Casa América organiza un diálogo sobre los procesos migratorios en la región

Las fronteras cada vez son más permeables a la inmigración regional en América Latina

photo_camera PHOTO/ GUILLERMO LÓPEZ - De izquierda a derecha, Diego Acosta, catedrático de la Universidad de Bristol, Juan Pablo de Laiglesia, secretario de estado y moderador del diálogo, Anna Terrón, directora de la FIAPP y Rolando Castillo, sociólogo y economista

La diáspora venezolana ha acelerado un proceso en Latinoamérica que está en auge en todas las regiones del mundo. “Cada vez hay más acuerdos para que las personas se desplacen libremente entre los países de la región. Colombia, Brasil, Perú o Argentina están habilitando mecanismos para acoger a los más de cuatro millones de venezolanos que han salido del país, pero en todos los lugares del mundo las fronteras regionales cada vez se desdibujan más para los migrantes”, ha explicado Diego Acosta, catedrático de Derecho Europeo y de la Inmigración en la Universidad de Bristol durante su intervención en el diálogo ‘Desplazamientos y migraciones en América Latina y el Caribe’ que se ha celebrado este lunes en la sede de Casa América, en Madrid.  

El éxodo venezolano es inédito en la historia latinoamericana y supone todo un reto para la región. Más de cuatro millones de personas han abandonado Venezuela a causa de la profunda crisis económica y la falta de expectativas vitales. “Se trata de una situación muy rompedora y difícil de gestionar”, ha aclarado Acosta. Para hacer frente a esta nueva inmigración, cada país está poniendo encima de la mesa sus propias soluciones

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“Argentina, Ecuador o Brasil han decidido aplicar un reglamento de Mercosur en el que se prevé otorgar la residencia a todos los ciudadanos cuyos países haya ratificado el acuerdo. Venezuela nunca firmó esta norma, pero a pesar de ello, los venezolanos se están instalando en estos países gracias a ella”, ha afirmado Acosta. Chile, Colombia o Perú, sin embargo, han preferido poner en marcha soluciones ad hoc para el éxodo venezolano y regularizar a los migrantes, según Acosta. Bolivia y Paraguay han optado por no aplicar ninguna medida extraordinaria. 

Acosta ha señalado la sorprendente gestión brasileña de la emigración venezolana. “Brasil ha concedido estatuto de refugiado a 20.000 venezolanos en el último año cuando en los 10 años anteriores solo había otorgado el estatus de refugiado a 10.000 personas”, ha señalado Acosta, que ha insinuado que la victoria del nuevo presidente del país, Jair Bolsonaro, y su oposición a las políticas de su homólogo venezolano, Nicolás Maduro, está detrás de esta decisión sobre inmigración. 

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Respecto a otros movimientos migratorios que están teniendo lugar en América Latina, Rolando Castillo, sociólogo y economista guatemalteco, ha apuntado a las caravanas de migrantes que se desplazan desde países centroamericanos como Honduras, El Salvador y Guatemala hacia Estados Unidos. “Estos movimientos son un cambio de paradigma en la región. La emigración centroamericana antes se realizaba de manera individual pero las personas se han dado cuenta de que juntos es más fácil emprender el camino y eso ha dado lugar el fenómeno de las caravanas”, ha explicado. 

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Castillo también ha denunciado el chantaje que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, practica con los países centroamericanos al condicionar las ayudas a la cooperación a la limitación de la inmigración de estas naciones. “Trump ha declarado como países seguros a Honduras o El Salvador y eso no es realista sino una maniobra para frenar las caravanas”, ha afirmado. 

Anna Terrón, directora de la Fundación Internacional y para Iberoamérica de Administración y Políticas Públicas, ha asegurado que el éxodo venezolano también supone un enorme desafío para la Unión Europea. “Por primera vez Europa se ha convertido en una tierra de asilo para los latinoamericanos. Solo en 2018 se recibieron hasta 64.045 solicitudes, la mayor parte de ellas, de venezolanos”, ha asegurado.

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Terrón ha comparado la diáspora venezolana con la crisis de los refugiados en Siria. “Es mayor la de los venezolanos y ha recibido menor atención mediática y también se han destinado menos fondos desde la Unión Europea para paliarla”, ha concluido.

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