“La sociedad española, ahora mismo, está bastante orgullosa de su Ejército”
01 de octubre de 2014 (23:19 h.)
“Lo único que hacemos es aplicar las reglas de enfrentamiento y defendernos del personal que nos ataca”
Por Javier Fernández Arribas
Foto: El capitán Jacinto Guisado.
El alférez Jacinto Guisado mandaba la sección del Ejército español que el 4 de abril de 2004 salvó la vida en Najaf, Irak, a 102 salvadoreños, hondureños e iraquíes cercados y atacados por el denominado Ejército del Mahdi, encabezado por el clérigo chií Muqtada el Sadr. Se lo contamos con todo lujo de detalles en Atalayar con los datos del Diario de Operaciones de esos días. Los salvadoreños se hicieron hermanos de sangre de sus salvadores españoles, 28 hombres y mujeres, que siguieron cumpliendo con su misión en Irak, sufrieron varias emboscadas sin bajas, afortunadamente, hasta la salida de las tropas españolas el 21 de mayo de 2004 por orden del recién elegido presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. La vida siguió para estos militares que tienen por costumbre y por disciplina una abnegada discreción y un compromiso con el cumplimiento de su deber en cada una de las misiones que les son encomendadas. Después de Irak, el hoy capitán Guisado pasó por Kosovo y cuatro veces por el Líbano.
10 años después
Después de aquella acción, apenas contada y que ahora destacamos como se merece en Atalayar, y tras el paso de 10 años queremos conocer las impresiones, los recuerdos, las razones que mueven a estos militares a asumir los riesgos que sufren y a defender los intereses de España allí donde haga falta con los mejores recursos disponibles. 43 años, casado con dos hijos, 22 años en el Ejército, nos encontramos con el capitán Jacinto Guisado Sánchez quien a la hora de destacar algo asegura que “somos 28 los que hicimos esa acción porque nos tocó, estábamos allí, podía haber sido cualquier otra sección si hubiera pasado otro día. Todo el personal que estaba allí estaba perfectamente capacitado”; aprovecha para poner en valor el sacrificio de las familias, y dice que “hay que tener la consideración del personal que está fuera de misión, el reconocimiento a ese tiempo que se quita a la familia, a ese trabajo que se hace y el riesgo que corre la vida cuando estás fuera”. Y reivindica la necesidad de una buena preparación: “Es fundamental, nos preparamos muy duro para cumplir la misión lo mejor posible, sea donde sea. Subimos las horas de instrucción, las maniobras, los ejercicios, las fases de tiro porque cuando se sale fuera hay que estar perfectamente preparado para cumplir cualquier misión que te ordenen”.
Pregunta: La misión española en Irak no era combatir ¿pero en esas circunstancias las reglas de enfrentamiento están claras?
Respuesta: “Las reglas de enfrentamiento están muy claras. Nosotros cuando se nos ordena ir a por los heridos salvadoreños en la cárcel de Najaf y a por el resto del personal después, lo único que hacemos es aplicar las reglas de enfrentamiento y defendernos del personal que nos ataca. Nosotros no podemos hacer fuego contra gente desarmada. Cuando apuntábamos a quienes nos disparaban, tiraban los fusiles y se echaban al suelo; yo era consciente de que cuando nos íbamos cogian el fusil otra vez. Tenemos que seguir el principio de equidad, si me disparan con fusiles no puedo responder con lanzagranadas. Llevábamos el armamento preparado que teníamos que llevar. Éramos conscientes de a quien podíamos disparar y a quién no. Usamos nuestro armamento exclusivamente para despejar el camino y para defendernos de quien nos atacaba. No hicimos en ningún momento ataques contra algún edificio que teníamos en nuestro camino y que sabíamos que estaba tomado porque nuestra misión era llegar a la cárcel y rescatar al personal que estaba allí”.
P: Los norteamericanos recriminaban a los españoles que no les permitieran bombardear el hospital cercano a la base Al Andalus desde donde se les disparaba.
R: “Las reglas de enfrentamiento son las que son. No se puede disparar contra ambulancias, contra hospitales, contra mezquitas. Se salvaguarda todo lo que es en bien de la población, los bienes culturales. Nosotros éramos conscientes de que la mezquita de Kufa era utilizada como arsenal, pero no podíamos asaltar mezquitas. Nosotros tenemos que ceñirnos a las reglas estrictas con las que nuestro gobierno nos envía a las misiones internacionales”.
P: ¿Qué comentarios le hicieron los norteamericanos después de su acción?
R: “Hablé con personal norteamericano de Blackwater que estaba con la autoridad provisional de la Coalición en la base y con la policía militar norteamericana y nos dijeron que había sido una situación muy embarazosa, muy difícil de llevar, que lo habíamos hecho perfectamente y que no concebían que lo hubiéramos conseguido sin tener bajas propias. Cada uno tiene su manera de funcionar y creo que lo hicimos bastante bien”.
P: ¿Por qué una acción de estas características, que en otro país sería ensalzada y un orgullo, aquí no se ha contado cómo se debía, hasta ahora?
R: “Los que somos militares y estamos aquí tenemos muchísimo orgullo de todas las acciones que llevamos a cabo, de las que salimos bien y de las que, por desgracia, no hemos podido salir tan bien. Desde hace años las Fuerzas Armadas están haciendo labores fuera que se van conociendo, que se van divulgando, esto ya se ha contado antes en otros medios y nosotros nos sentimos orgullosos de lo que hacemos y así es como debe ser”.
P: Si los americanos hacen esto tendríamos un peliculón…
R: “Sí, efectivamente hubieran hecho una película. En España, sea por la misión que sea, la sociedad española ahora mismo está bastante orgullosa de su Ejército. Nosotros no vamos a los sitios a combatir, vamos a ayudar y es lo que la sociedad española tiene en mente, es lo que sabe y es lo que hacemos”.
P: La sociedad también requiere que se le hable claro, y la sociedad apoya sea combatir o sea ayudar.
R: “La sociedad española está bastante orgullosa de sus Fuerzas Armadas hoy en día, estamos en zonas donde vamos a ayudar pero que si surgen problemas hay que atajarlos, eso es así. La sociedad española lo sabe y lo que hacemos es por el bien de las personas a las que vamos a ayudar”.
P: ¿Mayor unión entre sus hombres al terminar la acción de Najaf?
R: “Cuando estás en situaciones de stress, duras, se produce una unión especial, es inevitable. Cuando estábamos en Najaf, dormíamos los 28 de la sección en la misma habitación. La única prebenda que yo tenía como jefe era que encima de mi litera no había nadie y podía poner la bolsa, ya está. Todos veían que todos sufríamos exactamente lo mismo, pasábamos las mismas vicisitudes. Mi vida estaba en manos del personal que iba en mi vehículo porque yo tengo que dirigir la sección y mi vida estaba en sus manos y eso une bastante. Nosotros mantenemos el contacto 10 años después”
P: ¿Cambiaría su condecoración, Cruz al Mérito Militar con distintivo rojo, por una condecoración a su sección?
R: “Por supuesto, yo mando la sección pero no estoy solo. Si mis hombres no se hubiesen fijado en el RPG que me disparaba desde la terraza y no hubieran callado esa boca de fuego, yo no estaría aquí ahora hablando. Por supuesto, yo cambiaría mi condecoración por una condecoración para toda la sección, lo tengo clarísimo. Tuvimos otros reconocimientos, como el del El Salvador con un diploma: uno en plan personal para mí y otro para la sección que se copio para todos, es poca cosa lo sé, pero depende con qué ojos se mire”.
P: Los militares os habéis convertido en unos embajadores excelentes de España…
R: “Creo que las Fuerzas Armadas hacen una labor muy buena allá donde van. La gente tiene muy buena impresión de lo que hacemos, por ejemplo en el Líbano”.
P: ¿Qué le diría a quienes dudan del gasto militar en tiempo de crisis?
R: “Mis amigos me preguntan cuál es la labor cuando vamos de misión. Nosotros somos militares, el gobierno me ordena irme a Burundi, a Malí, a Líbano, a Kosovo, a Afganistán, a donde sea, y no hacemos preguntas. Vamos, cumplimos la misión que se nos encomienda y volvemos. El gasto que haya que hacer por nosotros, las vidas que hemos perdido están ahí. Que debemos tener buenos vehículos, es evidente, estamos en zonas donde corremos riesgos, podemos sufrir un atentado, un ataque o no, y hay que tener lo mejor para nuestra seguridad”.
P: 10 años después de la batalla de Najaf ¿qué recuerdo tiene de aquel día?
R: “Lo recuerdo como si hubiera pasado ayer. Una sensación buena de haber podido terminar una misión como aquella sin bajas en mi sección, de haber podido demostrar que estábamos perfectamente preparados para afrontar lo que pudiera ocurrir en cualquier momento y la satisfacción de haber salvado la vida de un centenar de compañeros de otros ejércitos”.
P: Sufrían ataques constantes desde todos los edificios, ¿eran conscientes del riesgo que corrían al realizar esa misión de rescate?
R: “Cuando salimos no sabíamos cómo estaba la ciudad. Nosotros estábamos defendiendo la base Al Andalus. Veíamos lo que teníamos enfrente, personal a pie, en coche, no éramos conscientes de que se había perdido la comisaria de Policía y que los milicianos del Mahdi habían tomado muchas partes de la ciudad. Nos encontramos con algo que sobrepasaba lo que nosotros pensábamos. Tuvimos que poner la sección en línea para batir el edificio completo que estaba cerca de la cárcel. No esperábamos tanto “jaleo” y afortunadamente se nos dio bien”.
P: ¿Temisteis por vuestras vidas?
R: “En ese momento no me dio tiempo de temer por mi vida. Después de la acción, viendo como los salvadoreños se abrazaban a nosotros y haber rescatado cuerpos de personal caído, pues sí lo piensas, pero durante la acción no te da tiempo, estas mas preocupado de ir solventando los problemas que te van saliendo y no piensas en que pueden darte. Cuando ves los agujeros de bala en los vehículos pues…”
P: Cuando ves que no puedes evacuar a todos en la primera salida, ¿qué sensación tienes?
R: “En ese momento había dos muertos, un salvadoreño y un iraquí, me piden que me los lleve. Cuando entramos en la cárcel había cinco heridos, tres muy graves en camilla y dos que podían andar. Lo primero que pensamos es que había que llevarlos como fuera, había que sacarlos de allí o morían, teníamos que evacuarlas si o sí. Utilizamos los blindados como ambulancias Y decidimos no evacuar a los muertos para hacer un transporte mucho más rápido. Lo haríamos después”.
P: ¿Se compromete con el capitán salvadoreño?
R: “Hablé con él y le dije que eran muchos y que volveríamos a rescatarlos. Cuando llegué a la base Al Andalus dejamos a los heridos en el hospital y nos colocamos en nuestros puestos de defensa. Entonces hablé con el coronel Asarta y le dije que había mucha gente en la cárcel, unos 80 compañeros y que había que ir a por ellos. Me dijo que de acuerdo que fuéramos y que trajéramos a todo el mundo como pudiéramos”.
P: Cuando llegan a la cárcel en la segunda salida ¿qué le dice el salvadoreño?
R: “Antes de llegar contacté con él por radio y en principio no se lo creía, pensaba que no volveríamos. Tenía una sensación de alivio y alegría porque podía sacar a su gente de allí, estaban bastante mal”.
P: ¿Cómo se afronta la segunda salida sin factor sorpresa, ayudó mucho la cobertura de los helicópteros Apache norteamericanos en la vuelta?
R: “Aparecieron cuando ya estábamos montando el convoy en la cárcel para volver y los vimos aparecer… ¡¡¡ eso ayuda bastante!!!”
P: Como en las películas… ¡¡¡bien!!!
R: “Alivio, sí, ayuda bastante. En la segunda salida nosotros sabíamos a lo que íbamos, por donde teníamos que pasar, hicimos el mismo recorrido. Nos encontramos alguna barricada con tenderetes de mercadillo que los blindados pasaron por encima sin problema. Un par de vehículos intentaron cortar nuestro camino pero los quitamos de en medio disparando contra ellos. Había gente en la calle pero nos temía porque había visto nuestra capacidad de fuego en la salida anterior”.
P: Sin embargo, de los cuatro blindados, en tres no funcionaba la ametralladora 12.70 mm, su principal arma. ¿Eso fue un gran hándicap para la misión?
R: “Sí, fue un hándicap duro para hacer la misión porque silenciar un edificio con una ametralladora ligera MG 7.62 mm es más complicado que hacerlo con una 12.70 mm. Pero nosotros desde que llegamos a Irak todas las secciones llevábamos tres ametralladoras ligeras en los vehículos. Conseguimos la munición de los VEC, coaxial, para la segunda salida”.
P: ¿El camino de vuelta con el apoyo de los helicópteros fue más sencillo?
R: “Fue más sencillo silenciar los lanzagranadas RPG que nos venían desde las azoteas. Te facilita bastante porque estábamos con las rampas de los vehículos bajadas para poder recoger a los salvadoreños que estaban en las calles. Te da una tranquilidad bastante grande. El movimiento era muy lento por los vehículos salvadoreños sin protección que llevábamos. Los helicópteros apoyaron muchísimo”.