El monarca marroquí pide a las élites financieras más implicación en los problemas sociales y anuncia una "nueva etapa" en el discurso de apertura del curso parlamentario

Mohamed VI le aprieta las tuercas a la banca

AFP PHOTO /HO/ MOROCCAN ROYAL PALACE - El rey de Marruecos, Mohamed VI, en una alocución pública con motivo del vigésimo aniversario de su llegada al trono

El rey Mohamed VI de Marruecos ha instado a la élite financiera marroquí a que se implique más en la resolución de los problemas sociales. Lo ha hecho en la apertura del curso parlamentario, apenas dos días desde el anuncio del adelgazamiento del Consejo de Ministros. “Debéis abordar este año legislativo en la perspectiva de la nueva etapa cuyos contornos trazamos en el último Discurso del Trono”, dijo el soberano este viernes en Rabat. Una llamada de atención en medio de una situación convulsa en la región, desde la vecina Argelia hasta el lejano Irak, y con una coyuntura económica poco favorable a medio plazo en el ámbito doméstico.

“Es públicamente notorio que los esfuerzos del Estado no bastan y que en consecuencia la implicación del sector privado en el proceso de desarrollo es indispensable”, afirmó Mohamed VI con motivo de la apertura del cuarto año de legislatura. De manera particular y repetidamente, el monarca alauita se dirigió al sector financiero. El rey le reprochó tener una “percepción negativa” entre la población, que considera que “busca solo el beneficio inmediato y sin riesgo”. “Exhortamos al sector bancario nacional a un compromiso más firme, a una implicación positiva más vigorosa en la dinámica de desarrollo que conoce nuestro país”, llamó el monarca alauita.

Combatir el desempleo juvenil

El jefe del Estado marroquí no se limitó a generalizaciones. Pidió a la banca mejores posibilidades crediticias para la población joven y una mayor apuesta por las empresas pequeñas y medianas. El problema del desempleo juvenil preocupa. Rabat es consciente de que la falta de oportunidades y horizontes profesionales es el mejor caldo de cultivo para la caída de los jóvenes en las garras del radicalismo religioso. En ese sentido deben enmarcase iniciativas como la multiplicación de la construcción de infraestructuras deportivas y de ocio en las grandes ciudades de Marruecos. Más del 43% de la juventud urbana menor de 25 años está desempleada.

Asimismo, Mohamed VI pidió más implicación a la élite económica marroquí para incrementar la tasa de bancarización en un país donde en torno al 40% de la población vive sin acceso a los servicios bancarios. “Conviene que los bancos redoblen sus esfuerzos para ampliar la proporción de marroquíes que recurren a las prestaciones bancarias y a los dispositivos de financiación”, dijo el rey de Marruecos.

Como suele ser habitual, lo más jugoso de los discursos reales suele hallarse entre líneas. El soberano centró prácticamente todo el contenido de su alocución en cuestiones económicas y sociales, y evitó pronunciarse sobre otras materias de carácter político. La intervención de Mohamed VI ante el Parlamento marroquí continúa la línea trazada por el soberano en el último Discurso del Trono el pasado mes de julio: más contenido de carácter social y menos político. Entonces, el monarca denunciaba la “incapacidad” del modelo de desarrollo marroquí a la hora de “responder a las crecientes necesidades de los ciudadanos, así como de contrarrestar las progresivas disparidades sociales”.

El rey habló también de “seriedad” y de “responsabilidad” a los ciudadanos del país vecino, y volvió –como otras veces- a referirse a la necesidad de modernizar y hacer más eficiente el sector público nacional, lastrado por importantes niveles de corrupción. Parece claro que el rey no solo carga las tintas sobre las élites, y que quiere una ciudadanía cada vez más autónoma.

Profunda remodelación gubernamental

Esta misma semana el monarca ratificaba una profunda reforma gubernamental.El gabinete pasa de 38 a 23 ministerios. Un mensaje de austeridad a la ciudadanía cuando las perspectivas económicas preocupan. Las malas cosechas auguran un crecimiento por debajo de lo esperado -la agricultura representa más del 14% del PIB y emplea a más del 40% de la fuerza laboral- y el frenazo en la economía global inquietan. En los vecinos Argelia y Túnez –aunque en escenarios políticos distintos- se viven meses convulsos. En Irak las protestas de carácter social sacuden ciudades de todo el país. La calle árabe está revuelta. Los problemas estructurales –a pesar de los indudables avances materiales y en materia de infraestructuras de la última década- persisten y no pueden descartarse que el descontento se traduzca en protestas.

El gabinete pasa de 38 a 23 ministerios. El monarca lanza un mensaje de austeridad a la ciudadanía en un momento en que las perspectivas económicas preocupan.

La reformulación del gabinete vino precedida por la salida del mismo –donde ocupaba dos carteras- del Partido del Progreso y del Socialismo (PSS), formación presente en gobiernos durante los últimos 20 años. A juicio del líder de la formación, el Gobierno liderado por los islamistas del PJD ha sido “incapaz por su falta flagrante de homogeneidad de aportar a los marroquíes las respuestas políticas necesarias a las aspiraciones de más democracia, progreso y justicia social. No creo, en resumen, en su capacidad para llevar a cabo las reformas necesarias”, aseguraba la pasada semana al semanario Jeune Afrique Nabil Benabdallah.

El Banco Mundial estima que el PIB del país magrebí crecerá apenas un 2,7% al término del actual ejercicio, cuando lo ha estado haciendo por encima del 4% en los últimos años. Según el organismo internacional, 9 millones de marroquíes son pobres o están amenazados por la pobreza (que el Banco Mundial considera por debajo del umbral de los 3,2 dólares al día) y las tensiones sociales podrían intensificarse.

Anticipación real

Como ocurrió en 2011, el rey de Marruecos ha vuelto a anticiparse tomando las riendas de la situación. Entonces, en plena Primavera Árabe del Magreb al Mashreq, el soberano impulsó una reforma constitucional llamada a poner más poder en manos de los órganos legislativos. Con aquella inteligente iniciativa logró encauzar los incipientes movimientos de protesta que salieron a las calles de las principales ciudades de Marruecos. Los buenos datos macroeconómicos y la estabilidad política y social han respaldado su gestión. Pero Mohamed VI sabe que los nuestros son tiempos convulsos y ha aprendido la lección: la calle árabe y magrebí quiere más empleo, oportunidades y prosperidad, y es hora de movilizar a las élites políticas y económicas. El encargo del monarca a clase empresarial y política, a dos años para las próximas citas electorales, es claro.

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