Vacaciones humanitarias: quienes pasan su verano ayudando a los más necesitados

Eva Cifuentes

El verano es la época por excelencia para las vacaciones tras el año de trabajo o estudios. Hay infinidad de formas de disfrutar de ellas, muchos eligen un destino lejano para conocer, otros necesitan simplemente sol y playa y otros muchos vuelven al pueblo para pasar el verano con la familia y amigos. También hay una pequeña parte de la población que “sacrifica” su descanso merecido de una forma loable, lo que se conoce como vacaciones solidarias. Dedican sus semanas o meses de vacaciones a ayudar a las personas que más lo necesitan, generalmente, en zonas poco desarrolladas.

En los últimos años, esta práctica ha tenido cierta polémica, especialmente entre los personajes famosos, ya que a muchos se les ha acusado de ir para “lavar su imagen” o “hacerse la foto”, sin la más mínima implicación el resto del tiempo en la causa. También se ha criticado duramente en las redes sociales a algunos jóvenes que han hecho este tipo de voluntariado por “egoístas” o “hipócritas” al ir a regiones remotas a ayudar solo por subir fotos en Instagram o sentirse mejor con ellos mismos sin implicarse de verdad en la faceta humanitaria. Por suerte, sí que hay personas que de verdad sacrifican, y con gusto, sus vacaciones para ayudar a quienes más lo necesitan, sin más motivación que la solidaridad y la humanidad. En muchos casos, los proyectos de voluntariado son lo que se realiza durante esas semanas, pero hay gente que trabaja prácticamente todo el año en sacar adelante misiones y proyectos que tendrán lugar en verano, todo eso sin dejar de lado su propio empleo o estudios. La implicación en la causa es total. 

Hablamos con Marta Pérez Illana, una madrileña, estudiante de un doctorado de bioquímica, que lleva varios años realizando unas vacaciones solidarias. Marta ha trabajado en este tipo de programas en Etiopía (su proyecto más duradero), Marruecos, Francia e incluso también dentro de España. Desde sus primeros años de carrera se adentró en el mundillo de los voluntariados y las labores humanitarias, y pese a cursar una carrera con bastante dificultad y que le ocupaba mucho tiempo entre las clases y las prácticas, siempre ha logrado sacar los huecos necesarios para llevar a cabo estos proyectos y no solo durante, sino prepararlos y organizarlos todo el año. Ahora, con 27 años y trabajando desde hace algunos, es la primera vez que no va a poder acudir en sus vacaciones de agosto a Etiopía, ha explicado.

“Para mí ha sido más duro compaginarlo trabajando porque el tiempo es más limitado. Cuando eres estudiante tienes más tiempo para descansar antes y después, pero al trabajar las vacaciones son las que son…Aunque, cuando trabajas tienes más dinero para pagarte los vuelos y afrontarlo mejor claro”, ha señalado. Marta llevaba desde hace años acudiendo durante 3-4 semanas a un campamento en Etiopía para trabajar con niños y niñas. “Es un proyecto en el que se trabaja antes, durante y después”, señala. Subraya que no es solo el mes de estar allí, hay un gran trabajo los meses antes para que en el periodo en el que viajan allí esté todo organizado. Las ganas de ir no le faltan a esta veinteañera, todo lo contrario, pero dado que este año apenas ha tenido tiempo de participar en las reuniones y quedadas de organización del proyecto, para este verano no cree adecuado apuntarse solo al viaje. 

“La falta de tiempo” ha sido el principal impedimento, explica. Además de su trabajo de investigación en el laboratorio, Marta ha estado varios meses de estancia en Suiza con una beca: “Ya el año pasado con la tesis y con todo fue demasiado. Hay que estar ahí a tope, y para estar con las pilas a medias, mejor no”. Aunque este verano, tras muchos en ello, no va a poder acudir a ayudar, tiene claro que no es un adiós definitivo, sino “un hasta luego”. No sabe si será volviendo a Etiopía, algo que le encantaría, o se embarcará en nuevo proyecto, lo que sí sabe es que volverá.

“Hay una línea muy fina entre el ‘postureo’ y la difusión del proyecto”

Al preguntarla por esta “moda” de ir y hacerse la foto ayudando, asegura que tanto ella como sus demás compañeros son conscientes de que esto existe, pero a veces “hay una línea muy fina entre qué es el ‘postureo’ y qué es la difusión del proyecto en imágenes”, aclara. 

También,explica que hay muchas formas de poder ayudar en tus vacaciones y no todas son embarcándote en proyectos de cooperación o voluntariados y menciona otro concepto de vacaciones solidarias.  Se trata de estar realmente de descanso, pues no se acude a realizar ninguna labor, implica alojarse en sitios específicos donde el dinero que uno se gasta se deriva a fines u organizaciones solidarias. Se trata pues, de una forma de aportar algo durante las vacaciones. 

La solidaridad es una de las facetas que más humanos nos hace y que más hace falta en los últimos tiempos. Los múltiples conflictos como el de Siria, las hambrunas de Yemen o de Ituri (República Democrática del Congo) que se están produciendo actualmente; la crisis de refugiados tanto en Europa como en América son algunos de los muchos problemas en los que toda la población puede aportar su granito de arena de diferentes formas. Colaborar con las ONG que trabajan sobre el terreno, donar materiales como ropa de abrigo, mantas, zapatos, comida…Todos los alimentos o materiales de primera necesidad siempre son bienvenidos y muy necesarios. 

Están las ONG conocidas, y cuya labor es indispensable, como Médicos Sin Fronteras o Unicef, por ejemplo, pero también se pueden encontrar otras menos conocidas o de menor tamaño, pero cuyos proyectos o misiones sobre el terreno también son importantes para la población más necesitada.  Aunque parezca que queda lejos o que ya hay suficiente ayuda por parte de los gobiernos, toda aportación, sea en la forma que sea, ayudará a mejorar la situación de estas personas. 

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