya no es tan grande y lo hemos vuelto a ver en la exhibición de fuerza ante Irán", explicó el diplomático español. "Hoy tenemos que posicionarnos. Que España esté en operaciones de estabilización (Mali, República Democrática del Congo, la lucha contra Al Shabab o contra la piratería) es importante, pero necesitamos posicionarnos. Que digamos si nos parece bien o mal", dijo Bernardino León. 

El diplomático se mostró crítico con la idea de ir por el mundo con la noción de state building, el ‘estatus quo’ que existe en las relaciones internacionales a la hora de abordar los conflictos. "Lo que no podemos hacer es seguir con la contribución sin tener un pensamiento crítico, en el sentido de analizar y sacar conclusiones", dijo a modo de cierre. 

Momentos históricos, como el contemporáneo, que nos pueden servir para construir esa gran estrategia en la que España se ofrezca como puente para las relaciones con el Magreb y Oriente Medio. Para ello hay que dejar atrás conceptos antiguos y profundos y construir una estrategia. Tenemos una oportunidad, "especialmente con el fin del orden liberal en el mundo". La experiencia histórica en los entendimientos en las dos orillas del Mediterráneo podría servirnos para construir esa estrategia nacional como país con el mundo árabe y musulmán, en nombre propio y en representación de la UE. 

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