MSF denuncia una 'gran militarización' de la respuesta contra el ébola en RDC

EFE

Pie de foto: Miembros del equipo de Médicos Sin Fronteras, en la entrada del Hospital de Referencia Wangata en Mbandaka, al noroeste de la República Democrática del Congo. AFP PHOTO / JUNIOR KANNAH

Médicos Sin Fronteras (MSF) denunció la "gran militarización" de la respuesta al actual brote de ébola que azota el noreste de la República Democrática del Congo (RDC), algo que genera desconfianza en la comunidad y está relacionado -a su juicio- con los dos ataques sufridos por la ONG la semana pasada.
"Utilizar a las fuerzas de seguridad para obligar a las personas a seguir las medidas de seguridad contra el ébola no solo no es ético sino que es inútil y refuerza sospechas", dijo la presidenta internacional de MSF, la doctora Joanne Liu, en una rueda de prensa en Ginebra (Suiza) emitida en Nairobi.
MSF anunció que se retiraba de las localidades de Katwa y Butembo después de que dos centros de tratamiento de esta enfermedad gestionados por la organización fueran atacados por hombres armados el 24 y el 27 de febrero, respectivamente.Las autoridades creen que los atacantes pueden pertenecer el grupo rebelde Mai Mai.
Según Liu, "en parte, la efectividad de la respuesta al ébola dependerá de si se considera legítima y confiable o no. Para corregirla, debemos asegurarnos de que tenemos en cuenta la perspectiva de los pacientes"."La vacunación debe llegar a más personas, y para ello se necesitan más vacunas. La coerción no debe usarse como una táctica para rastrear y tratar a los pacientes, hacer cumplir los entierros seguros o descontaminar los hogares", apuntó la doctora.
Algunas de las medidas que la ONG pretende implementar son "establecer una atención accesible dentro de las comunidades para aquellos que no quieren asistir a los centros de tratamiento y capacitar a personas dentro de áreas de difícil acceso". Liu admitió que más del 40% de las más de 600 muertes causadas ya por este brote, que afecta a las provincias de Kivu del Norte e Ituri desde principios de agosto de 2018, se dieron en el interior de las comunidades y no en centros donde se trata a los enfermos.
La ONG considera que, para recuperar la "confianza" de la población congoleña, "se tiene que devolver a los pacientes la capacidad de escoger cómo manejar la enfermedad" y "no incrementar la actuación de las fuerzas de seguridad". El control de la epidemia se ha resentido por el rechazo de algunas comunidades a recibir tratamiento y la inseguridad en la zona, donde operan numerosos grupos armados. MSF mantendrá sus actividades en distintas localidades de Kivu del Norte, como Kayna y Lubero, y seguirá gestionando dos centros para casos sospechosos en la provincia de Ituri.

El brote actual es el décimo que padece la nación y el más letal de la historia del país, el segundo más importante del mundo tras la epidemia de África Occidental de 2014, habiendo alcanzado más de 900 casos de contagio confirmado, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad de la RDC. El número de muertes por su parte está por encima ya de la cifra de 600.
La epidemia más devastadora a nivel mundial se declaró en marzo de 2014, con casos que se remontan a diciembre de 2013 en Guinea-Conakri, país del que se expandió a Sierra Leona y Liberia. Casi dos años después, en enero de 2016, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el fin de esa epidemia, en la que murieron 11.300 personas y más de 28.500 fueron contagiadas, cifras que, según esta agencia, podrían ser conservadoras.

Desde el pasado 8 de agosto, cuando empezaron las vacunaciones, más de 89.656 personas han sido inoculadas, en su mayoría en las ciudades de Mabalako, Beni, Mandima, Katwa y Butembo, de acuerdo con las últimas cifras del Ministerio de Sanidad.
El virus del Ébola se transmite a través del contacto directo con la sangre y los fluidos corporales contaminados, provoca fiebre hemorrágica y puede llegar a una tasa de mortalidad del 90 % si no es tratado a tiempo.

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