Los vaivenes del Monzón en la India

Eloísa Cózar Navarrete. Nueva Delhi

Pie de foto: Día de bruma en Nueva Delhi. La mayor parte de los días el cielo se ve oscuro por el nivel de contaminación, no por las nubes que anuncian el Monzón.

Todo en nueva Delhi parece estar preparado para la llegada del Monzón. Las tiendas llevan semanas preparando descuentos en chubasqueros, las partidas meteorológicas anuncian lluvias desde primera hora y las calles huelen a húmedo por la caída de algunas tímidas gotas a media tarde. Sin embargo, basta asomarse por la ventana para ver que, día tras día, el monzón se retrasa en la capital de la India.

Las predicciones de la Indian Meteorogical Department ya anunciaban una demora en la aparición de las lluvias de hasta una semana, las cuales suelen comenzar cada año a finales de junio en la capital. Sin embargo, los locales no paran de preguntarse dónde están esta temporada, pues acumulan ya un retraso de más de diez días. Las dilaciones más extensas registradas en la última década fueron en los años 2011 y 2012, cuando el Monzón no aterrizó hasta justo diez días después de lo esperado.

Por ahora, el mes de junio se ha cerrado con 35% de deficiencia de precipitaciones con respecto a lo normal y a lo esperado por esta época, mientras que el Indian Meteorological Department espera que se mantengan en un 33% menos durante el mes de julio. En Nueva Delhi, ronda el 38%. Unas alarmantes cifras que se complementan con una infraestructura más que deficiente y una gestión de los recursos hídricos que deja desamparados a los millones de indios que viven por debajo del umbral de la pobreza.

La importancia del Monzón en la India

A grandes rasgos, el Monzón puede definirse como un fenómeno meteorológico que hace referencia al viento estacional del Océano Índico y el sur de Asia y que afecta cada año entre los meses de junio y septiembre a todo el subcontinente, principalmente a India. Lejos de ser visto como un revés estacional, las intensas lluvias son un alivio para la mayor parte de la población.

Por un lado, sofocan las altas temperaturas que cada año sufren los locales por los meses estivales (rondan los 45 grados durante las horas de luz). Hoy, ciudades como Khammam y Nalgonda continúan presentando temperaturas cercanas a los 39 grados centígrados, similares a las que registran durante la estación premonzónica. Las lluvias también dan un respiro a embalses y fuentes de agua, que en muchos casos llegan a alcanzar menos del 10% de su capacidad a lo largo de la época seca.

Por otro lado, alrededor del 58% de la población de India vive de la agricultura, por lo que la llegada del Monzón, además de suponer un evidente empuje en lo que a riego y disponibilidad de agua se refiere, marca el comienzo de cultivo de importantes productos como el karif. La llegada de lluvias tempranas permite a los agricultores comenzar a plantar cultivos importantes como arroz, soja y legumbres, por lo que este año se están viendo obligados a importar un gran porcentaje de productos alimenticios, mayoritariamente de aceites comestibles. El algodón es, sin embargo, el producto que más sufre el retraso del Monzón, lo que lleva inevitablemente a ralentizar las exportaciones indias, una de las mayores potencias algodoneras del mundo.

Durante estos tres meses se concentran la mayor parte de las precipitaciones de todo el año, alrededor de un 90%. Esto no ha hecho más que caldear el ambiente y la incertidumbre entre los agricultores y vendedores, que no paran de mirar al cielo mientras los medios aseguran que, por ahora, se retrasará hasta mínimo el martes que viene. Las duras condiciones han obligado a que cada vez un mayor número de agricultores emigre a las zonas urbanas: un éxodo masivo complejo en un país que sobrevive en gran medida gracias a los cultivos postmonzónicos.

No hay que olvidar, en cualquier caso, que las infraestructuras que transportan y sanean el agua en el país son totalmente deficitarias. En pueblos más alejados de las grandes metrópolis como Nueva Delhi o Bombay, es necesario desplazarse varios kilómetros para conseguir unos cuantos litros de agua. De hecho, de acuerdo con datos ofrecidos por la cadena internacional CNN, un total de 600 millones de personas en la India se enfrentarían en la actualidad a una escasez de agua alta o extrema, en una de las peores crisis hídricas que se recuerdan en el país. En urbes como Chennai, la sexta más grande de la India, han tenido que llegar a emplear camiones cisterna para poder abastecer al conjunto de la población, generando largas colas que se extienden durante horas. Se espera que en Chennai el Monzón aterrice en octubre, mientras, los ciudadanos intentan sobrevivir con menos de los 20 litros al día por persona que la Organización Mundial de la Salud estima necesarios para el mantenimiento de una hidratación e higiene óptimas.

Pie de foto: Niños refugiándose del sol en Nehru Place. En verano las temperaturas llegan a alcanzar los 45 grados en horas de sol. El Monzón ayuda a aplacar las temperaturas.

Dime en qué ciudad de la India vives…

Y te diré cuánto llueve. O al menos así lo intentan predecir las unidades meteorológicas del país. Si bien es cierto que en cada ciudad de la India las lluvias llegan de forma dispar; todos los años, desde el Gobierno se fijan fechas estimadas, mayoritariamente a finales de junio o principios de julio, que después resultan muy dispares a las reales. En la última década, se han retrasado un promedio de 6-7 días con respecto a lo estimado.

Paralelamente a la sequía que se está viviendo en la capital, otras ciudades del sur de la India están sufriendo grandes inundaciones que han llegado a causar decenas de muertos. En las ciudades de Bombay y Pune, las tremendas riadas ocasionadas como consecuencia del comienzo del Monzón el pasado lunes día 8 de julio dejaron alrededor de 40 muertos, según medios nacionales. Todas las comunicaciones se han visto afectadas: vuelos desviados y trenes cancelados, mientras se publicaba la alerta roja y se declaraba festivo el día siguiente.

¿Qué origina esta disparidad entre ciudades? Mientras que las más secas se inundan, las más húmedas se achicharran. Aunque no hay que dejar de tener en cuenta que la llegada de las precipitaciones en cada ciudad tiene una fecha diferente, expertos meteorólogos advierten de que este clima extremo es una consecuencia directa del cambio climático. Tal y como expone Prasoon Singh, del departamento de Ciencias de la Tierra y Cambio Climático en el Instituto de Energía y Recursos (TERI) de Nueva Delhi en una entrevista a ElPaís: “El cambio climático extrema las condiciones en todo el país. Según el modelo de proyección, la periodicidad de lluvias torrenciales se reducirá de 100 a 20 años para el 2100. Los aguaceros aumentarán en intensidad y en frecuencia”.

Aun así, una vez finalizado el Monzón las promesas se olvidan. Nadie vuelve a pensar en las consecuencias de la falta o el exceso de lluvias extremo (por ejemplo, no se ha vuelto a poner en marcha el plan de contención de inundaciones emprendido en 2005 por el Gobierno). Por ello, para intentar paliar una situación tan compleja en un país tan diverso como es la India, no solo es necesario promover medidas para la construcción de las infraestructuras necesarias para transportar los recursos hídricos a toda la población (objetivo directo del plan ‘Made in India’), sino que también resulta fundamental idear y poner en marcha sistemas de contención de las lluvias torrenciales en aquellas ciudades de especial riesgo.

Mientras el sur se inunda, el norte se seca. Al fin de redacción de este artículo, aún no ha caído ni una gota en Nueva Delhi.

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