Los manifestantes denuncian la dureza de las fuerzas de seguridad y estas avisan de la presencia de “infiltrados” violentos

La violencia se recrudece en las protestas libanesas y la cifra de heridos supera el medio millar

REUTERS/MOHAMEND AZAKIR - Las protestas en Beirut y en otras ciudades libanesas se han convertido en batallas campales con las fuerzas de seguridad

Más violencia cuando se alcanzan los 95 días de protestas en las calles del Líbano. Las fiestas de fin de año y la posible designación de un nuevo primer ministro encargado de formar el nuevo gobierno tras la dimisión de Saad Hariri el pasado 30 de octubre tranquilizaron durante unos días las calles de Beirut y otras localidades del país del cedro. Pero esta semana, las protestas se han reavivado ante la imposibilidad de Hassan Diab, el sucesor de Hariri, de formar su gabinete. Según cifras de AFP, son más de 540 heridos entre manifestantes y miembros de las fuerzas de seguridad.

Bajo el lema “semana de la ira”, los manifestantes convocaron el pasado fin de semana una nueva protesta para pedir la formación de un gobierno de tecnócratas que saque al país de la profunda crisis económica que sufre, con una deuda pública que supera los 76.000 millones de euros, el 150% de su PIB y con la libra libanesa perdiendo el 60% de su valor.  Amenazan con continuar con las protestas los próximos días. El lunes comenzó con carreteras y escuelas cortadas en varios puntos del país levantino. 

El centro de la capital libanesa fue el escenario el pasado fin de semana de enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad. 38 personas fueron trasladadas a hospitales cercanos y otras 52 recibieron tratamiento médico en la misma calle, según la cuenta de Twitter de Cruz Roja. Después de muchas semanas de concentraciones pacíficas, la violencia parece haberse instalado.

Según la Agencia Nacional de Noticias libanesa (ANN), el sábado los manifestantes lanzaron bengalas, piedras y cócteles molotov contra las fuerzas de seguridad, que a su vez estas respondieron con cañones de agua y bolas de goma para así evitar que se acercaran a los accesos del Parlamento en la capital. Esta actuación por parte de las fuerzas de seguridad ha sido denunciada por la ONG Human Right Watch, (HRW) tachándola de “fuerza excesiva contra los manifestantes”.

Por su parte, las fuerzas de seguridad advertían este lunes de que tomarían medidas para hacer frente a “infiltrados” en las protestas a los que denuncian por atacar a las fuerzas de seguridad y cometer actos vandálicos en comercios.

Por otra parte, la publicación del informe anual de HRW sobre Líbano pone en el punto de mira cómo las autoridades libanesas están abordando la crisis económica y política. El documento asegura que “están poniendo en peligro el acceso a los ciudadanos a servicios vitales, incluida la atención médica (…) Las fuerzas de seguridad a veces no han podido proteger a los manifestantes de ataques violentos”.

Durante la semana pasada, ya se habían vivido momentos violentos cuando el martes los manifestantes marcharon por el barrio de Hamra rompiendo escaparates de bancos y cajeros automáticos, según HRW y el miércoles los choques entre manifestantes y las fuerzas de seguridad, que dispararon gas lacrimógeno después de lanzamientos de piedras, dejaron 25 personas heridas.

Muchos de estos manifestantes, especialmente los más jóvenes, piensan que el proceso pacífico para poner fin al estancamiento político no ha surtido efecto. Según el medio local libanés L’ Orient le Jour, dentro del movimiento de protestas han emergido dos facciones: una, la integrada por quienes abogan por mantener la vía pacífica para solucionar el estancamiento político; otra que apoya la violencia con 'guerrillas urbanas' y ataques nocturnos.

Las protestas, que comenzaron el pasado 17 de octubre, se ganaron el apelativo de la 'Revolución del Whatsapp', debido al anuncio de un nuevo impuesto que subía el precio de las llamadas de voz a través de Internet. Este fue el detonante en medio de una situación insostenible para la población, con una crisis económica galopante, una de las peores que se recuerda desde la guerra civil de 1975 a 1990.

Sin acuerdo para formar nuevo gobierno

La salida en los primeros días de protestas de más de millón y medio de libaneses de todas las confesiones e ideologías a las calles para protestar supuso la dimisión de Hariri. Los libaneses pedían entonces, como ahora, la renovación del sistema político libanés, que no funciona. El sucesor de Hariri, Hassan Diab llevó la propuesta de formar un gobierno híbrido formado por 18 tecnócratas y seis políticos, pero en la calle piden un gobierno completamente compuesto por expertos, y no logró su objetivo de componer un nuevo gabinete.

Ahora, el panorama político se divide en dos bloques: la coalición mayoritaria formada por la dupla chií Hezbola-Amal y el principal partido cristiano maronita que lidera el presidente Michel Aoun, que lucha por mantener el 'statu quo'; y el otro bloque, suní, encabezado por Hariri y la segunda fuerza cristiana que piden la formación de un gobierno tecnócrata y apoya las protestas de los ciudadanos. Con la negativa de Hariri de volver a tomar las riendas del gobierno, ambos bloques protagonizan una lucha por el poder.

La propia ministra del Interior, Raya el- Hassan, condenó la violencia de las fuerzas de seguridad contra periodistas y manifestantes en su cuenta de Twitter y declaró que, aunque los ataques no están justificados, la policía antidisturbios está cansada después de estar en alerta durante tres meses.

Por su parte, primer ministro dimisionario, Hariri, denunció también en su cuenta de Twitter los enfrentamientos y actos de sabotaje y advirtió de la amenaza de esta violencia a la “paz social” del país.