En una nueva ronda de negociaciones por la paz en Doha, los talibanes contemplan un alto el fuego de diez días y el establecimiento de conversaciones con el Gobierno de Ghani

Opciones de una tregua en Afganistán

AFP/WAKIL KOHSAR - El humo se eleva desde el lugar de un ataque después de una explosión masiva la noche anterior cerca de la Zona Verde de Kabul

¿Alcanzará Afganistán la estabilidad algún día? Es una pregunta que se viene formulando desde hace décadas en las conversaciones sobre Oriente Medio. La respuesta no suele ser optimista. Sin embargo, podría haber una oportunidad para que esa remota posibilidad se haga realidad. La nueva ronda de diálogos entre los talibanes y Estados Unidos que se celebra en Doha parece estar yendo por buen camino.

En caso de que se llegue a un acuerdo, fuentes no especificadas de los equipos de negociación talibanes han declarado a la agencia Reuters que el grupo fundamentalista, responsable de buena parte de los atentados que han asolado el país en los últimos veinte años, estaría dispuesto a realizar algunas concesiones.

En concreto, los talibanes se comprometerían a establecer un primer alto el fuego con las tropas estadounidenses por espacio de diez días, aunque no se especifica si cabe la posibilidad de prolongar la tregua indefinidamente. Además, los talibanes estudiarían una reducción de los actos violentos contra las fuerzas de seguridad locales y la apertura de conversaciones directas con el Gobierno de Ashraf Ghani, un cambio muy significativo en la postura que habían mantenido hasta la fecha. 

Miembros de una delegación de negociación talibán

En suma, uno de los portavoces de los talibanes, Suhail Shaheen, ha calificado el encuentro con el enviado especial estadounidense Zalmay Khalilzad como “útil”. Shaheen se ha mostrado optimista con respecto al posible desarrollo del diálogo en el futuro inmediato y ha afirmado que la consecución de un pacto con Washington puede llegar en cuestión de días. Ni Khalilzad ni los miembros de la delegación estadounidense han querido manifestar sus impresiones públicamente, por el momento.

A menudo, el Ejecutivo de Afganistán se ha mostrado escéptico acerca del proceso de negociación entre los talibanes y la Administración estadounidense. Sin embargo, ha valorado positivamente las concesiones hechas por ambas partes, a pesar de la vaguedad con que algunas han sido formuladas. “El alto el fuego es la única manera de lograr la paz duradera y digna que exigen el pueblo y el Gobierno de la República Islámica de Afganistán. Cualquier plan que exija un alto el fuego como paso fundamental será bien recibido”, ha apuntado en su cuenta de Twitter Sediq Sediqqi, portavoz del Gobierno del presidente Ghani.

El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani
Un diálogo con interrupciones

El proceso de paz en Afganistán ha sido un constante tira y afloja entre los talibanes y la Casa Blanca a lo largo de los últimos meses. A pesar de que las negociaciones parecían ir en la buena dirección en el mes de septiembre, Donald Trump decidió retirarse unilateralmente después del asesinato de un soldado estadounidense en un atentado. El pasado diciembre, se trató de reabrir el proceso, pero otro ataque suicida contra una base cercana a Kabul dio al traste con la iniciativa.

Prospere o no este nuevo intento, la situación en Afganistán seguirá siendo crítica para la mayor parte de sus ciudadanos. Además, en la esfera política, numerosas incógnitas seguirán pendientes de ser resueltas. ¿Qué pasará con los cerca de 13.000 militares americanos que continúan desplegados en el país? ¿De qué grado de estabilidad disfrutará una eventual nueva Administración?

“No repitan lo de los 80”

Precisamente, sobre estas cuestiones han hablado en Washington el secretario de Estado Mike Pompeo y el ministro de Asuntos Exteriores de Pakistán Shah Mehmood Qureshi. La reunión ha tenido lugar en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales de la capital estadounidense. El diplomático paquistaní ha advertido a su anfitrión sobre los peligros que se esconden detrás de una posible retirada que se efectúe sin tener en cuenta la necesaria reconstrucción de Afganistán: “Incluso si se llega a un acuerdo exitoso, los retos van a permanecer ahí, de modo que Estados Unidos y sus socios en la coalición deberán tener una retirada más responsable”. 

El secretario de Estado de Estados Unidos Mike Pompeo

Mehmood ha alertado, además, sobre las consecuencias que podría tener un vacío de poder, puesto que hay elementos dispuestos a explotar a su favor situaciones de anarquía. “No repitan lo de los 80”, ha resumido el ministro paquistaní. Mehmood se refería a la guerra civil que estalló en Afganistán al término de la Guerra Afgano-soviética. Cuando los muyahidines, a los que Estados Unidos había proporcionado respaldo financiero y logístico, derrotaron al Ejército Rojo, el poder instaurado en Kabul no tuvo la capacidad de hacer frente a las múltiples luchas internas entre facciones y etnias.

Como resultado de aquel conflicto y de los atentados del 11-S, Estados Unidos lideró, en 2001, una intervención internacional que tenía como objetivo principal suprimir a Osama bin Laden y disminuir la influencia de grupos salafistas como los talibanes. La violencia, sin embargo, ya había echado raíces en las dinámicas nacionales. Sin embargo, la llegada de tropas extranjeras no ha servido para que el Afganistán sea un país más estable. De hecho, 2019 ha sido el año más mortífero en una década en lo que se refiere al número de víctimas de atentados terroristas.

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